En el Fútbol Profesional Colombiano (FPC), las sanciones por tarjetas amarillas y rojas no solo implican suspensiones en la competencia, también supone el pago de multas que, para la temporada 2025, alcanzan cifras que superan, y por mucho, el valor de la canasta básica familiar en el país.
Así lo reveló un informe Valora Analitik en el que se compararon los valores según lo establecido por el régimen disciplinario de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), y teniendo como referencia un Salario Mínimo Diario Legal Vigente (smdlv) y los costos que afrontan los jugadores por distintas infracciones en medio de los partidos. Estos fueron los resultados:
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¿Cuánto debe pagar un futbolista por una amonestación por doble tarjeta amarilla en Colombia?
La expulsión por doble amonestación con tarjeta amarilla (que sumadas equivalen a una roja) es una de las sanciones más recurrentes en el FPC, y en el fútbol en general.
La normativa en el país sudamericano impone, además de la suspensión automática por un partido, una multa económica de seis smdlv, que se traducen en 285.000 pesos colombianos, según las proyecciones para 2025 y en las que se estima el salario mínimo diario en $47.500.
Esta cifra a pesar de no representar un monto significativo para los futbolistas mejor remunerados (y que no tienen que preocuparse por los precios de la canasta familiar como miles de ciudadanos de a pie), puede compararse con el ingreso diario de una persona que devenga el salario mínimo, y en su caso, corresponde a más de seis días de trabajo.
Además, los $285.000 equivalen al gasto en transporte público de ida y vuelta durante aproximadamente 47 días, considerando un promedio de $6.000 por día en ciudades como Bogotá, Medellín o Cali.
Por evitar un gol con la mano la sanción se duplica
Cuando un jugador comete mano deliberada para evitar un gol, el castigo es más severo, tanto en términos disciplinarios como económicos.
La acción contempla una suspensión que puede variar entre dos y cuatro partidos, además de una multa de 12 smdlv, es decir $570.000.
La reincidencia en este tipo de infracciones puede incrementar las sanciones. Por lo tanto, una jugada que podría parecer un “sacrificio táctico” en el momento a la final puede terminar siendo un golpe, además de los intereses del equipo de fútbol, al bolsillo del infractor.
Las conducta violentas que le salen caras no solo los jugadores del Fútbol Profesional Colombiano
En el Código Disciplinario de la FCF se consideran de manera especial las conductas violentas o el juego brusco grave.
Esta conducta puede representar en números entre 13 y 20 smdlv; en otras palabras, multas que rondan entre los $617.000 y $950.000, y con suspensiones cuyo tiempo depende de la gravedad evaluada por el Comité Disciplinario (como una entrada que pudo poner en riesgo la integridad del jugador del equipo contrario, por ejemplo).
Estas sanciones no solo afectan la posibilidad de participar en varias fechas, y también suponen para los clubes la obligación de cubrir sumas que superan el valor mensual de la canasta básica de alimentos, que ronda los $150.000.
Las falta de respeto, como escupir, son de las multas más costosas en el FPC
Entre las faltas más sancionadas se encuentra escupir a un adversario o a un árbitro, considerada como una de las acciones más antideportivas y de irrespeto.
La normativa establece una suspensión de entre cuatro y ocho fechas y una multa de hasta 60 smdlv, que equivale aproximadamente a $2.850.000.
Esta cifra casi duplica el salario mínimo mensual proyectado para 2025 ($1.425.000) y supera con amplia lo que una familia colombiana requiere para cubrir la alimentación y el arriendo de una vivienda de tipo medio durante un mes.
¿A quién le duele más el bolsillo por las multas, al club o al futbolista?
Aunque el Código Disciplinario de la FCF imputa la sanción al futbolista responsable de la infracción, en la práctica, el pago de la multa económica suele estar a cargo del club al que pertenece el jugador.
Sin embargo, existen excepciones: en casos de faltas consideradas injustificadas o provocadas de manera deliberada, el empleador tiene la potestad de descontar el valor de la sanción directamente del salario mensual del jugador sancionado.
Especialistas en arbitraje y directivos han explicado que estas normas buscan fomentar la autorregulación entre los futbolistas, desincentivando el juego brusco y las conductas antideportivas. Pero de paso dejan a la luz las diferencias robustas entre los sueldos que se manejan por parte de un jugador de fútbol y un ciudadano del común.
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