La historia poco conocida del “Schindler neerlandés” que saltó normas para salvar a miles de judíos en la Segunda Guerra Mundial

Jan Zwartendijk trabajaba como cónsul adjunto de Países Bajos y, desde su cargo, emitió visados a miles de personas para que puedan escapar de los nazis

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Jan Zwartendijk
Jan Zwartendijk

El diplomático neerlandés en Lituania Jan Zwartendijk salvó a miles de judíos en la Segunda Guerra Mundial al darles visados hacia las Antillas Neerlandesas, territorios alejados de los nazis, pero al final Países Bajos le reprendió por saltarse las normas diplomáticas. El Parlamento exige otorgarle de forma póstuma el máximo galardón real.

Diputados neerlandeses, grupos judíos y varias organizaciones neerlandesas han enviado una carta al rey Guillermo Alejandro y al primer ministro, Mark Rutte, con una petición especial: otorgar de forma póstuma a Zwartendijk (1896-1976) la Gran Cruz de la Orden del León, la condecoración más alta en Países Bajos, para homenajear las hazañas del diplomático.

“Es uno de nuestros mayores héroes de la resistencia, salvó la vida de miles de judíos, pero pocos conocen su nombre y eso tiene que cambiar”, señala la misiva, firmada incluso por Roy Jakobs, el actual director ejecutivo de Philips.

Zwartendijk trabajó para Philips en Lituania y ejerció desde 1940 de cónsul adjunto de Países Bajos. Desde su cargo, emitió visados a miles de judíos para que puedan cruzar hacia la Unión Soviética y luego a Japón, para viajar a Surinam o las Antillas Neerlandesas, que, siendo territorios en el Caribe, eran las únicas partes de Países Bajos que no estaban ocupadas por los nazis, y les ayudó así a escapar de una muerte segura.

“Filas de refugiados judíos hicieron cola frente a su oficina y Zwartendijk firmaba visados desde muy temprano hasta la noche, hasta que se le dormían las manos. A menudo no se permitía más que un sorbo de café frío. Se olvidaba hasta de su propio cumpleaños porque le absorbía esta misión. No importa quién se presente ante él en la pequeña sala donde trabaja. El nombre y la nacionalidad son suficientes”, relata la misiva enviada al monarca.

Una visa firmada por Zwartendijk
Una visa firmada por Zwartendijk

Los firmantes de la misiva señalan que Zwartendijk “optó por la resistencia silenciosa” contra el nazismo “sabiendo que no puede vencerlo él solo”, e hizo lo que pudo “consciente de las posibles consecuencias” para él, su mujer y sus hijos.

La carta se refiere a él como el “Schindler neerlandés”, en referencia al empresario alemán Oskar Schindler, que también salvó la vida de más de un millar de judíos durante el Holocausto.

Nunca supo de sus hazañas

Después de la guerra, Zwartendijk trató de saber la cifra de personas que habían escapado a la muerte a manos de los nazis gracias a los visados que otorgó desde Lituania, pero solo tuvo noticias de una persona, lo cual fue una decepción para él.

Sin embargo, el día de su funeral, sus parientes recibieron una carta que dejaba claro que, en realidad, más del 95% de los miles de judíos a los que había tramitado el visado habían sobrevivido a la guerra al haber podido huir al otro lado del Atlántico.

Esa cifra fue la conclusión de un estudio que sus hijos habían encargado en los años sesenta al Centro de Investigación del Holocausto y el Centro Simon Wiesenthal de Estados Unidos.

La tumba de Jan Zwartendijk en Rotterdam
La tumba de Jan Zwartendijk en Rotterdam

El diputado progresista Sjoerd Sjoerdsma, del partido del gobierno D66, fue quien escribió la carta y logró el apoyo suficiente para su publicación. “Conocí la historia de Jan Zwartendijk en 2018, después de leer el libro que Jan Brokken había escrito sobre él. Incluso entonces hice preguntas parlamentarias al respecto”, aseguró Sjoerdsma.

Zwartendijk recibió una reprimenda en 1964 del entonces ministro de Exteriores Joseph Luns por no haber cumplido con las normas consulares por la forma en la que otorgó esos visados durante la persecución nazi, pero los firmantes de la carta creen que merece la condecoración más alta, aunque hacerlo de forma póstuma viole el protocolo.

“Sé que va en contra del protocolo, pero Zwartendijk rompió las reglas para hacer algo muy bueno, creo que también podemos hacer algo bueno al romper las reglas del protocolo. Esto se ha convertido en una gran iniciativa política y social”, celebró Sjoerdsma.

Las hazañas de este diplomático no pasaron completamente desapercibidas: Israel le otorgó el título de “Justo entre las naciones”, Lituania le dedicó un monumento en la ciudad de Kaunas, y en 2020, Philips inauguró un monumento dedicado a él en Eindhoven. Es Países Bajos, como Estado, quien nunca le trató como héroe, ni le ha dado nunca un reconocimiento por su labor durante la guerra.

“Estos héroes encarnan ideales a perseguir. Son modelos que seguir, en quienes reflejarse en tiempos de dilemas morales”, concluye la carta.

(Por Imane Rachidi - EFE)

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