El Museo Metropolitano de Nueva York (MET) anunció el jueves la retirada del nombre de la familia Sackler, una de las mayores mecenas de la institución, de varias galerías, debido a su supuesto papel en la crisis de los opiáceos.
El nombre Sackler será retirado de siete exposiciones, entre ellas, la galería que alberga el Templo de Dendur, informó el MET en un comunicado conjunto con la familia.
Los Sackler, que fueron durante años generosos benefactores de museos y prestigiosas universidades, amasaron una ingente fortuna con la farmacéutica Purdue Pharma, propietaria del popular medicamento para el dolor OxyContin, a base de opiáceos, y que ha causado una crisis de adiciones y decenas de miles de muertos en Estados Unidos.
"Nuestras familias siempre han apoyado fuertemente el MET y creemos que (esta decisión) es lo mejor para el museo y para la importante misión que realiza", dicen en el comunicado los descendientes de los hermanos Raymond y Mortimer, que junto al mayor, Arthur, donaron importantes cantidades de dinero a la pinacoteca.
En 2019, el museo cortó con la financiación de la familia Sackler, pero ha sido relativamente lento a la hora de retirar su nombre de las galerías.
El Museo del Louvre de París fue la primera gran pinacoteca en retirar el nombre de "Sackler" de la "Galería Sackler de Antigüedades Orientales" en 2019.
"El MET se ha construido con la filantropía de generaciones de donantes, y los Sackler han sido algunos de nuestros más generosos apoyos", reconoció Dan Weiss, el presidente del museo.
"Este amable gesto de los Sackler ayuda al museo a seguir prestando servicio a esta y a futuras generaciones. Lo agradecemos mucho".
Museos como The Smithsonian, The Guggenheim y los londinenses Tate y National Gallery rechazan contribuciones financieras de los Sackler.
El número de muertos en Estados Unidos por sobredosis de droga se elevó a 93.000 en 2020, un récord que se debe al creciente consumo de opiáceos durante la pandemia, según el Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC).
Desde 1991, más de medio millón de estadounidenses han muerto por sobredosis de opiáceos, tanto recetados por médicos como no recetados.
La crisis ha provocado una ola de denuncias de las víctimas, y de ciudades, condados y estados que tienen que hacer frente a los gastos que genera la rehabilitación y la prevención.
Los fabricantes de opiáceos como Purdue Pharma fueron los primeros en la mira, acusados de fomentar las prescripciones médicas mediante agresivas campañas de mercadeo al tiempo que ocultaban los efectos de su uso.
Purdue Pharma fue disuelta en septiembre tras un polémico acuerdo de bancarrota, por el que acordó pagar 4.500 millones de dólares a las víctimas a cambio de cierto grado de inmunidad para los propietarios, los Sackler.
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