
Una reordenación de las reglas del comercio, sumada a un cambio transformador en la tecnología, la demografía y el clima, está rehaciendo el empleo, la política y la vida.
A pesar de verse sacudida como una pelota de trapo por las cambiantes guerras comerciales, la escasez de minerales esenciales y los tensos enfrentamientos entre Estados Unidos y China, la economía mundial ha resultado ser más resistente de lo previsto.
Pero no creas que ha llegado el momento de tomarse un respiro. El torbellino no muestra signos de detenerse.
"Vivimos una época singularmente turbulenta", dijo Daron Acemoglu, economista del MIT, quien ganó el Nobel de Ciencias Económicas el año pasado.
Los cambios transformadores siguen sacudiendo la economía mundial, como la revolución de la inteligencia artificial, el rápido envejecimiento de la población, el cambio climático y un giro mundial contra la democracia liberal y el orden internacional basado en normas.
Todos ellos están a punto de reformar el empleo, la política y la vida.
Este año, la transición se ha complicado por la caótica formulación de políticas económicas en todo el mundo.
En Estados Unidos, desde el Despacho Oval se emiten periódicamente declaraciones contradictorias, se promulgan aranceles y se retiran sin previo aviso. El mes pasado, por ejemplo, el presidente Donald Trump levantó los aranceles sobre la carne de res, los tomates, los plátanos, el café y otros comestibles, mientras que la semana pasada amenazó con subirlos sobre el arroz procedente de India y China.
Las demoradas subidas de precios provocadas por los aranceles siguen abriéndose paso en la economía estadounidense como un ratón digerido por una serpiente.
Al mismo tiempo, el futuro de gran parte de las políticas arancelarias del presidente sigue sin estar claro hasta que la Corte Suprema se pronuncie sobre su constitucionalidad.
En cuanto a los gastos, Trump ha prometido utilizar los 250.000 millones de dólares generados por los aranceles para pagar billones de dólares a agricultores, contribuyentes y acreedores. La deuda pública se ha disparado a niveles récord, alcanzando el 125 por ciento de la producción total del país.
Y la vertiginosa subida del mercado bursátil, impulsada por las empresas de inteligencia artificial, alimenta tanto las fortunas como el temor a un futuro desplome.
En Europa, la mayoría de los países aún padecen un crecimiento más lento que otras economías avanzadas. Desde hace varios años, la participación de la Unión Europea en la economía mundial se ha ido reduciendo en medio de una competencia más aguda de Estados Unidos y China.
La inversión en inteligencia artificial también ha quedado muy rezagada.
"Europa tiene un enorme problema de innovación en el sector tecnológico", dijo Acemoglu, quien ganó el Nobel por su investigación sobre cómo las instituciones configuran la prosperidad nacional.
Con 27 miembros que tienen distintas prioridades y presiones internas, la Unión Europea tiene enormes dificultades para implementar recomendaciones políticas fundamentales como reforzar su mercado único para el comercio y el capital, racionalizar la normativa y firmar nuevos pactos comerciales. Esta semana, por ejemplo, el bloque retrasó una votación sobre la aprobación de un acuerdo comercial con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay que lleva décadas en preparación.
Los productores y fabricantes se ven frenados por los elevados precios de la energía y se enfrentan a la creciente competencia de las exportaciones chinas baratas que, antes de los aranceles de Trump, se habrían dirigido a Estados Unidos.
Las amenazas a la seguridad están obligando a los gobiernos europeos a forzar aún más sus presupuestos y endeudarse más, ya que dedican muchos más recursos al gasto militar.
La guerra en Ucrania se recrudece y Vladimir Putin, presidente de Rusia, ha dado escasas muestras de frenar su postura agresiva. Trump continúa debilitando el compromiso de Estados Unidos con la Alianza Atlántica. Un reciente análisis de los servicios de inteligencia daneses advertía que Estados Unidos "ya no descarta el uso de la fuerza militar, ni siquiera contra sus aliados".
