Más de 1.000 personas han muerto o han resultado heridas por municiones de racimo en Ucrania desde que Rusia lanzó su guerra, afirmó el lunes un observatorio, que instó a todos los países a prohibir estas armas.
Según este informe, las bombas de racimo han sido utilizadas en Ucrania por ambos bandos y han causado más de 1.000 muertos y heridos desde el comienzo de la guerra. La gran mayoría de las víctimas se registraron en 2022. Pero el informe subrayaba que la cifra para 2023 era probablemente una dramática subestimación.
Las municiones de racimo pueden lanzarse desde aviones o dispararse desde artillería antes de explotar en el aire y esparcir las bombetas por una amplia zona. Suponen una amenaza duradera, ya que muchas no explotan con el impacto, actuando en la práctica como minas terrestres que explotan años después.
Según el informe, en Ucrania hay más tierras de cultivo contaminadas por restos de municiones de racimo que por minas terrestres.
Antes de la guerra, Ucrania no había registrado víctimas de municiones de racimo durante varios años. Pero en 2022 registró 916 y al año siguiente supuso casi la mitad de las 219 víctimas registradas en todo el mundo.
“Se cree que el número real de víctimas es significativamente mayor”, advirtió la CMC.
Dado que tanto Rusia como Ucrania siguen utilizando municiones de racimo, el informe señala que no es posible documentar y atribuir sistemáticamente qué bando es responsable de qué ataques o víctimas.
Armas aborrecibles
Según el informe, el uso, la producción y la transferencia de municiones de racimo por parte de países como Rusia y Ucrania está socavando los esfuerzos internacionales para prohibirlas por completo. Ninguno de los dos países se encuentra entre los 112 Estados que forman parte de la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008, que prohíbe el uso, la transferencia, la producción y el almacenamiento de bombas de racimo.
“Las acciones de los países que no han prohibido las municiones de racimo están poniendo en peligro a la población civil y amenazando la integridad y universalidad del tratado internacional que prohíbe estas aborrecibles armas”, declaró la directora de la CMC, Tamar Gabelnick. Los otros dos únicos países donde se registraron ataques con municiones de racimo el año pasado -Myanmar y Siria- tampoco se han adherido a la Convención.
La CMC también expresó su alarma por la votación del Parlamento lituano en julio para retirar al Estado báltico del tratado. Esa decisión, que aún no ha entrado en vigor, es “poco meditada” e “ignora los riesgos de daños a civiles”, advirtió Mary Wareham, subdirectora de crisis, conflictos y armas de Human Rights Watch, que participó en el informe. “No es demasiado tarde para que Lituania atienda los llamamientos para detener su retirada prevista”.
De las víctimas registradas en todo el mundo en 2023, 118 fueron consecuencia de ataques con municiones de racimo. Las 101 restantes murieron o resultaron heridas por restos de municiones de racimo en Ucrania, Siria y Myanmar y en otros seis países: Azerbaiyán, Irak, Laos, Líbano, Mauritania y Yemen, según el informe.