
Desde el inicio de la pandemia, instituciones científicas y empresas biotecnológicas y farmacéuticas se concentraron en el desarrollo de vacunas y tratamientos para frenar cuanto antes la pandemia del coronavirus. Ya están autorizadas diferentes vacunas contra el COVID-19 que son seguras y efectivas para reducir el riesgo de complicaciones y muertes si las personas quedan expuestas al virus. Pero aún se siguen investigando más detalles sobre cada una. Ahora se descubrió que la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por la empresa Johnson & Johnson y que solo requiere una dosis puede dar protección por al menos 8 meses. Según investigadores de Argentina, ese resultado podría indicar que las dosis de refuerzo no serían necesarios antes de un año de recibir el esquema completo de vacunación.
El dato surge de una investigación que realizaron investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos con colegas del centro de investigación que la empresa Johnson & Johnson tiene en Holanda. La vacuna, cuyo nombre técnico es Ad26.COV2.S, está hecha en base a una plataforma de vector viral. Participaron 20 personas que habían recibido la dosis de la vacuna y 5 participantes que recibieron un placebo. El trabajo fue publicado en la revista New England Journal of Medicine del miércoles 14 de julio.
“El estudio sobre la vacuna contra el COVID-19 de Johnson & Johnson evaluó su duración, y sus resultados son importantes en el contexto de la situación actual de la pandemia”, comentó a Infobae el doctor Guillermo Docena, profesor de inmunología de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata e investigador del Conicet.
“Los investigadores demuestran que la protección con esa vacuna de una sola dosis puede durar al menos 8 meses. El dato es interesante porque implica que las otras vacunas, que son con 2 dosis, podrían durar mucho más tiempo y que no serían necesarios las dosis de refuerzo al menos antes del año de haber completado el esquema”, señaló el doctor Docena.

También los investigadores de Estados Unidos y Holanda evaluaron la protección de la vacuna de Johnson & Johnson frente a las variantes de preocupación. “Como ya se ha corrobado en todas las vacunas, la de Johnson & Johnson también daría menos protección con la variante Beta. Con la variante Delta, que ahora predomina en Europa y en los Estados Unidos, la protección no se reduce de manera significativa cuando la persona está inmunizada con la vacuna de única dosis”, remarcó el investigador.
Los científicos liderados por Dan Barouch además informaron que el adenovirus que se usó como plataforma para desarrollar la vacuna contra el COVID-19 también se utilizó en una vacuna para Zika. Los investigadores señalan que la vacuna para Zika también tendría una protección que duraría más de 8 meses.
Para el investigador Jorge Geffner, del Conicet y la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, los resultados del estudio son “una buena noticia”. “El trabajo refiere centralmente a dos cuestiones: por cuánto tiempo perdura la respuesta de anticuerpos luego de la vacuna de Johnson & Johnson y, cómo varía en el tiempo la capacidad de estos anticuerpos de neutralizar variantes de preocupación, incluyendo la variantes sudafricana y la de Manaos, que han mostrado una tendencia significativa a evadir la acción protectora de las vacunas actualmente en uso”, sostuvo Geffner al ser consultado por Infobae.

De acuerdo con Geffner, los científicos “encuentran que la respuesta de anticuerpos neutralizantes se mantiene relativamente constante en el tiempo, a lo largo de 8 meses. Más interesante aún, encuentran que los anticuerpos ‘tardíos’ presentan una mayor capacidad respecto de los anticuerpos ‘tempranos’ a fin de neutralizar a estas dos variantes de preocupación”.
Y agregó: “Es un concepto básico en inmunología que la respuesta de anticuerpos con el correr del tiempo madura, en otras palabras, se incrementa la afinidad de los anticuerpos producidos. Esta maduración podría explicar la mayor eficiencia de los anticuerpos ‘tardíos’ a fin de neutralizar variantes que muestran una tendencia al escape de la respuesta inmune. Es una buena noticia, seguramente extrapolable al conjunto de vacunas que actualmente estamos empleando”.
La vacuna se basa en un adenovirus humano que ha sido modificado para contener el gen que produce la proteína de espiga del virus que causa el COVID-19. El sistema inmunológico del cuerpo responde a esa proteína para producir anticuerpos. La vacuna requiere solo una dosis y no necesita almacenarse congelada.
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