Los jets privados reemplazan cada vez más los viajes en automóvil pero con un alto impacto medioambiental

Los jets privados, que eran un símbolo de lujo, pero ahora son también una fuente significativa de emisiones de carbono en el mundo. Este cambio es particularmente notable entre los ultra ricos, quienes en años recientes han aumentado considerablemente el uso de aviones privados para desplazamientos que, en muchos casos, podrían haberse realizado en automóvil. Según un nuevo estudio publicado en Communications Earth & Environment, mientras que solo el 0,003 % de la población mundial utiliza este medio de transporte, sus emisiones de carbono per cápita son mucho mayores que las generadas en vuelos comerciales.

Los jets privados generan una huella de carbono desproporcionadamente alta debido a su estructura y consumo de combustible en comparación con los vuelos comerciales. En algunos casos, un solo jet privado emite más carbono en una hora de vuelo que la cantidad que produce una persona promedio en un año entero. Esto significa que quienes viajan regularmente en estos aviones pueden generar hasta 500 veces más carbono que un ciudadano promedio.

El análisis de más de 18,7 millones de vuelos privados entre 2019 y 2023 revela un patrón significativo: casi la mitad de estos desplazamientos fueron de corta distancia, siendo varios de menos de 160 kilómetros. Este rango cubre trayectos que podrían haberse realizado en automóvil, según indica el estudio publicado en Communications Earth & Environment. De hecho, el 47,4 % de los vuelos privados estudiados recorrieron distancias menores a 500 kilómetros, mientras que el 18,9 % de los vuelos analizados cubrieron menos de 200 kilómetros. Incluso se registraron vuelos extremadamente cortos, de menos de 50 kilómetros, que representaron el 4,7 % del total.

Los motivos detrás de esta elección por el transporte aéreo en distancias tan cortas suelen ser la comodidad y la eficiencia en tiempo, factores que predominan entre los propietarios de jets privados. Además, el estudio encontró que una parte de estos vuelos eran trayectos vacíos: desplazamientos realizados sin pasajeros, ya sea para recoger o trasladar a alguien.

Aunque la aviación comercial es responsable de una mayor cantidad de emisiones totales debido al número de pasajeros y vuelos, los jets privados representan un impacto ambiental mucho mayor por pasajero. Según el estudio, en promedio, cada vuelo privado emite aproximadamente 3,6 toneladas métricas de dióxido de carbono, lo que resulta en unas 15,6 millones de toneladas métricas emitidas por la aviación privada en 2023. Esto equivale al 1,8 % de las emisiones totales generadas por la aviación comercial en ese año, una cifra que subraya la desproporción en el consumo energético de los jets privados dado el bajo número de personas que los utilizan.

La científica climática Lynnette Dray, del University College de Londres, señaló que, aunque las emisiones de la aviación privada son menores en comparación con las comerciales, su crecimiento es mucho más rápido, y las emisiones por pasajero son considerablemente más altas. Esto se debe a que los aviones privados suelen transportar pocos pasajeros en vuelos cortos, donde la eficiencia de combustible es baja, generando así una mayor huella de carbono por persona en comparación con los aviones comerciales.

Además, el estudio evaluó únicamente las emisiones directas producidas por el consumo de combustible durante el vuelo, lo que significa que la huella de carbono de los jets privados podría ser aún mayor si se consideran otros factores, como el tiempo en tierra y el uso de helicópteros u otros vehículos para trasladarse desde el aeropuerto hasta el destino final.

Eventos de gran envergadura como el Super Bowl en Estados Unidos, el Festival de Cine de Cannes en Francia, la Conferencia de las Partes (COP28) en Dubái y la Copa Mundial de la FIFA 2022 en Qatar generan un aumento considerable en el uso de jets privados, que se traduce en picos de emisiones de carbono. El estudio destaca que la Copa Mundial de la FIFA 2022 fue el evento que registró la mayor cantidad de vuelos privados entre los analizados, con un total de 1.846 vuelos que generaron aproximadamente 14.700 toneladas métricas de dióxido de carbono.

El análisis también mostró que la COP28, una conferencia que irónicamente se centra en temas de cambio climático, generó un total de 291 vuelos privados, con emisiones cercanas a las 3.800 toneladas métricas de carbono. Estos datos resaltan cómo la afluencia de personas a eventos de alto perfil, que a menudo utilizan jets privados por comodidad o estatus, impacta significativamente en la huella de carbono global.

El uso de jets privados también refleja una tendencia estacional, con picos en verano y los fines de semana, en destinos turísticos populares como Ibiza en España y Niza en Francia. Estos patrones de vuelo indican que, además de los eventos especiales, los viajes de ocio también son una fuente significativa de emisiones, impulsadas por quienes pueden permitirse estos medios de transporte de lujo para escapadas recreativas.

El estudio muestra que el uso de jets privados ha crecido notablemente en los últimos años, con un aumento del 46 % en las emisiones de carbono entre 2019 y 2023. Este incremento se atribuye en parte a la pandemia de COVID-19, un período durante el cual la aviación comercial fue limitada y muchos individuos de alto poder adquisitivo optaron por los jets privados como una alternativa segura y exclusiva.

Según Stefan Gössling, geógrafo de la Universidad Linnaeus en Suecia y coautor del estudio, las restricciones de viajes comerciales impulsaron el uso de la aviación privada al inicio de la pandemia, mientras que el temor al contagio motivó a muchos viajeros a preferir la privacidad de estos vuelos. También se observó un cambio desde los viajes en clase ejecutiva y primera clase de aerolíneas comerciales hacia los vuelos en jets privados, una tendencia que podría haber contribuido a esta alza en las emisiones.

Además, Gössling sugiere que la pandemia generó una acumulación de riqueza en algunos de los grupos más ricos del mundo, lo que amplió aún más el acceso a los jets privados y el interés en ellos. Aunque la COVID-19 catalizó este cambio, se espera que el crecimiento en el uso de la aviación privada continúe en las próximas décadas, impulsado por el aumento de la riqueza entre los ultra ricos y por la tendencia de algunos viajeros a evitar los vuelos comerciales.

La industria de la aviación privada se ha convertido en un tema de debate entre expertos y organizaciones ambientalistas, que subrayan la necesidad de aplicar regulaciones más estrictas para limitar su impacto ambiental. La mayoría de los jets privados tienen su base en Estados Unidos, donde se registra aproximadamente el 68,7 % de toda la flota global, a pesar de que la población estadounidense representa solo el 4 % de la población mundial. Esta concentración de aeronaves en una minoría de usuarios hace que su impacto ambiental sea desproporcionado.

Gössling afirma que sin limitar las emisiones provenientes de aquellos que más contaminan, será difícil motivar a la población en general a reducir su huella de carbono. Según Gössling, el hecho de que los individuos más ricos emitan mucho más carbono que el promedio plantea una oportunidad para aplicar políticas de impuestos o tarifas que reflejen el daño ambiental que producen. Por ejemplo, el estudio halló que los 50 multimillonarios más ricos del mundo tomaron, en promedio, 184 vuelos privados en un solo año, generando tanto carbono como lo haría una persona promedio en 300 años.

El informe concluye que regular la industria de la aviación privada podría ser un paso esencial en la lucha contra el cambio climático, al establecer incentivos o medidas que obliguen a los sectores más ricos a asumir su responsabilidad en la reducción de emisiones.