La ex primera ministra conservadora Theresa May detasó risas generalizadas en la Cámara de los Comunes al relatar una anécdota durante un pícnic con la reina Isabael II en su finca de Balmoral.
“Todos colaboramos para disponer la comida y la bebida sobre la mesa. Cogí un poco de queso, lo puse en un plato y lo llevé a la mesa. El queso cayó al suelo”, recordó la ex premier.
“Tuve que tomar una decisión en una fracción de segundo”, añadió, causando las carcajadas de los parlamentarios, que imaginaban el dilema de May en un contexto que, aunque intentaba ser informal, mantenía el respeto hacia la monarca.
“Recogí el queso, lo puse en el plato y lo puse en la mesa. Me di la vuelta y vi que todos mis movimientos habían sido observados atentamente por su majestad”, añadió, causando más risas de la Cámara.
Solo atinó a esperar su respuesta. ¿Aprobaría la reina la falta de higiene? ¿Estaría de acuerdo con la regla popular de los cinco segundos?...
“La miré. Me miró y simplemente sonrió. Y el queso siguió en la mesa”, concluyó. Quedó el misterio si por dentro estaba de acuerdo o si reprobaba la reacción de la entonces premier.

En su mensaje tras el fallecimiento de Isabel, May también contó cómo eran sus citas periódicas con ella. “No eran encuentros con un monarca elevado y poderoso, sino conversaciones con una mujer con experiencia y conocimientos y una inmensa sabiduría. También eran las únicas reuniones a las que iba de las que sabía que no habría filtraciones a la prensa”, explicó.
Tras la muerte de Isabel II, otros políticos y personajes cercanos también compartieron anécdotas de encuentros privados, que destacaron su profundo sentido del deber pero también un agudo humor del que no estuvo a salvo ni el mismísimo James Bond.
El sucesor de May, Boris Johnson, también habló ante el Parlamento. “Puedo decirles, como testigo presencial directo, que ella misma condujo en su propio coche, sin detectives y sin guardaespaldas, dando tumbos a una velocidad alarmante sobre el paisaje escocés”.
También recordó cómo disfrutó de la reacción a su famosa acrobacia para los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, realizada junto a la estrella de James Bond, Daniel Craig.

“Recuerdo su inocente alegría hace más de 10 años, después de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres, cuando le dije que un líder de un país amigo de Oriente Medio parecía creer realmente que ella había saltado de un helicóptero con un vestido rosa y se había lanzado en paracaídas al estadio”, dijo.
El ex líder laborista Ed Miliband, que dimitió tras una aplastante derrota electoral en 2015, bromeó con los diputados sobre cómo la reina le había ayudado a reírse de su mala fortuna. “Mientras mi carrera caía en picado, la de mi mujer despegaba y fue (...) nombrada dama. Los dos fuimos invitados al palacio para conocer a su majestad. Su majestad me miró fijamente cuando nos vimos, y dijo ‘oh, es usted, ¿qué hace aquí?’, sabiendo perfectamente por qué estaba allí. Tuvimos una conversación maravillosa, y allí estaba ella a los 93 años, todavía llena de brío, vigor y humor”.
Meses atrás, el ex agente de protección de la realeza Richard Griffin recordó cómo estaba con la reina en Balmoral cuando se encontraron con dos turistas estadounidenses que estaban de vacaciones a pie.
Resultó que no la habían reconocido y cuando empezaron a charlar, la reina dijo que vivía en Londres “pero tengo una casa de vacaciones justo al otro lado de las colinas”, dijo a la televisión Sky News durante las celebraciones del jubileo. “¡Debes conocer a la Reina!”, dijo uno de los turistas, recordó Griffin, y añadió: “Tan rápido como un relámpago, ella dice: ‘bueno, no la he conocido, pero Dickie se reúne con ella regularmente’”.
Entonces, los turistas volcaron toda su atención sobre Griffin, e incluso le pidieron a la reina que les tome una foto con él. Le preguntaron cómo era ella en persona, a lo que respondió bajo su mirada: “Puede ser cascarrabias, pero tiene un gran sentido del humor”.

Daniel Craig, el último actor que ha encarnado al célebre superagente secreto al servicio de su majestad James Bond, contó al presentador de la televisión estadounidense Stephen Colbert una broma de la reina sobre la seria apariencia de su personaje. “Quería hacer una broma y la hizo sobre mí. Nos estaban tomando fotos y dijo: ‘así que ahora es él el que no sonríe, bueno, me parece bien’”, recordó Craig.
La veterana diputada laborista Harriet Harman relató el consuelo que le proporcionó la reina tras su salida del gobierno en 1998. “Cuando me destituyeron (...) mi agenda quedó vacía y mi teléfono dejó de sonar. Mi oficina se sorprendió al recibir una llamada del Palacio de Buckingham. Nadie más quería saber de mí, pero la reina quería verme. Me invitaron a tomar el té con la reina, para que ésta me agradeciera por mis servicios”.
(Con información de AFP)
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