Gabriela Guillén, emocionada hasta las lágrimas al hablar de su hijo, y rotunda al oír el nombre de Bertín Osborne

Gabriela Guillén vive uno de los momentos más especiales de su vida personal y profesional tras ser reconocida como "Mujer del Año" en los premios "Yo estoy de moda". La paraguaya, que ha afrontado meses complicados marcados por la exposición mediática y su maternidad en solitario, no pudo contener la emoción al subir al escenario y dedicar el galardón a la persona que más fuerzas le da en este momento: su hijo.

Visiblemente afectada, Gabriela rompió a llorar al pronunciar unas palabras cargadas de sentimiento nada más recoger el premio. "Dedicarle este premio también a mi hijo, que es lo más grande, lo más hermoso que me ha pasado en mi vida. Muchísimas gracias, lo siento", expresó entre lágrimas, dejando claro que este reconocimiento tiene un componente profundamente personal y que su niño es el verdadero motor de todo lo que hace.

Tras su felicidad por recibir el galardón, fue preguntada por Bertín Osborne y no dudó en zanjar cualquier otro foco mediático con una frase rotunda: "Déjame ser feliz". A continuación, volvió a centrarse en lo verdaderamente importante para ella y habló, de nuevo muy emocionada, de su pequeño: "Le quería ver, le quería ver. O sea, para mí, este premio, de verdad, que si no fuera por mi hijo, no sería posible porque él me da la fuerza, la entereza, para seguir adelante, trabajar, levantarme todos los días, con mucha ilusión". Con estas palabras dejó patente que su maternidad ha sido su refugio y su impulso en los momentos más difíciles.

La noche, ya de por sí especial, tuvo otro guiño muy emotivo cuando, a escasos días de su cumpleaños, Gabriela fue sorprendida con una tarta en plena celebración. Arropada por amigos y familiares, escuchó cómo Kuky Fuego la definía como una mujer luchadora, algo que ella agradeció con una sonrisa amplia y el corazón desbordado: "¡Muchas gracias, amigos, familia, gracias!". Entre aplausos, emoción y lágrimas de alegría, la joven cerró una velada en la que no solo se llevó un premio, sino también el cariño y el reconocimiento a su fortaleza.