Estos collares para perro ya no se pueden usar en Colombia y las sanciones por emplearlos son fuertes

La Ley Kiara, impulsada por la indignación social, introdujo controles estrictos y sanciones ejemplares para quienes vulneren los derechos de los animales de compañía

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La Ley Kiara establece nuevas
La Ley Kiara establece nuevas obligaciones y sanciones para quienes cuidan animales de compañía - crédito dogminancia.com

El uso de collares con púas o descargas eléctricas en perros tiene los días contados en Colombia. Desde 2025, está prohibido su uso en todo el país, gracias a una nueva ley que busca poner freno al maltrato disfrazado de disciplina y dar un paso firme hacia una tenencia más responsable y empática de los animales de compañía, priorizando su integridad física, bienestar emocional y desarrollo en entornos seguros y libres de violencia.

Se trata de la Ley 2480, conocida como la Ley Kiara, una normativa que no solo veta el uso de herramientas que causan sufrimiento físico y emocional a las mascotas, sino que además impone un marco riguroso para las personas y empresas que trabajan en su cuidado. El texto establece obligaciones claras para guarderías, centros de adiestramiento, transportadoras, peluquerías y hasta spas para mascotas, todos los cuales deberán cumplir con condiciones mínimas de bienestar animal si quieren seguir operando legalmente.

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Colombia prohíbe el uso de
Colombia prohíbe el uso de collares con púas y descargas eléctricas en perros a partir de 2025 - crédito Jesús Aviles/Infobae

Las sanciones por infringir esta norma no son menores. Las multas pueden ir desde cinco hasta veinte salarios mínimos legales mensuales vigentes, dependiendo del daño causado, la reincidencia y la situación económica del infractor. Pero no solo se trata de dinero, la ley también contempla cierres temporales o definitivos de establecimientos, pérdida de licencias e inhabilitación en el registro nacional de prestadores de servicios para mascotas.

La norma se articula en torno a una historia que marcó profundamente a la comunidad animalista del país. Kiara, una perrita que desapareció el 26 de mayo de 2022 mientras estaba al cuidado de una guardería en La Calera, dio nombre a la ley. Su caso evidenció las brechas en la regulación del sector y sirvió como detonante para exigir mayor control y protección para los animales que son dejados en manos de terceros.

Uno de los puntos clave de la ley es que prohíbe expresamente el uso de “collares de castigo, incluyendo aquellos con púas, descargas eléctricas u otros mecanismos que generen dolor o sufrimiento físico y emocional”. Este tipo de herramientas, muchas veces promovidas en entrenamientos tradicionales, ahora serán motivo de sanción, vigilancia constante y rechazo por parte de las autoridades y la sociedad.

La normativa exige condiciones dignas
La normativa exige condiciones dignas y seguras en el transporte y atención de mascotas en todo el país - crédito Shutterstock

Pero la ley no se limita a los collares. También establece normas precisas sobre el transporte de animales. Por ejemplo, ya no se permitirá que perros o gatos sean confinados en jaulas que les impidan moverse o los mantengan en condiciones incómodas. El traslado deberá hacerse en condiciones seguras, dignas y adaptadas a las necesidades del animal, sin importar si el trayecto dura 10 minutos o varias horas.

En cuanto a los servicios especializados, la regulación exige que todos los centros que presten atención a mascotas cuenten con certificaciones en salud animal, evaluaciones del comportamiento, infraestructura adecuada, videovigilancia y protocolos claros de atención. Esto incluye desde peluquerías hasta hoteles caninos. También se detallan los procedimientos en caso de pérdida o fallecimiento de un animal mientras esté bajo custodia.

Las multas por incumplir la
Las multas por incumplir la Ley Kiara pueden alcanzar hasta veinte salarios mínimos y el cierre de establecimientos - crédito Europa Press

Con la Ley Kiara, Colombia entra en una etapa determinante para el bienestar animal. La relación con las mascotas deja de ser vista únicamente desde el afecto o la buena intención. Ahora, el compromiso se mide en acciones tangibles, entornos dignos y decisiones responsables. Amar a un perro ya no se trata solo de darle comida o sacarlo a pasear, sino de garantizarle una vida libre de castigos físicos, miedo o sufrimiento innecesario.

La ley plantea un mensaje claro, ningún método de enseñanza que implique dolor es válido, y el respeto por el bienestar emocional de los animales debe ser parte central de la tenencia responsable.