“Mi papá Javi mató a mi mamá”: familia de Victoria Arreola busca sentencia histórica para su feminicida

Victoria Arreola se convirtió en una de las más de 900 mujeres asesinadas en México en 2022; más de 4 mil 600 feminicidios bajo la actual administración federal

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Foto: Facebook Justicia Para Victoria
Foto: Facebook Justicia Para Victoria Arreola

“Mi papá Javi le apuntó con la pistola a mi mamá”. Estas fueron las palabras de un menor de cuatro años que tuvo que ver como Javier Antonio “J” -su padrastro- asesinó a su madre Victoria Arreola, una de las 44 mujeres víctimas de feminicidio en Chiapas durante el año 2022.

La mañana del 21 de septiembre policías estatales y agentes de la Fiscalía General de Justicia de (FGJ) de Chiapas encontraron el cuerpo de Victoria Arreola junto a un auto marca Jetta color blanco con placas DNS731B; en el vehículo estaban sus dos hijos, de cuatro y un año y seis meses; junto a ellos el presunto feminicida -para efectos legales- que intentó hacer pasar el hecho como “un asalto”.

Los hijos de Victoria Arreola aún lloraban cuando la policía llegó a la escena del crimen y “papá Javi” se dolía de un balazo que los “asaltantes” le habrían dado en una pierna; mientras el cuerpo de la víctima estaba junto a la carretera que conecta los municipios de Arriaga y Tonalá, Chiapas.

Javier Antonio “J”, alias “El Kachy”, -exmaestro de secundaria- pronto cayó en contradicciones y no pudo sostener la teoría del supuesto asalto; pero fueron las palabras de su hijastro las que terminaron con inculparlo.

“Papá Javi mató a mi mamá”. El pequeño contó a los oficiales que Victoria y su presunto feminicida discutían en el auto antes de apuntarle con el arma y asesinarla; minutos después él mismo se disparó en la pierna para reforzar la teoría del asalto.

Foto: Facebook Justicia Para Victoria
Foto: Facebook Justicia Para Victoria Arreola

Secuestro y encubrimiento del feminicida de Victoria Arreola

Una de las primeras personas que llegó a la escena del crimen fue la madre de Javier Antonio “J”, quien aprovechó para llevarse a su nieta y, de paso ocultar el arma con la que su hijo asesinó a su nuera.

En entrevista para Infobae México, la hermana de Victoria Arreola narró como la familia tuvo que lidiar con un problema más, recuperar la custodia de la niña, a quien su propia abuela había secuestrado; fueron 17 días de peticiones y negativas para que devolviera a la niña, hasta que finalmente con una orden judicial lograron tenerla de regreso.

A raíz del feminicidio de Victoria Arreola, Leyvi se convirtió en una de las miles de madres, hijas, amigas y hermanas que salen a las calles cada que pueden -cuando el trabajo y los deberes familiares lo permiten- para exigir que el gobierno no “tape el sol con un dedo y que no escondan las cifras de desaparecidas y mujeres asesinadas”.

Foto: Facebook Justicia Para Victoria
Foto: Facebook Justicia Para Victoria Arreola

Violentar para acallar los gritos de justicia

La violencia que le arrebató la vida a Victoria Arreola no fue espontánea, sufría violencia familiar, violencia física y psicológica de “Papá Javi”; los moretones en su cuerpo eran recurrentes -según las declaraciones de una de sus vecinas, Tania Aceituno-.

Fue esa misma violencia la que le arrebató la vida frente a uno de sus hijos y que aún después de su feminicidio no ha terminado; en la página de Facebook Justicia Para Victoria Arreola sus familiares siguen recibiendo intimidaciones y amenazas.

Hasta el mes de octubre de 2023 suman 694 feminicidios en el país -según cifras oficiales-, 27 de ellos en Chiapas, 33 si se contabilizan los datos de noviembre; 34 al voltear a ver el feminicidio de una migrante cubana a quien su pareja asesinó a machetazos en Tapachula, Yarleni era su nombre y tenía 34 años.

La hermana de Victoria Arreola recuerda que no sólo se pide poner atención al número de feminicidios, sino también a la brutalidad con la que se cometen los crímenes: “Como si mataran a un animal; aunque tampoco ellos se merecen morir de esa forma. Nos da rabia, coraje e impotencia y ¿todavía nos tenemos que quedar calladas por miedo, para que las familias (de los feminicidas) no nos hagan daño?, pues no. ¡Ya basta!