
Los yaquis, población originaria de Sonora, han sobrevivido a penosos intentos de exterminio, como el del dictador Porfirio Díaz, que en el año 1900 intentó masacrar a la tribu en la Batalla de Mazocoba, dejando cientos de indígenas muertos y miles de prisioneros.
Los conflictos entre el gobierno federal y la tribu Yaqui comenzaron en 1877, cuando Díaz se convirtió en presidente de la República Mexicana.
Un elemento clave del sistema político Díaz fue la centralización del poder, que en el ámbito nacional se tradujo en misiones expansionistas a lo largo y ancho del territorio, con el fin de explotar sus riquezas naturales y así impulsar el desarrollo entero de la nación.
Para ello, el gobierno destinó grandes esfuerzos y ordenó expediciones a las zonas más remotas y menos exploradas del país. Una de ellas se encuentra en el fértil Valle del Yaqui, donde todavía perdura una cuenca hídrica con abundante agua que actualmente abastece al menos a cuatro de las ciudades más pobladas de Sonora: Hermosillo, Guaymas, Empalme y Ciudad Obregón.

Sin embargo, para satisfacer sus aspiraciones de desarrollo y progreso, Díaz se enfocó en la atracción de colonos extranjeros, cuyos intereses puso por encima incluso de los de las poblaciones nativas.
“La inmigración de colonos trabajadores e inteligentes ha sido y es considerada en general en nuestro país, tan fecundo en productos naturales de todas clases como una de las necesidades más urgentes. Sus buenos resultados no son dudosos [...] Hoy se encuentra la República Mexicana en una situación propicia para nuevos esfuerzos”, se lee en un comunicado de aquel entonces, expedido por el Ministerio de Fomento, Colonización Industria y Comercio de la República Mexicana.
“El gobierno actual se halla animado de las mejores intenciones sobre este particular, y está resuelto a hacer toda clase de sacrificios para atraer a los extranjeros honrados y laboriosos y procurar su establecimiento”.
Así, se esperaba que los conocimientos y la tecnología extranjera trajeran la tan ansiada prosperidad a México; pero Díaz no contaba con el carácter indomable del pueblo yaqui, quienes ante el asedio y las amenazas por parte del gobierno, decidieron defender a muerte su territorio y oponerse a las políticas que beneficiaban a los colonos blancos en perjuicio de las poblaciones indígenas.
El combate de Mazocoba marcó el fracaso rotundo de los intentos previos de pacificación entre el gobierno y la tribu yaqui.
Este enfrentamiento estuvo precedido por largos años de una guerra de baja intensidad que cobró la vida de 23,000 indígenas entre fusilamientos, ahorcamientos, toma de prisioneros y una deportación masiva a Yucatán, en la otra punta del país, que tenía el propósito de acabar de tajo con su cultura.
Así llegarían en 1907 los primeros 165 yaquis a tierras de Campeche para trabajar “bajo contrato” en las haciendas henequeneras. El hacendado tenía la obligación de procurarles techo, alimentación, servicio médico, un salario “módico”, pero también de asegurarse que se adecuaran a las “costumbres locales”.
Sin embargo, tales condiciones para laborar serían más bien asimiladas a un comercio de esclavos y de trabajos forzados que beneficiarían a muchos hacendados, de acuerdo con el testimonio del coronel Francisco B. Cruz, quien en una entrevista con el periodista John Kenneth Turner, en 1910, describió así el panorama de las deportaciones:
“Durante los últimos tres años y medio he entregado exactamente en Yucatán 15,700 yaquis… porque el gobierno no me da suficiente dinero para alimentarlos debidamente y del 10 al 20 % por ciento mueren en el viaje. Estos yaquis se venden en Yucatán a 65 pesos por cabeza; hombres, mujeres y niños… diez pesos son para mí; el resto va a la Secretaría de Guerra”.
También se sabe que alojaron a niños yaquis con familias acomodadas para que crecieran con ideas más afines a las convenciones sociales de la época.
Al terminar la dictadura de Porfirio Díaz, y tras estallar la Revolución, los yaquis pudieron obtener su libertad y regresar a su lugar de origen
Andrés Manuel López Obrador, actual presidente de México, confirmó este miércoles que hay una revisión en curso de la propiedad de la tierra en la zona yaqui, y aclaró que todo se realizará conforme a la ley, para hacer justicia y pedir una disculpa a la que llamó “la etnia más maltratada del país”.
“Como lo dimos a conocer estamos llevando a cabo un plan para hacer justicia a los pueblos yaquis. Es la etnia más maltratada en la historia del país, junto con los mayas [...] Durante la dictadura de Porfirio Díaz se les exterminó; hay datos de que fueron asesinados alrededor de 15 mil, el ejército porfirista compró armamento y estrenaron en la guerra declarada contra los yaquis, como también la hubo contra los mayas”, señaló el mandatario.
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