Tras el FMI, Standard & Poor's también le dio un fuerte respaldo al gradualismo fiscal

Un informe de la calificadora asegura que la deuda "no es un problema" y que el Gobierno avanza en la reducción de los déficit gemelos. Sin embargo, por ahora no habrá mejora de nota

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Standard & Poor’s emitió un informe positivo sobre la política económica de Cambiemos
Standard & Poor’s emitió un informe positivo sobre la política económica de Cambiemos

La calificadora de riesgo Standard and Poor´s apoyó buena parte de las medidas que el Gobierno está adoptando en materia de política económica y reducción del déficit.

En un informe optimista sobre Argentina, considera que el crecimiento se acelerará en los próximos dos años, ve a la inflación bajando pero recién a un dígito en 2021, asegura que los déficit gemelos irán disminuyendo gradualmente y que el perfil de la deuda tiene "claras fortalezas", alejando incertidumbres respecto a la capacidad de cumplimiento.

Eso sí, en el trabajo, S&P advierte que para llevar adelante el plan "gradualista" en materia fiscal la condición necesaria es continuar recibiendo el financiamiento de los mercados. "Es nuestro escenario base seguirá habiendo crédito para la Argentina, pero en caso de que no suceda es evidente que el recorte presupuestario deberá ser mucho más rápido", explica.

El análisis publicado por S&P se conoce pocos días después de que la titular del FMI, Christine Lagarde, también apoyara la reducción de un punto por año del déficit fiscal primario. "Lo que ha hecho Mauricio Macri en estos dos años ha sido extraordinario", indicó en su visita al país en el marco de la cumbre de ministros del G-20.

Para S&P el enfoque gradualista conseguirá reducir el déficit fiscal, aunque depende del financiamiento de los mercados. Y cree que la inflación bajará muy gradualmente, llegando al dígito recién en 2021

Nada dice el informe de la calificadora, sin embargo, sobre una posible mejora de la calificación de la deuda argentina, luego de la última suba el 25 de octubre pasado, es decir tres días después de las elecciones legislativas que ganó el oficialismo. Recuerda, sin embargo, que nuevas acciones positivas en ese sentido dependen de factores tales como: una reducción "considerable" de los déficit gemelos, una disminución sostenida de la inflación y menor vulnerabilidad externa.

8 puntos claves del Informe de S&P

Los pasajes salientes del enfoque de la calificadora sobre la política económica del Gobierno son:

1."Esperamos que el PBI crezca 2,8% este año, igual que el año pasado, y acelere un poco en 2019 y 2020. En los próximos años, la inversión en maquinaria y equipamiento, así como en construcción, impulsarán la expansión.

2. El crecimiento del consumo privado durante 2018 se desacelerará en cierta medida conforme los aumentos salariales reales se moderen, aun cuando el crecimiento del empleo continúe. Proyectamos que durante 2018-2020 la variación del consumo público se acercará a cero en términos reales, sin que contribuya ni reste de manera significativa al crecimiento.

3. La restricción clave a nuestras proyecciones de crecimiento es la disponibilidad de financiamiento para los dos grandes déficits gemelos de Argentina, el fiscal y el externo, que dependerán de factores que están fuera del control del país".

Uno de los puntos más fuertes del análisis de la calificadora está relacionado con la deuda. Considera que el perfil es una “fortaleza” para la Argentina, tanto por la duración como por encontrarse en buena medida en poder del sector público.

4. "La ampliación del déficit de cuenta corriente de 2017 era probablemente inevitable, dado que la necesidad de endeudamiento público neto del año pasado fue de más del 6% del PBI, y fue financiada en gran parte por emisiones de deuda en el extranjero. Uno de los supuestos de nuestro escenario base para 2018 y 2019 de Argentina es que se reduzcan gradualmente los grandes superávits externos de cuentas financieras y los déficits de cuenta corriente. Para 2018 y 2019, proyectamos déficits de cuenta corriente de 4,2% del PIB y 3,7% del PBI, respectivamente. Sin embargo, tal como en el pasado, los déficits fiscal y externo de Argentina solo pueden ser tan grandes como lo es la voluntad del resto del mundo para financiarlos".

5. El compromiso del Gobierno para recortar subsidios a la energía y transporte, elevó los precios de los servicios públicos el año pasado en un 50,7%, y esas alzas, fundamentales para el programa de consolidación presupuestaria, han tenido efectos secundarios sobre la inflación básica. En nuestra opinión, esto, además de las preocupaciones sobre las próximas negociaciones salariales y la volatilidad de la moneda, explican por qué las expectativas inflacionarias en Argentina han crecido tanto.

6. Para este año, proyectamos un IPC de 12 meses al cierre de diciembre de 21% en comparación con la meta de inflación revisada del Banco Central de 15% para 2018. Continuamos proyectando que Argentina alcanzará niveles de inflación de un dígito para 2021. Al mismo tiempo, reconocemos que existen riesgos para nuestras proyecciones.

7. El perfil de la deuda argentina tiene algunas fortalezas fundamentales. El plazo promedio de vencimiento, mayor a ocho años, es largo en relación a muchos pares, mientras que el costo de fondeo ponderado a un estimado de 6,4% (que en particular refleja una tasa de interés de cero que mantiene el BCRA) es bastante moderado, suponiendo (una vez más) un tipo de cambio nominal estable. Con un poco más de un tercio de la deuda del Gobierno retenida por el Banco Central y otro 16% por el fondo de seguridad social y otros organismos públicos, sólo alrededor del 47% de la deuda del gobierno central está en posesión del mercado.

8. Nuestra suposición es que el financiamiento de los déficits fiscal y externo de Argentina permanecerán disponibles durante este y el próximo año, según las condiciones del mercado se mantengan benignas y mejoren los fundamentals de Argentina. Cualquier interrupción en ese supuesto presionaría a las autoridades para mejorar el déficit primario de manera mucho más rápida, durante un período de crecimiento potencialmente más débil y de presión sobre el tipo de cambio nominal y real.

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