
Las frutas y vegetales que son vendidas en los supermercados tienen una etiqueta pegada. La estampita es un código de barras que informa aspectos básicos del alimento en cuestión de si orgánico o genéticamente modificado.
Los códigos de barras para frutas y verduras son asignados por la Federación Internacional para los Estándares y Productos (IFPS). Los caracteres se conoce formalmente como código PLU (contracción de price lookup) y son utilizados por las cadenas comerciales desde 1900 para cifrar precios, controlar inventarios y generar datos de venta de esos comestibles.
La Federación estableció desde julio del 2015 como estándar global el uso de algunos caracteres para referir el origen de esos productos. En México desde ese año se acataron esas reglas, pero no era información de conocimiento público, por lo que la Procuraduría General del Consumidor (Profeco) hizo una guía rápida para que los consumidores aprendan a leer el etiquetado de ese grupo de alimentos.

Los códigos pueden estar conformados por cuatro o cinco dígitos que identifican los productos frescos o a granel, basados en el tipo de mercancía, variedad, tamaño, y tipo de cultivo.
Cuando una etiqueta con cuatro dígitos comienza con cero indica que ese producto fue cultivado de forma convencional y se utilizaron pesticidas. La Profeco lamenta que el cero sea un prefijo poco utilizado.
Se utiliza un código de cinco dígitos que empieza por el número ocho cuando la fruta o verdura está modificada genéticamente. Si la etiqueta tiene una cifra de cinco números, pero abre con nueve, entonces significa que fue cultivada sin pesticidas ni festilizantes, es decir, es un alimento orgánico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a las frutas y verduras como componentes importantes de una dieta saludable. De acuerdo con este organismo, el consumo de estos alimentos contribuyen a reducir el riesgo de presentar cardiopatías y determinados tipos de cáncer.

Los alimentos genéticamente modificados son organismos cuyo ADN fue alterado de forma artificial. La OMS ve beneficios de estos productos tanto para consumidores como para los agricultores porque disminuyen los precios, duran más y tienen mayor valor nutrimental.
Pero la alteración de las característica de la comida puede tener consecuencias positivas y negativas. Algunos consumidores prefieren evitar el consumo de estas frutas o verduras por los riesgos para la salud o como una postura en contra de estos cultivos por la afectación a la fertilidad de la tierra.
La OMS acepta dos argumentos de preocupación para la salud humana: que el material genético transferido provoque resistencia a antibióticos y efectos dañinos diversos por la combinación de cultivos convencionales con los genéticamente modificados.
El etiquetado en frutas y verduras permite al consumidor identificar el origen del producto para que sea él quien elija el producto, de acuerdo a sus convicciones.
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