Argentina: Muere la presidenta de Madres de Plaza de Mayo

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BUENOS AIRES (AP) — Hebe de Bonafini, el ama de casa que no se doblegó ante el dolor por la desaparición de dos de sus hijos durante la última dictadura militar de Argentina y se convirtió en una de las luchadoras por los derechos humanos más emblemáticas, falleció el domingo en el país sudamericano. Tenía 93 años.

En un comunicado, su hija Alejandra Bonafini confirmó el fallecimiento y agradeció las muestras de cariño recibidas mientras su madre estuvo internada en el Hospital Italiano de la ciudad de La Plata en los últimos días.

“Como familia tenemos la necesidad de llorar a la Madre de Plaza de Mayo, a Hebe, en la intimidad”, añadió, y dijo que el lunes se informará cuáles van a ser los espacios de homenaje y recordatorios. “¡La seguiremos encontrando a Hebe en la Plaza y en las luchas del pueblo!”

La activista padecía complicaciones derivadas de enfermedades crónicas que en las últimas semanas empeoraron considerablemente, explicó el ministro de Salud de Buenos Aires, Nicolás Kreplak.

La agrupación “HIJOS” convocó el domingo en la tarde a dar un último adiós a De Bonafini en la Plaza de Mayo, a través de la modalidad de las emblemáticas rondas de las Madres.

“Queridísima Hebe... símbolo mundial de la lucha por los Derechos Humanos, orgullo de la Argentina... simplemente gracias y hasta siempre”, manifestó la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en Twitter.

De Bonafini era una reconocida kirchnerista y una figura política en el país sudamericano.

El gobierno argentino decretó tres días de duelo nacional. En un comunicado, señaló que “despide con profundo dolor y respeto” a la incansable activista.

“El gobierno y el pueblo argentino encontramos en ella un símbolo internacional de búsqueda de memoria, verdad y justicia por los treinta mil desaparecidos”, continuó. En su papel de fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, “puso luz en medio de la oscura noche de la dictadura militar” (1976-1983).

De Bonafini “enfrentó a los genocidas cuando el sentido común colectivo iba en otra dirección”, reclamando verdad y justicia junto a las madres y abuelas, tuiteó el presidente Alberto Fernández. “Con enorme cariño y sincero pesar, la despido”.

Hebe María Pastor de Bonafini fue una de las fundadoras de la Asociación Madres de Plaza de Mayo en 1977, dos años después del golpe militar que implementó el aparato represivo más feroz contra los disidentes en Sudamérica.

Asociación Madres de Plaza de Mayo es una de las dos organizaciones en que se escindió la agrupación original.

La otra agrupación, de carácter más moderado y conocida como “Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora”, emitió a su vez un comunicado, en el que afirmó: “ponemos nuestro corazón al lado del dolorido corazón de todas las Madres” ante la muerte de De Bonafini. Señaló que ambas organizaciones están unidas por la tarea común y continua contra la desaparición forzada y los responsables de ella, "más allá de cualquier discrepancia”, y dijo que continuar con la lucha es el mejor homenaje que le pueden hacer a la activista fallecida.

Como presidenta de la organización desde 1979 y posteriormente de Asociación Madres de Plaza de Mayo hasta su muerte, De Bonafini luchó primero para exigir que sus hijos desaparecidos fueran hallados vivos y para que los militares fueran enjuiciados y castigados. Posteriormente se involucró en otras causas políticas y sociales.

Recibida por más de una decena de presidentes y reconocida en el mundo entero, la activista se volvió una figura controvertida a partir de sus posturas radicalizadas contra Estados Unidos, la plena adhesión a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y al final de su vida por un escándalo de corrupción que involucró al programa de construcción de viviendas sociales de la fundación Madres de Plaza de Mayo.

De Bonafini nació en la localidad de Ensenada, en la provincia de Buenos Aires, en 1928. A los 18 años se casó con Humberto Alfredo Bonafini, vecino del barrio, con quien tuvo tres hijos: Jorge, Raúl y Alejandra.

Ama de casa, con apenas estudios completos de primaria, todos la conocían como Kika Pastor hasta que miembros de las fuerzas armadas secuestraron a su hijo mayor en febrero de 1977. Desde ese “mismo momento que desaparece mi hijo, me convierto en Hebe de Bonafini, que esa soy ahora, una madre”, dijo en una de sus últimas entrevistas.

Los hijos de De Bonafini militaban en organizaciones de izquierda, e incluso uno de ellos estaba en “la lucha armada”, según su madre, quien admitió que sabía de la actividad política de ambos. A fines de 1977 desapareció Raúl.

Al igual que otras madres, De Bonafini abandonó la rutina del hogar y salió a buscar a sus hijos.

