
En 1977, el día después de que Paul Williams ganara un Oscar por escribir la letra de "Evergreen" --el tema principal de Nace una estrella, protagonizado por su compositora, Barbra Streisand--, recibió una llamada telefónica de los responsables de las contrataciones de Circus of the Stars #2, un especial de televisión que mostraría a figuras destacadas de la década de 1970 como Telly Savalas y Lynda Carter.
"Iban a hacer un segmento de paracaidismo", recuerda Williams. "Buscaban a alguien famoso con experiencia, y había un Paul Williams en la lista del Parachute Club of America. Dijeron: 'No eres tú, ¿verdad?'. Yo dije: 'Sí, soy yo, y la respuesta es sí'".
Esa mezcla de versatilidad y audacia hizo de Williams, a quien se rendirá homenaje en "The Lovers, the Dreamers & Me: The Songs of Paul Williams" en el centro cultural 92nd Street Y esta semana, una de las personalidades más ineludibles de su época.
Los numerosos créditos del diminuto compositor incluyen algunos de los éxitos imperecederos de los Carpenter, entre ellos"We've Only Just Begun" y"Rainy Days and Mondays" --ambos creados con el compositor Roger Nichols-- y la entrañable canción insignia de la Rana René,"Rainbow Connection", escrita con Kenny Ascher.
Williams también fue un elemento esencial de los programas de variedades y de entrevistas, y en un momento dado apareció en The Tonight Show de Johnny Carson con el traje peludo que utilizó para su actuación en La batalla del planeta de los simios de 1973. Mientras escribía bandas sonoras, Williams tomó una variedad de papeles en cine y televisión: un productor discográfico en la favorita de culto Un fantasma en el paraíso, un tejano adinerado en 2 pícaros con suerte.
Pero el personaje más escandaloso de Williams era él mismo. El abuso de sustancias era un factor: "cocaína y vodka, o lo que tuvieras. Un poco más, por favor", bromeaba. No era suficiente saltar de aviones, también participó en carreras de motocicletas por el desierto a sus veintitantos años, y más tarde se sintió atraído por los coches. "Me gusta ir rápido", explicó.
A sus 85 años, Williams ha aprendido a ir más despacio, al menos en algunos aspectos. "Conduzco un BMW M2 Competition que alcanza los 180 km/h", dijo, "pero a 30 km/h". Lleva 35 años sobrio, un punto que surgió repetidamente, a menudo acompañado de las palabras "recuperación" y "rendición". "Era: 'Bueno, drogas y alcohol, ustedes ganan; yo ya no puedo competir con ustedes'".
Citó al poeta sufí Rumi, mediante ligeros parafraseos: "'Vende tu inteligencia y compra el desconcierto'. Cuando mi adicción estaba en su peor momento, me volví muy inteligente. Escribí letras increíbles y brillantes, y están en algún cajón".
Williams charlaba en las oficinas neoyorquinas de la Sociedad Estadounidense de Compositores, Autores y Editores (ASCAP, por su sigla en inglés), donde es presidente y jefe del consejo de administración desde 2009, y vestía una sudadera negra con un dibujo de Animal, el muppet rockero, en una pose que recordaba a El grito de Edvard Munch. Cuando el creador de los Muppets, Jim Henson, le pidió que apareciera en la primera temporada de El show de los Muppets en 1976, dijo Williams, sintió una afinidad instantánea.
"De niño nunca tuve una casa en el árbol, un lugar donde estar con tu pandilla. En cuanto entré en el plató y conocí a los Muppets y a Jim, tuve una casa en el árbol".
Christian Borle, la estrella del teatro musical que cocreó y escribió la celebración de 92NY con su esposa y compañera de actuación, Skye Mattox, espera reflejar ese espíritu juguetón y ese anhelo desenfadado y en ocasiones melancólico. Esa combinación ha atraído a artistas como David Bowie y Sergio Mendes a las obras de Williams, y en décadas más recientes ha atraído a colaboradores como Daft Punk y Scissor Sisters.
"Paul sabe que básicamente es el anfitrión de facto", dijo Borle sobre el próximo evento en una entrevista en video. "Le encanta hablar con el público, y tiene un alijo de historias increíbles". Se supone que las anécdotas durarán tres minutos, añadió Borle, pero "no van a ser tres minutos; van a ser seis. ¡Y eso está bien!".
Mattox señaló que Williams aparentemente ha estado "evitando leer demasiado lo que le enviamos. Creo que realmente quiere sorprenderse; habla mucho del 'desconcierto'".
Williams también cantará, un poco. "Con mi oído", dijo, "llego a un punto en el que hay fatiga auditiva, así que si intento cantar durante hora y media, podría ser doloroso para el público".
Siempre tiene un chiste a la mano. Elizabeth Matthews, directora ejecutiva de la ASCAP, señaló por correo electrónico: "Rara vez tengo una conversación con Paul en la que no acabe llorando de tanto reírme. Es un auténtico cuentacuentos estadounidense".
Para Williams, el humor y la franqueza funcionan muy de la mano. "Siempre he bromeado que escribía himnos codependientes", dijo. "Escribía como el hombre que quería ser: el hombre que podía llorar de lo enamorado que estaba de otra persona. Creo que eso está bastante bloqueado en muchos hombres, y una de las cosas que puede desbloquearlo es la música".
En la actualidad, está enfocado en su trabajo para la ASCAP, donde apoya a los pilares menos estelares del mundo del pop: "Me encanta recorrer los pasillos del Congreso, incluso en estos tiempos, y recordarle a todo el mundo en Washington que no habría industria musical sin los autores y compositores de canciones y los editores que nos apoyan". Y sigue activo en nombre de otros adictos en recuperación con menos recursos mediante apariciones en la Comic-Con a beneficio de "las organizaciones que me salvaron la vida".
Desde el punto de vista creativo, entre los proyectos en desarrollo de Williams figuran las adaptaciones teatrales de Paradise y El laberinto del fauno, la película de Guillermo del Toro de 2006, para la que Gustavo Santaolalla está componiendo la música.
Atribuyó esta productividad a la mayor conciencia que adquirió con la sobriedad. "Ya no pienso: 'Bueno, dentro de ocho meses estaré muerto'". Aunque la mortalidad asoma de vez en cuando la cabeza: hace unos meses, Williams fue operado de una dolorosa hernia discal; un cirujano detectó un nervio muerto, o eso creía él.
"La otra cirujana dijo que la forma en que se lo describió fue que el nervio empezó a vibrar, primero lentamente, luego más deprisa, hasta que alcanzó la velocidad máxima, que él describió como 'alegremente'", recordó Williams, que había llevado un bastón a la entrevista. "Cuando ella dijo 'alegremente', una lágrima corrió por mi mejilla". Le susurró: "'La música es vibración'. Y los dos perdimos el control: dos personas que apenas se conocían, abrazadas, llorando".
La primavera pasada, Williams vivió otra experiencia emotiva en Coachella: él y otros artistas se unieron a algunos de los herederos de los Muppets, las marionetas del programa infantil Yo Gabba Gabba!, para cantar "Rainbow Connection". Los miembros del público de entre 20 y 30 años "lloraban como un montón de blandengues", recordó Williams, encantado.
"Eso es lo que yo llamo un pago del corazón, como cuando alguien me dice: 'Mi mamá era madre soltera, y para nosotros fue 'You and Me Against the World'", dijo Williams, en referencia al éxito de 1974 que él y Ascher escribieron para Helen Reddy. "Esa declaración, esa lágrima en la mejilla: ese es el Oscar. Ese es el verdadero Oscar".
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