Lucha desde hace 15 años por ser colectivera y un fallo de la Corte la avala, pero no consigue trabajo

Mirtha Sisnero afirma que su “fama” la perjudica para obtener un puesto de chofer. Sin embargo, se convirtió en la primera mujer en ser contratada como inspectora por una empresa de colectivos. La historia de un largo camino recorrido que aún espera un final feliz

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Lucha desde hace 15 años por ser colectiva, un fallo de la Corte la avala pero no consigue trabajo: “Me castigan por conflictiva”
Lucha desde hace 15 años por ser colectiva, un fallo de la Corte la avala pero no consigue trabajo: “Me castigan por conflictiva”

Su lucha por ser colectivera lleva 15 años y a pesar de haber logrado un fallo favorable de la Corte Suprema, que reconoció que era discriminada por las empresas transportistas, Mirtha Sisnero (56) sigue sin conseguir trabajo de chofer.

A medida que pasa el tiempo, su deseo de estar sentada frente al volante se vuelve cada vez más lejano pero ella conserva la satisfacción de que su reclamo judicial haya servido para allanar el camino de otras aspirantes.

Actualmente, las compañías de todo el país están obligadas por ley a establecer un cupo del 30 por ciento de mujeres en el plantel de choferes. Y en 2021, el Ministerio de Trabajo creó el Programa para la Promoción e Inclusión de Mujeres en la Actividad del Transporte Automotor, un registro para fomentar la inscripción de aquellas mujeres mayores de 21 y con licencia habilitante que quieran trabajar como conductoras de colectivos.

Estos avances en materia laboral a favor de la igualdad de género fueron, en gran parte, gracias a la batalla que emprendió Mirtha en 2008 en Salta, su provincia natal.

Tras batallar en la justicia, Mirtha fue contratada como inspectora en una empresa de colectivos en 2016
Tras batallar en la justicia, Mirtha fue contratada como inspectora en una empresa de colectivos en 2016

Divorciada y madre de dos hijos mayores de edad, obligó a que la justicia debatiera sobre el derecho de las personas a elegir libremente una profesión o empleo y a que no sean discriminadas en razón del género en el proceso de selección para acceder a un puesto.

Esto fue en el marco de una acción de amparo interpuesta conjuntamente por Sisnero y por la Fundación Entre Mujeres contra la Sociedad Anónima del Estado del Transporte Automotor (Saeta), la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMT) y las siete empresas operadoras de transporte público de pasajeros de la ciudad de Salta.

En los inicios de la demanda, hubo un fallo de la Cámara de Apelaciones Civil y Comercial, Sala V, de la ciudad de Salta, que ordenó el cese de la discriminación por razones de género y estableció el cupo del 30 por ciento.

Pero las empresas transportistas apelaron la decisión y, en 2010, la Corte de Justicia de Salta les dio la razón al considerar que no estaba probado que los empresarios discriminaron a Mirtha y que no se podía obligar a las líneas a emplear a mujeres.

Ante esa resolución, Mirtha llevó la causa a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, el 21 de mayo de 2014, pidió al Tribunal salteño que revea su resolución, al ponderar que con solo cotejar que los colectivos no tuvieran conductoras era una muestra clara de que había desigualdad de género.

Los jueces locales, finalmente, cambiaron sus posturas y hoy hay mujeres al volante, aunque Sisnero nunca fue contratada para manejar un colectivo.

Mirtha tiene 56 años, vive en Salta y sueña con jubilarse de colectivera
Mirtha tiene 56 años, vive en Salta y sueña con jubilarse de colectivera

Mirtha cuestiona el fallo de la Corte. “Sus miembros solo hicieron una recomendación a la justicia salteña. Se lavaron las manos y dijeron: ‘Que lo resuelva Salta’. Y la justicia de acá actuó con venganza. A los jueces no les gustó que los haya desafiado y llegado hasta la Corte. Me castigan por conflictiva”, enfatizó en diálogo con Infobae.

Y agregó: “El proceso no terminó para mí porque todavía no me pusieron a conducir un colectivo. No se cumplió mi petición porque la Justicia de Salta no respetó nunca el fallo”.

Sin embargo, gracias a su insistencia, el apoyo de la gente y varias organizaciones sociales logró que la empresa Tadelva la contratara como inspectora del servicio de colectivos del Corredor 1. “Fui la primera mujer en ocupar ese cargo”, recordó Mirtha sobre su nombramiento en 2016.

“En ese momento sentí que había ganado una batalla, pero no la guerra. Acepté el cargo esperanzada en que si surgía alguna vacante como chofer me iban a cambiar de puesto pero eso todavía no ocurrió y ya pasaron siete años”, se lamentó.

Lo curioso es que en todos estos años fueron varias las mujeres que ingresaron a la empresa como colectiveras. “Actualmente son más de 10 conduciendo, pero el tema del cupo nunca se pudo completar porque hay mucho recambio de personal”, admitió Mirtha.

“Las chicas se cansan y se van. Hubo casos de chicas jóvenes con hijos chiquitos que no tenían con quien dejarlos y otras que estaban complicadas con los horarios porque hay turnos que arrancan a las 4 de la mañana”, explicó.

Al advertir esta situación, Mirtha volvió a insistir con un cambio de puesto antes de la pandemia. “Me tomaron un examen de manejo pero me dijeron que estaba floja y que tenía que seguir practicando. Es cansador. Me agota estar siempre planteando el mismo tema y ponerme a discutir sabiendo que no voy a ganar”, afirmó.

Antes de la pandemia, Mirtha volvió a rendir un examen para postularse como colectivera pero no aprobó
Antes de la pandemia, Mirtha volvió a rendir un examen para postularse como colectivera pero no aprobó

Mirtha trabaja como inspectora de 14 a 22 horas y aclara que gana “un poco menos” que un colectivero. Sin embargo, tiene la posibilidad de compensarlo “haciendo horas extras o trabajando los feriados”. Su tarea consiste en revisar que se cumplan con los horarios del recorrido de los colectivos y que los pasajeros utilicen las tarjetas SUBE que les corresponden. “Hay muchos que pasan la tarjeta del abuelo para pagar menos”, ejemplificó.

Antes de ingresar a Tadelva, Mirtha tuvo un almacén, fue peluquera y administró bibliotecas populares. Y fue a fines de los noventa cuando en un viaje a Córdoba observó que los trolebuses eran manejados por mujeres y le pareció “una idea espectacular”.

“Detrás de esa iniciativa estaba el municipio. Lo planteé en el Concejo Deliberante y les encantó la idea pero mucho no hicieron. Y cuando fui a llevar mi CV a las empresas me cerraron las puertas. ‘No contratamos mujeres’ me decían” recordó. Y ahí arrancó con su lucha, que todavía no abandona.

“Estoy muy cómoda en la empresa pero me encantaría jubilarme conduciendo un colectivo. Acá ya lo saben todos. Esperemos que algún día eso ocurra”, concluyó Mirtha.

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