
Con una frondosa nariz prostética y una peluca color rojo fuego, Mario Vaquerizo sufre en La reina del convento una transformación al más puro estilo Noche de estrellas: se presenta como un artista de género pop y metamorfosea, tras una contingente emisión de humo, a Sor Juanita, una monja cuyo interés por la religión va más allá de la elaboración de tocino de cielo. “Mi próximo paso sería ser archivista”, dice el líder de las Nancys Rubias a Infobae España. Un paso, quizá, incluso menos bizarro que la decisión de interpretar a una mujer católica en la gran pantalla.
Vaquerizo cree que haber dado el salto hacia una interpretación tan tróspida ha sido “una actitud muy valiente” por su parte, además de una “responsabilidad” tremenda al tratarse de un nuevo reto. La cinta dirigida por Carmen Perona es difícil de describir. Tiene todos los elementos indispensables para sorprender al espectador, pero no precisamente por su guion, perspicacia o ingenio. Más bien porque todos sus ingredientes conforman una masa tan bizarra de interpretaciones y frases hechas que, por ímpetu, descaro o desesperación, termina haciendo gracia.
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“Es la primera vez que hago de mujer”, dice a este medio, un papel que no le convencía en primera instancia. “Me lo pensé mucho a la hora de hacerla”, relata de Sor Juanita. “Primero por pudor, porque no quería que pareciera que me entrometía en una profesión que no es la mía”, explica Vaquerizo. El segundo motivo tenía que ver con la controversia que su rol pudiera generar. “Temía que pudiera causar ofensa y a mí ofender es lo último que me gusta hacer”, se defiende.
El impertérrito cantante dice que, a medida que iba leyendo el guion, se iba deshaciendo de los prejuicios que había adquirido. “Se fueron eliminando porque vi que era la historia de una persona que busca ser dueña de su vida y que decide encontrar la salvación en Jesucristo y acude a un convento”, apostilla. “Es una película agradable, en la que hay un montón de situaciones surrealistas, estridentes y delirantes, pero que te saca una sonrisa. Eso es lo que todos perseguimos en el día a día y eso es lo que me llevó a querer hacerla”, indica. Eso sí, esta es la primera vez que Vaquerizo se ve a sí mismo en la gran pantalla, una sensación que le dejó “noqueado” porque, admite, no se reconoció. Algo que evidencia el “éxito” de su caracterización e interpretación. A Vaquerizo le ha gustado tanto la experiencia que, afirma, le ha “picado el gusanillo para seguir haciendo más cine”.
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La ofensa, la crítica y la intervención televisiva
La reina del convento es un manual repleto de situaciones que podrían levantar ampollas entre todo tipo de colectivos, pero Vaquerizo considera que ese no es el caso “porque está hecha con la pretensión de no ofender”. Es más, considera que “ensalza el amor y la tolerancia”: “No está cuestionando absolutamente nada, ni la institución, ni la religión, ni la espiritualidad, ni nada”, añade.
“Jesús siempre ha sido esbelto, claro”, indica. “Es un ser maravilloso y guapísimo”, añade sobre la polémica del cartel de Semana Santa de Sevilla, que ha generado muchos comentarios despectivos por su representación “amanerada”, “homosexual” o “lejos de los valores cristianos”, adjetivos que aparecieron en redes sociales. Vaquerizo se considera una persona devota, no en vano, va a misa y reza “todas las noches un padrenuestro”. “Siempre que tengo la oportunidad voy a misa y comulgo, me da paz y serenidad”, enuncia.
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Con respecto al carácter más controvertido de su persona, dice que nunca se había dado tanta importancia a sí mismo como lo hace el resto de la audiencia, pendiente de sus intervenciones televisivas y gazapos opinativos. “No sabía que mis declaraciones o comentarios podrían interesar tanto a la opinión pública”, indica de forma irónica. “Soy una entretenedora, no entiendo por qué determinadas personas se toman tan en serio mis opiniones, en el fondo me están dando una importancia ni tengo, ni la quiero tener”, justifica. “Me considero una estrella del pop, y una estrella del pop no es ni un político, ni un líder de opinión, es una obrera mediática, como soy yo”, dice. De ahí que a Mario Vaquerizo le importe más bien poco lo que de él se pueda opinar. “Que quiten el canal cuando salga yo”, concluye.
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