
La carrera de Sergio Pérez no se entiende sin el impulso económico que recibió por parte de la familia Slim, quienes han dedicado gran parte de sus esfuerzos a desarrollar el automovilismo en México, con la Escudería Telmex como principal bandera de su pasión por el deporte motor.
Entre los ahijados más exitosos, el nombre de Checo siempre relucirá en lo más alto de los éxitos, pues se convirtió en piloto de Fórmula 1 y se logró colocar en dos escuderías pioneras en la historia de la categoría: McLaren y Red Bull.
Sus dos victorias y 12 podios son resultado de una trayectoria llena de obstáculos y superación de la familia Pérez, quienes tuvieron que apoyarse en la calidad del tapatío para conseguir recursos de todas las partes posibles, hasta que encontraron a Carlos Slim y comenzaron a presentarse oportunidades rumbo a la cima del automovilismo.

La historia de Checo hubiera sido muy distinta si Carlos Slim Domit no hubiera puesto todo su empeño por impulsar su carrera, algo que se debe a la buena relación que formó con su padre, Antonio Pérez Garibay, quien tuvo que apartarse de su hijo para que su nombre empezara a crecer en el mundo motorizado.
Esto sucedió en 1997, cuando Sergio maravilló a la familia Slim por sus cualidades detrás del volante y se colocó como uno de los grandes prospectos para integrar la Escudería Telmex, que nacería en 2002 y que se convertiría en la nueva familia de Checo y de su hermano Antonio, quien eventualmente llegó a NASCAR.
El momento decisivo fue cuando Checo padeció el influyentismo de algunas familias bien posicionadas en el automovilismo mexicano, por lo que tuvo que buscar nuevas oportunidades en Europa; sin embargo, para lograrlo tuvo que ceder el control de su hijo a Slim Domit, quien tomaría todas las decisiones profesionales de Sergio, quien en aquel entonces tenía apenas 13 años.

De acuerdo con una entrevista proporcionada a El Informador, Antonio Pérez Garibay le confió la carrera de sus hijos a Carlos Slim Domit, quien aseguró que el objetivo era hacerlos campeones en NASCAR y Fórmula 1, pero para ello tendría que dejarle absolutamente todas sus decisiones profesionales al hijo del hombre más rico del mundo.
Fue en 2005, con un Sergio Pérez de apenas 15 años, cuando su carrera creció en Europa en la Fórmula BMW, con el apoyo incondicional de Telmex y con Carlos Slim hijo como tutor de la nueva promesa del automovilismo mexicano, quien siempre tuvo como objetivo llegar al primer plano de la categoría en autos de fórmula.

Fue en este momento cuando las decisiones profesionales de Checo dejaron de pasar por Antonio Pérez Garibay, quien se convirtió en un espectador más de lo que su hijo conseguía en territorio europeo, donde se fue a vivir completamente sólo a una edad muy temprana.
El padre de Sergio Pérez ya había sido campeón de nacional de la Copa Marlboro en 1987, pero aunque presume una pasión muy importante hacia el automovilismo, su poder se limitó cuando intentó hacer crecer la carrera de su hijo.
Posteriormente, cuando Checo demostró sus cualidades en Europa, las influencias de la familia Slim ayudaron a que se sumaran nuevos patrocinadores a su causa, por lo que las puertas comenzaron a abrirse en la máxima categoría y fue recolectando un apoyo económico importante con el paso de los años, ya sin depender exclusivamente de Carlos Slim Domit.
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