París, 27 jul (EFE).- Francia, antigua potencia colonial en Níger, conserva una fuerte presencia militar en este país que ha vuelto a primera línea de la actualidad por el golpe de Estado militar contra el presidente, Mohamed Bazoum, y además tiene importantes intereses económicos en la extracción de uranio.
La primera reacción de París al anuncio de la operación militar contra Bazoum fue condenar "todo intento de toma del poder por la fuerza" y reclamar que se "restablezcan las instituciones democráticas".
Francia mantiene desplegados 2.500 soldados en la región, repartidos entre Chad y Níger, donde su base está en Niamey, oficialmente en apoyo de las Fuerzas Armadas de Níger (FAN) para luchar contra los grupos armados terroristas en el Sahel, en particular en la conflictiva "zona de las tres fronteras" con Mali y Burkina Faso.
Precisamente en esa zona, y más en concreto en la región nigerina de Liptako se llevó a cabo entre el 10 y el 31 de marzo una operación conjunta entre las tropas francesas del Grupo Táctico Interejército (GTA) con las FAN para identificar los ejes por los que se mueven los grupos terroristas.
Las directivas ahora, en Níger como en el resto del Sahel, son mantenerse en una segunda línea y dejar el protagonismo de la acción a los ejércitos locales, después de la salida forzada de Mali, finalizada en el verano de 2022.
Francia tuvo que abandonar sus bases en Mali después de más de nueve años de presencia militar allí iniciada en 2013 para combatir la amenaza yihadista por los choques con la actual junta militar, que ha recurrido a la protección de los mercenarios rusos de Wagner.
Desde entonces, Níger y Chad son las principales bases de repliegue para todo el Sahel. El Ministerio francés de Defensa insiste en que su dispositivo allí está diseñado "con los socios regionales y se adapta de forma permanente a sus necesidades y a sus voluntades".
Por lo que respecta a los intereses económicos franceses en Níger, los principales tienen que ver con la extracción de uranio, combustible para las centrales nucleares, que corre a cargo de la compañía estatal francesa Orano (antiguamente Areva).
Níger es uno de los principales proveedores de uranio a Francia, con alrededor de un tercio del total en un país donde el 70 % de la electricidad se genera en los reactores atómicos. Otros exportadores de primera línea son Kazajistán, Uzbekitán, Australia o Canadá.
Orano explota yacimientos al noroeste de Níger, en la región de Arlit, desde 1971. Entre 1978 y 2021 extrajo 75.000 toneladas de este mineral de Cominak, una mina subterránea en la que dirigía las operaciones con una participación del 59 %, asociado con la compañía estatal nigerina Sopamin (31 %) y por la española Enusa (10 %).
El grupo público francés continúa la explotación de Somaïr, que es una mina a cielo abierto en la que controla el 63,4 % de la participación y el resto está en manos de Sopamin (36,66 %). La capacidad de extracción en ese complejo, en el que tiene 740 empleados, a los que hay que añadir 1.000 de subcontratas, es de 2.000 toneladas al año.
Por último, está el proyecto de Imouraren, a 80 kilómetros de Arlit, descubierto en 1966, y que es una de las reservas más importantes de uranio en el mundo.
Orano, que consiguió un permiso de explotación a comienzos de 2009 (tiene el 63,52 % y un 33,35 % restante es de Sopamin), de momento está experimentando nuevos métodos de extracción para reducir los costos y lleva a cabo campañas de perforación para evaluar cómo se desarrollarían las operaciones. EFE
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