Quién fue Jorge Riosse, el asesino serial de prostitutas de La Merced

Se le adjudicaron al menos 13 asesinatos entre los años 1991 y 1993. El sujeto vivió en la casa de huéspedes de una cineasta que realizó un documental sobre su vida, con el que ganó el Ariel en 2009

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Jorge Riosse (Foto: Twitter@AsfixiaPrograma)
Jorge Riosse (Foto: Twitter@AsfixiaPrograma)

Entre los 1991 y 1993 un asesino serial causó terror y psicosis en la Ciudad de México. Se trata de Jorge Riosse, un hombre con especial talento para la pintura y el canto, amante de las artes y la poesía, que además hablaba varios idiomas.

Por años le rentó un pequeño cuarto a Rosa, abuela de la cineasta Yulene Olaizola a quien, le cambió la vida. El inquilino se convirtió rápidamente en amigo de la mujer a quien pintaba, regalaba algunas de sus obras y dedicaba muchas canciones.

Parecía un tipo como cualquiera, pero por las noches se transformaba. Acostumbraba salir vestido como mujer y desaparecer por las calles del entonces Distrito Federal.

Los periódicos nacionales comenzaron a alertar por el aumento de asesinatos de sexoservidoras del rumbo de La Merced. Entre septiembre de 1991 y abril de 1993, al menos 13 mujeres fueron encontradas muertas en hoteles de paso de esa zona como: Madrid, Las Vegas, Maya, Glorieta y Cuba.

Jorge Riosse mató a 13 sexoservidoras de la zona de La Merced (Foto: Cuartoscuro)
Jorge Riosse mató a 13 sexoservidoras de la zona de La Merced (Foto: Cuartoscuro)

En todos los casos, las víctimas eran mujeres de entre 25 y 38 años quienes eran estranguladas y escondidas debajo de la cama cubiertas con una sábana, como si se tratara de ocultar el crimen. Lo más tenebroso del caso era que utilizaba los labiales de las víctimas para dejar mensajes en los espejos de la habitación, a modo de amenaza.

Volveré L.M.B” era uno de los mensajes recurrentes encontrados en la escena del crimen, sin que nadie sospechara quién era el autor de los asesinatos.

La presión social para localizar al culpable aumentaba día a día, así como la incapacidad de la policía capitalina para atraparlo. Sin embargo, el 7 de abril de 1993, ocurrió el último crimen contra una sexoservidora que revelaría al asesino serial.

El motel Mexicali fue escenario del homicidio, pero esta vez fue mucho más cruel que todos los anteriores, pues el asesino abrió el pecho de su víctima, le sacó el corazón y pintó una estrella de cinco picos con símbolos extraños que nadie comprendía.

El asesino serial ocultaba los cuerpos debajo de la cama y los tapaba con una manta (Foto: Enrique Ordoñez /Cuartoscuro)
El asesino serial ocultaba los cuerpos debajo de la cama y los tapaba con una manta (Foto: Enrique Ordoñez /Cuartoscuro)

La policía capitalina detuvo y presentó al lavacoches, identificado como Jorge Enrique Martínez, como el autor de los crímenes. Ante los medios, confesó, con lágrimas en los ojos y el cuerpo lleno de moretones, como si hubiera sido torturado, que él era el asesino serial que había cometido los crímenes en hoteles de la Merced. El caso parecía cerrado.

Daba la impresión de que Jorge Riosse se habría librado de sus crímenes y el lavacoches pagaría por ellos. Sin embargo, el 9 de abril de 1993 la verdad salió a la luz. Una prostituta había logrado escapar de las garras de un hombre que intentó hacerle daño y a gritos atrajo la atención de la policía. Inició una persecución durante la cual logró herir de bala al sospechoso.

El operativo policial concluyó en el cruce de las calles Shakespeare y Víctor Hugo, en la colonia Anzures del entonces Distrito Federal en donde el hombre se había refugiado en el cuarto de azotea que rentaba, y en el cual, había iniciado un incendio intentando quemar todas evidencias que lo incriminaban como el asesino serial de sexoservidoras de La Merced.

Tras la llegada de los bomberos, quienes extinguieron las llamas, los policías encontraron en el piso inconsciente a Jorge por las graves quemaduras que había sufrido y por la herida de bala. En la pared del cuarto estaba escrita con pintura roja la leyenda “no soy homosexual”. En el piso estaban regados recortes de periódicos que daban cuenta de los asesinatos de sexoservidoras, varias identificaciones y ropa de mujer, listones y cabello.

En el cuarto de Riosse fueron encontrados recortes de periódicos que daban cuenta de los asesinatos de sexoservidoras, varias identificaciones y ropa de mujeres, listones y cabello (Foto: Cuartoscuro)
En el cuarto de Riosse fueron encontrados recortes de periódicos que daban cuenta de los asesinatos de sexoservidoras, varias identificaciones y ropa de mujeres, listones y cabello (Foto: Cuartoscuro)

Jorge fue trasladado de urgencia a un hospital en donde murió por la gravedad de sus lesiones. Para los investigadores que llevaron el caso no hubo duda de que él era el asesino serial que mantuvo en vilo al entonces Distrito Federal por tres años.

Después la muerte de Jorge Riosse, los asesinatos en serie de mujeres pararon. Se ignora dónde quedaron las cintas en donde este trovador solitario componía o que replicaba, así como sus poesías y pinturas.

Narra la abuela Rosa que cuando Jorge era su inquilino, lo único raro que notaba en él era su fijación por las mujeres, cuyos cuadros hechos por él mismo los coleccionaba en el pequeño cuarto donde vivía. Después se supo que eran retratos de sus víctimas. Rosa explicó que en alguna ocasión lo vio salir ataviado con un vestido de novia y con los labios pintados de rojo.

Se le adjudicaron al menos 13 asesinatos entre los años 1991 y 1993. El sujeto vivió en la casa de huéspedes de una cineasta que realizó un documental sobre su vida, con el que ganó el Ariel en 2009

Años después, la cineasta Yulene Olaizola traería a la luz la historia de este asesino serial en un documental llamado: “Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo”, calles en donde se encuentra la casa donde vivió Jorge Riosse y, que por casualidad era propiedad de su abuela Rosa. El filme ganó el Ariel como Mejor Opera Prima en su edición 2009.

Jorge marcó a esa casa y a mi abuela en particularnarró Yulene en alguna presentación de la película, quien abundó que sólo lo vio dos veces en su vida, una de las cuales le tomó varias fotografías para después realizarse un dibujo.

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