Largas filas en un hospital de Marsella, que realiza test del coronavirus “para todos”

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En Marsella, en el sur de Francia, cientos de personas hacían fila este lunes para someterse a los test del nuevo coronavirus, después de que un equipo de médicos anunciaran que, ateniéndose al “juramento hipocrático”, practicarán los tests a todos los pacientes con fiebre.

En las modernas instalaciones del hospital universitario IHU Méditerranée Infection, que pertenece al hospital La Timone, todo el mundo es bienvenido. Aquí no se aplican las consignas nacionales que reservan las pruebas del coronavirus al personal médico y a las personas con la salud más delicada.

Algunos llegaron a las 07H00, como un hombre de Marsella, de unos 40 años, que vino para “estar tranquilo” después de que el IHU anunciara el domingo que realzaría las pruebas a personas “con fiebre”, pese a los dictámenes de las autoridades francesas.

“Para hacer el test, es algo muy rápido, ¡un bastoncito en la nariz y listo! Nos llaman en 28 horas por teléfono si damos positivo”, explicó Gilbert Salomone, de 49, que ha acudido a la clínica junto a su esposa y su hija. A él solo le quedaba esperar el veredicto, aunque admitió que “no estaba preocupado”. “Tenía leves dolores de cabeza, nada más”.

Como él, la mayoría de los que esperaban para someterse a las pruebas llevaban mascarilla. A media mañana había cerca de 300, observó un periodista de la AFP, aunque la mayor parte no parecía presentar síntomas graves. Un hombre de unos 70 años, en cambio, se desmayó y tuvo que ser transportado dentro del edificio en silla de ruedas.

- La cloroquina, ¿eficaz? -

En la verja del edificio, alguien había colgado una pancarta para rendir “homenaje al doctor Razafindranazy”, el primer médico fallecido en Francia por el nuevo coronavirus, y expresar su apoyo al profesor Didier Raoult, director del IHU Méditerranée Infection.

Raoult lleva ya varias semanas pronunciándose a favor de que la población se pueda someter a los test del COVID-19 de forma masiva. Además, defiende que al coronavirus hay que combatirlo con cloroquina, una sustancia también ensalzada por el presidente estadounidense Donald Trump.

A finales de febrero, en un video, Raoult anunció el “fin de la partida” contra el nuevo coronavirus: la clorquina, una molécula banal utilizada contra la malaria y que podría constituir un arma esencial para aniquilarlo.

En China, se llevaron a cabo ensayos clínicos, bajo la dirección del profesor Zhong Nanshan, que habrían confirmado los tests realizados anteriormente in vitro.

Pero las críticas no tardaron en llegar, sobre todo por parte de FakeMed, un colectivo de científicos que lucha contra las informaciones falsas en el ámbito de la salud, y de profesores que advierten de los efectos indeseados de ese medicamento.

“Un video en el que se me acusa de difundir ‘fake news’ fue visto 450.000 veces en Facebook, pero esto me ha hecho una publicidad considerable, así que, que sigan diciendo barbaridades así”, comentó Raoult a mediados de marzo.

De los 24 pacientes tratados en el IHU Méditerranée Infection con hidroxicloriquina, el 75% presenta una carga viral negativa al cabo de seis días, afirmó. Es decir, que el virus desapareció y que le paciente ya no es contagioso.

El domingo, volvió a insistir en su idea, en un comunicado firmado junto a cinco profesores y médicos del instituto: “Conforme al juramento hipocrático que prestamos, […] hemos decidido, para todos los enfermos con fiebre que vengan a consultarnos, realizar los tests de diagnóstico de la infección de COVID-19”.

Talia Abad, de 20 años, no tenía fiebre pero fue al hospital para quedarse más tranquila y para “proteger a [mi] familia”. “No tengo síntomas flagrantes, pero he oido decir que hay muchos más casos de los que pensamos”, explicó. Equipada con su mascarilla, hacía cola desde las 07h30 y a las 10H00 todavía estaba esperando.

Tras ella llegaron decenas de personas. La fila se extendía a lo largo del bulevar y la gente, en general, respetaba las distancias de seguridad.

“¡Está loco, Raoult, toda esta gente debería estar en su casa!”, murmuraba, en cambio, un médico que salía del hospital, tras una larga noche de guardia.

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