
Ahora es en Tamaulipas donde pescadores han alertado el exponencial crecimiento imparable de peces diablo (Hypostomus Plecostomus), que afecta a otras especies, exterminándolas, lo que a su vez afecta la economía de pescadores.
Por lo que los pobladore han creado estrategias para alejarlos de los ríos, ya que están acabando con especies de mayor demanda, como la tilapia, casta rica, pejelagarto y tenguayaca
La especie se ha establecido en ríos y lagos de México a raíz de algunos especímenes fueron introducidos por aficionados a los acuarios. Como ha ocurrido con otras especies invasoras como la rana toro o la perca del Nilo, al no encontrar un predador natural, la especie se ha convertido en una plaga incrementando su número y diezmando severamente la población de especies endémicas.
Debido a que la mayor parte de la plaga se encuentra en la Presa Infiernillo se le ha denominado “pez diablo” por los habitantes del lugar. En el caso del pez diablo, esto se debe a que tiene mucho éxito en alimentarse de los huevos y crías de otros peces como tilapia y pez plateado. Esta situación ha creado una situación crítica para los pescadores de la región. En diversos lugares hasta 70% de las capturas son peces diablo.

En libertad puede alcanzar los 40 cm, pero en acuario no suele pasar de los 30 cm, llegando a vivir 15 años. Es omnívoro y nocturno, permanece quieto u oculto durante el día. Relativamente tranquilo, aunque territorial con otros peces de fondo, por la noche sale de su escondite para comer.
Los plecos o peces diablo constituyen especies muy adaptables a la variabilidad ambiental, lo que los convierte en especies invasoras muy peligrosas.
A la fecha han invadido diversas regiones de los Estados Unidos (por ejemplo, Texas, Florida y Hawái), Taiwán, Filipinas, Japón y Singapur. En México, sus vías de introducción han sido múltiples y van desde la liberación por parte de coleccionistas y aficionados a los acuarios, hasta su escape de las unidades de producción acuícola y de las instalaciones que utilizan los importadores comerciales. Hasta la fecha se tiene registro del establecimiento de varias especies de loricáridos en nuestro país.

En los sitios donde se establecen, los plecos pueden causar problemas de asolvamiento, resuspensión de sólidos y erosión en reservorios y canales. Son especies muy competitivas que alteran la dinámica de las cadenas tróficas, provocando la disminución en el tamaño de las poblaciones de peces nativos y el desplazamiento de las especies que se alimentan principalmente de algas y detritus.
En nuestro país, el primer reporte de la presencia en vida libre de este pez se realizó en 1995 en el río Mezcala, en la cuenca del río Balsas. Posteriormente se registró en la presa de Infiernillo, Michoacán, en donde se le ha relacionado con graves consecuencias para la producción pesquera de tilapia. Las pérdidas brutas derivadas de la presencia de plecos en dicha presa se calcula que fueron del orden de 13 millones de dólares en 2007.
También se ha reportado su presencia en el estado de Chiapas, en las lagunas de Catazajá y de Medellín, y en Tabasco, en localidades cercanas a Villahermosa, principalmente en la proximidad del río Usumacinta y sus vertientes. En el Mapa a se muestran algunas de las localidades del país donde se ha reportado la presencia de estos peces.

En nuestro país no existe una gran cantidad de depredadores o competidores naturales que puedan controlar el tamaño y la distribución de sus poblaciones. En su hábitat natural los plecos son depredados por cocodrilos, nutrias y algunos peces de mayor talla, pero en México han proliferado sin ellos. Se ha sugerido, como una alternativa para el control de estos peces, su uso y aprovechamiento como alimento, tal y como ocurre en algunos países suramericanos.
En este sentido, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) entre otras entidades, así como comunidades locales, promueven la captura del pez diablo para el consumo humano o su utilización comercial en diversos sectores productivos del país.

Sin embargo se debe tener especial cuidado con su consumo en humanos ya que en algunas regiones se han analizado y se ha descubierto que guardan altos niveles de mercurio y plomo.
El pez diablo, también conocido como “pleco” en Sudamérica, se entierra en el lodo o en las parte más sucias de ríos y lagunas, y es por eso que su armadura ósea acumula altas cantidades de metales pesados.
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