Tibú (Colombia), 22 ene (EFE).- Las calles de Tibú, un pueblo petrolero del departamento colombiano de Norte de Santander, han vuelto a ser escenario del éxodo de miles de personas que buscan refugiarse de la violencia entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y una de las disidencias de la FARC.
Este pueblo vivió escenas similares entre 1997 y 2004 cuando las masacres de guerrilleros y paramilitares forzaron al desplazamiento a más de 34.000 personas que tuvieron que huir para ponerse a salvo tras ser acusadas de colaborar con el otro bando.
Esta vez, de los 38.000 desplazados que ha dejado la guerra de guerrillas en el Catatumbo, unas 5.300 están en Tibú y el resto, mayoritariamente en Cúcuta, capital de Norte de Santander (15.086) y en Ocaña (11.503), la segunda ciudad del departamento, fronterizo con Venezuela.
En el casco urbano de Tibú hay cinco albergues temporales que acogen a adultos y niños y en los cuales la situación está a punto de tornarse crítica.
Uno de ellos es el Seminario Menor, convertido en hogar improvisado para aquellos que llegan con sus propios dramas.
En los diferentes espacios de este lugar hay camas provisionales y personas con relatos de noches sin dormir y la desesperación que acompaña a quienes huyen sin rumbo de las balas.
"Estuvimos dos días en silencio dentro de la casa. En las noches no prendíamos luz por miedo a que nos llegaran", relató a EFE una mujer que prefiere omitir su nombre y quien huyó con su esposo y sus dos hijos desde el sector La 25.
Otra mujer, llamada Luz Mary, procedente del caserío de Miramontes, contó que salió en motos junto con varios miembros de su familia.
"A nosotros nos dijeron que debíamos salir y dejamos nuestros animales abandonados. Es fuerte y más por nuestros niños", dijo a EFE, mientras al fondo se escuchaba a unos menores corear "Queremos la paz".
Don Jaime, un agricultor con profundas raíces en el caserío de La Serpentina, comparte su historia: "Mi familia ha vivido aquí por generaciones. La tierra es nuestro hogar, pero ahora nos vemos obligados a huir, pero volveré".
A medida que pasan los días, el éxodo sigue en el Catatumbo profundo. Algunos se quedan en Tibú, otros continúan su camino hacia Cúcuta, donde ya hay más de 15.000 desplazados, o hacia Ocaña, que ha recibido a más de 11.500 personas.
El catatumbero Jean Carlos vivió de cerca el inicio del conflicto y huyó con 11 familiares en moto en busca de refugio.
"Uno entra en pánico", dice, y asegura que piensa volver a su tierra apenas se calme todo porque "hemos luchado mucho por tenerla para dejarla botada".
El teniente coronel Miyer Fernando Moreno Gutiérrez, comandante del Batallón de Ingenieros Militares No. 30 del Ejército, precisó que están haciendo evacuaciones de civiles en condiciones de riesgo, la más reciente de ellas con 40 personas.
"Con el constante patrullaje aéreo se han rescatado 120 personas, entre líderes sociales, firmantes de paz y líderes comunales, quienes fueron protegidos y puestos en albergues", precisó el oficial, quien indicó que han tenido conocimiento de confrontaciones aisladas, pero no con la misma intensidad del primer día.
La respuesta humanitaria sigue llegando y por parte de la Gobernación del Norte de Santander se han activado protocolos para proporcionar asistencia básica a los afectados: alimentos, colchonetas y kits de higiene se distribuyen entre los albergues.
Las calles de Tibú son patrulladas por el Ejército y la Policía, que intentan llevar tranquilidad y orden, pero el miedo persiste y la inseguridad sigue siendo una sombra sobre la comunidad. EFE
(foto)(video)
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