Mientras recorría hospitales, juzgados, comisarías, cuarteles y morgues comenzó a toparse con otras mujeres que traían el mismo rostro de dolor. Ante la falta de respuestas, acordaron encontrarse el sábado 30 de abril de 1977 en la Plaza de Mayo, frente a la casa de gobierno, y marchar por la aparición de sus hijos.

Como en ese momento regía el estado de sitio, debido al cual estaban prohibidas las reuniones de más de tres personas por considerárseles potencialmente subversivas, comenzaron a caminar alrededor de la Pirámide de Mayo, en el centro de la plaza, en sentido contrario a las manecillas del reloj. En el mismo lugar se juntaron al jueves siguiente y desde entonces la marcha se repitió cada jueves.

El grupo original de madres participó en una peregrinación multitudinaria a la Virgen de Luján en octubre de 1977. Para reconocerse acordaron ponerse en la cabeza los pañales de tela de sus hijos, que con el tiempo se convertirían en el rasgo distintivo de la organización.

Con el fin de amedrentar a las mujeres, los militares secuestraron y asesinaron a Azucena Villaflor, la primera presidenta de las Madres. Pero sus compañeras de lucha no cesaron en la búsqueda de sus hijos y afianzaron aún más sus lazos.

En medio de la peor censura, escribían en billetes el nombre de sus hijos secuestrados por el ejército. Con ellos compraban en la feria para que comenzaran a circular y se conociera su drama. Cuando la policía detenía a una, todas las demas se presentaban en la comisaría y pedían que las arrestaran. Cuando le exigían el documento a una de ellas en una marcha, todas las demás sacaban el suyo. Con tantos documentos para verificar por la policía, aprovechaban y se quedaban más tiempo en la plaza.

“Hace 30 años no imaginábamos que la dictadura fuera tan asesina, perversa y criminal. Por eso quiero hablarles de ellos, de los hijos brillantes, alegres, guerrilleros, alfabetizadores, increíbles, revolucionarios, convencidos”, dijo De Bonafini al celebrar los 30 años de la creación de las Madres de Plaza de Mayo.

“Estamos convencidas de que están en la multitud. Nadie se va para siempre. Somos su voz, su mirada, su corazón, su aliento. Vencimos a la muerte, queridos hijos”, declaró.

Las Madres de Plaza de Mayo denunciaron que 30.000 disidentes desaparecieron durante la dictadura. La cifra oficial es de la mitad. De Bonafini, al igual que otras integrantes de la organización, nunca quiso buscar los restos de sus hijos. Tampoco participó en las comisiones investigadoras que derivaron en condenas para los represores tras el retorno de la democracia al país en 1983 ni cobró las indemnizaciones que otorgó el Estado.

“No importa cuántas listas de muertos pidan algunos, no importa que algunas personas cobren reparación económica. Jamás vamos a aceptar que nos reparen con plata lo que hay que reparar con justicia. Las madres amamos a nuestros hijos, los amamos por encima de todo y los hijos para nosotras jamás van a morir... No estamos locas, no pedimos imposibles. Aparición con vida es una consigna ética, de principio. Mientras haya un solo asesino en la calle, nuestros hijos vivirán para condenarlo en nuestras bocas y en las de ustedes”, dijo la líder del grupo en la década de 1990.

Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, De Bonafini lanzó una de sus declaraciones más polémicas: “Cuando pasó lo del atentado y yo estaba en Cuba visitando a mi hija, sentí alegría. No voy a ser hipócrita, no me dolió para nada”.

De Bonafini cuestionó duramente a los sucesivos gobiernos democráticos argentinos hasta que en 2003 la recibió el presidente electo Néstor Kirchner en la casa de gobierno, la primera vez que un mandatario le daba audiencia. Posteriormente Kirchner impulsaría la derogación de las leyes de amnistía e indultos que protegían a los acusados de crímenes de lesa humanidad.

La activista se volvió una férrea defensora de Kirchner y de su esposa y sucesora Cristina Fernández y sus políticas. En plena disputa con el Grupo Clarín, el conglomerado de medios más poderoso del país, De Bonafini organizó un simulacro de juicio público y popular en la Plaza de Mayo contra periodistas críticos del gobierno, y frente a los tribunales amenazó con “tomar” el edificio si la Corte Suprema de Justicia no avalaba una ley de medios audiovisuales impulsada por el kirchnerismo.

Esta cercanía con el poder político le valió duros cuestionamientos y disputas con otros organismos defensores de los derechos humanos. En 2011 De Bonafini fue imputada por irregularidades en el manejo de fondos públicos destinados a un programa de construcción de viviendas sociales de la fundación Madres Plaza de Mayo. La figura de la activista quedó manchada por el escándalo, el cual aún no termina de resolverse en los tribunales.

De Bonafini —que también era una gran aficionada a las carreras de autos— enviudó en 1982 y nunca volvió a casarse. La sobrevive su hija Alejandra.

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Patricia Luna contribuyó desde Santiago.