Al otro lado del mundo, China sigue sufriendo el hundimiento de su mercado inmobiliario y un retroceso de las inversiones en propiedades, infraestructuras y manufacturas.
Sin embargo, la influencia económica de China va en aumento. Un superávit comercial mundial récord de 1 billón de dólares muestra que los aranceles de Trump han hecho poco por frenar el dominio comercial del país o su dependencia de las exportaciones para impulsar su economía. El Fondo Monetario Internacional revisó recientemente al alza la previsión de crecimiento anual del país hasta el 5 por ciento.
"Estos desequilibrios se están volviendo insoportables", dijo el presidente de Francia, Emmanuel Macron, durante una visita a China este mes.
Europa no es el único destino de la creciente avalancha de exportaciones chinas. El Sudeste Asiático se encuentra entre las regiones que han experimentado los aumentos más pronunciados.
Dani Rodrik, economista de Harvard, dijo que la "respuesta de Occidente a la embestida manufacturera de China ha sido equivocada e ineficaz". La innovación china ha producido importantes avances relacionados con el clima y la energía, que benefician a todo el planeta, dijo, y añadió que "en lugar de una condena general del mercantilismo chino, Occidente necesita una estrategia más diferenciada".
Sugirió centrarse en la próxima generación de tecnología en vez de intentar imitar lo que China ya ha hecho.
En términos de inteligencia artificial, China ofrece a Estados Unidos una competencia significativa. Acemoglu, del MIT, dijo que China tiene ventaja sobre Estados Unidos en cuanto al número de ingenieros bien formados.
La desbancada del antiguo orden comercial, con Estados Unidos claramente en la cima y a la cabeza, también está creando nuevas incertidumbres y costos para la economía mundial.
"Ciertamente, nos encontramos en este limbo en el que no hay un hegemón, y los países se sienten con más derecho a seguir su propio camino", dijo Maurice Obstfeld, investigador principal del Instituto Peterson de Economía Internacional.
A medida que proliferan los acuerdos comerciales bilaterales, las empresas también tienen que preocuparse más por el origen de sus materiales y por el aumento de los costos de cumplimiento, con mayores exigencias de documentación. "Es un sistema comercial mucho más complicado en comparación con el que estábamos acostumbrados", dijo Obstfeld.
Diane Coyle, economista de la Universidad de Cambridge, señaló cómo la pandemia de la COVID-19 y sus secuelas habían revelado vulnerabilidades imprevistas en la cadena mundial de suministro. "Creo que todavía no tenemos una visión detallada de las redes de producción mundiales y nacionales y de dónde están esos cuellos de botella", ni de dónde aparecerán cuando se produzca una nueva crisis, dijo.
Las corrientes políticas podrían traer más inestabilidad a la economía mundial.
"Mucha gente en muchos países siente que su vida va hacia atrás", dijo Coyle, y la desconfianza en el gobierno va en aumento.
Las elecciones del próximo año en varios países podrían cambiar la política. Es probable que las elecciones intermedias al Congreso en Estados Unidos, que pueden servir de referendo sobre la agenda económica de Trump, impulsen al gobierno a aumentar el gasto público --y el déficit-- para estimular la economía.
Las elecciones generales de Suecia mostrarán cómo les va a algunos de los partidos populistas de extrema derecha de Europa y pondrán a prueba la susceptibilidad del sistema electoral a las campañas de desinformación extranjeras. En la mayor economía de América Latina, Brasil, donde Trump ha utilizado los aranceles para intentar influir en la política nacional y en las sentencias judiciales, el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, se enfrentará a un aspirante populista de extrema derecha.
Los dos administradores gemelos del sistema financiero mundial, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, captaron esta sensación de dislocación --y quizá incluso de temor-- en un nuevo análisis sobre el futuro de la economía mundial y el papel de las instituciones en ella.
Introdujeron el informe con una cita basada en los escritos de 1929 del filósofo político Antonio Gramsci: "El viejo mundo agoniza y el nuevo lucha por nacer; ahora es el tiempo de los monstruos".
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