
Benito Juárez y Porfirio Díaz tuvieron una relación amistosa y de camaradería bastante larga antes de que el último se alzara en armas contra el otro. Peleó para las fuerzas liberales desde el Plan de Ayutla en contra de Santa Anna, hasta la guerra contra los franceses.
El general Porfirio Díaz fue un militar y hombre de confianza del Benemérito de las Américas. Se conocieron, de acuerdo con las memorias de Porfirio, por el magistrado de la Corte de Justicia de Oaxaca Marcos Pérez, pues Díaz, siendo un muchacho, dio clases a su hijo.
Un día fue invitado a una ceremonia. En ese entonces era un estudiante que se inclinaba por la teología. Más tarde llegó Juárez, que era amigo de Pérez y se lo presentó a Díaz. Quedó impactado por el trato franco y cálido. Lo encontró en diversas ocasiones posteriores cuando visitaba la casa de Pérez y, de acuerdo con Porfirio, Juárez mostró “gran cariño y predilección por mí”.

Hizo la suficiente mella en él como para decidirse por la carrera militar en lugar de la religiosa que ya le había conseguido una beca para ayudar económicamente a su familia. Esta amistad motivó a Díaz para que al regreso de Juárez a la capital del país organizara todo para recibirlo y mandó a hacerle un regalo.
Durante la Segunda Intervención Francesa el presidente Benito Juárez viajó a lo largo del país para mantener su gobierno y de este modo evitar ser capturado por las fuerzas imperiales que habían tomado la capital en 1863 ante su retirada.
En junio de 1867, una vez recuperada la capital después de un sitio largo, el general Díaz dispuso lo necesario para mantener bajo control la capital para el retorno de Juárez, encerrando a los militares imperialistas que quedaron dispersos.
Para julio, Juárez estaba en Tlalnepantla donde Díaz lo visitó el día 12. Para su sorpresa, El mandatario lo recibió con cierta frialdad sin invitarlo a subir a su vehículo. Sebastián Lerdo de Tejada, ante aquel conflicto, saludó a Porfirio cordialmente y lo invitó a subir a su carruaje para evitar cualquier otra disputa.

El problema había sido que Díaz tomó varias decisiones contrarias a los designios de Juárez: ordenó movimientos de tropas para el sitio de Querétaro, designó como jefe de distrito a Juan José Baz, a lo que Juárez se opuso y también se negó a apresar al ministro M. Dano, pues Díaz lo consideró una mala estrategia.
Porfirio preguntó a Lerdo de Tejada el porqué no habían respondido sus cartas en las que pidió otras órdenes con respecto a Dano, a lo que Tejada solo respondió que a su consideración actuó bien al negarse a cumplir la orden. Esto causó conflictos entre los dos viejos amigos, de acuerdo con Carlos Tello Díaz en Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo.
Posteriormente Juárez vivió un tiempo en el Castillo de Chapultepec “mientras se preparaba de una manera conveniente su recepción y su alojamiento en la capital”, de acuerdo con las memorias de Díaz.

El militar aprovechó este lapso para encargar una “gran bandera” para colocar en Palacio Nacional. “Él me había dicho en una de sus cartas durante la guerra, cuando se consideraba difícil recobrar la capital, que volveríamos a izar la bandera mexicana en el Palacio Nacional”, por lo que Díaz prohibió que se izara hasta la llegada del presidente.
Una vez concluidos los preparativos, Benito Juárez fue recibido con gran festejo. En la entrada de la Plaza Mayor colocaron un arco de triunfo utilizado cuando los emperadores habían llegado a la capital. En el Palacio vio a sus hombres y gente congregada en la plaza. Porfirio dio entonces la bandera al primer mandatario.
El 15 de julio, Juárez colocó la bandera en el Palacio dando inicio a la restauración de la República después de 6 años de guerra.
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