Estela de Carlotto, en el Día del Derecho a la Identidad y de su cumpleaños: “Tengo 93 pero me siento de 20″

El 22 de octubre de 1977 se fundó, además, Abuelas de Plaza de Mayo, que Carlotto preside desde 1989. Era directora de una escuela de La Plata cuando los militares desaparecieron a su hija Laura, que estaba embarazada. La búsqueda de su nieto la convirtió en un emblema de los Derechos Humanos. “Todavía faltan más de 300 chicos y los restos de los desaparecidos, la lucha sigue”, dijo a Infobae

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Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, cumple este domingo 93 años (REUTERS/Agustin Marcarian)
Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, cumple este domingo 93 años (REUTERS/Agustin Marcarian)

La vida de la directora de escuela pública Estela Barnes de Carlotto dio un giro turbulento hacia la oscuridad en el invierno de 1977. Lo que era una apacible vida de clase media de una familia más en La Plata se convirtió, de repente, en laberinto infernal sin fin. Primero, las patotas del gobierno militar secuestraron a su marido, un fabricante de pinturas. Lo tuvieron cautivo 25 días. Tres meses después de liberarlo, los terroristas al servicio del Estado se llevaron a su hija Laura que -no lo sabían en la casa de los Carlotto- estaba embarazada.

Antes de parir a su hijo Guido, y antes de que la maten, la joven militante dio a luz a su madre o, mejor dicho, a la Abuela del bebé. La Abuela com mayúscula. La maestra Estela entonces se convirtió en estandarte, un rostro que pasó a ser el de la madre de todos, el del símbolo de la búsqueda pacífica de todos los niños nacidos en cautiverio, robados, vendidos, de los restos de sus padres y de la verdad y la justicia por los crímenes atroces. Esa Estela, que también es un poco la otra Estela, cumple hoy, domingo de elecciones, 93 años. “Pero me siento de 20″, ríe en su casa de siempre en La Plata.

La necesidad de armar una red entre las madres y abuelas de desaparecidos, de establecer contactos con abogados y otros organismos de derechos humanos y también de contenerse unas a otras llevó a Estela a sumarse a un grupo de mujeres que estaban en la misma situación que ella. Carlotto ya había transitado en soledad y desesperadamente la búsqueda de su marido y sabía que sola no iba a poder con el mecanismo estatal de muerte y silencio que había diseñado el gobierno de Videla.

Estela junto a su hija Laura, asesinada en 1978 por la Policía Bonaerense después de haber estado desaparecida casi un año
Estela junto a su hija Laura, asesinada en 1978 por la Policía Bonaerense después de haber estado desaparecida casi un año

- ¿Cómo se sumó a Abuelas?

- Primero secuestraron a mi marido cuando fue a buscar la camioneta que le había prestado a Laura para mudarse a donde vivía. Como no lo llamaban para devolverla él fue a buscarla, a ver qué pasaba y por qué no daban señales y cuando llegó encontró la casa donde abierta, con gente entrando. A él lo tomaron prisionero. Y yo empecé a buscarlo.

- ¿Qué fue lo primero que hizo?

- Yo estaba en la locura de encontrar quién me ayudara. Me crucé con abogados que me querían estafar, gente que mentía, y el silencio propio: yo era directora de una escuela y no quería demostrar que estaba pasando por esas circunstancias. Yo iba a la escuela con una sonrisa. Y trataba de ver cómo obtenía una respuesta. Me consiguieron hablar con una persona muy de derecha y le pidieron que averiguara. Me pidieron plata, tuve que juntar mucho dinero. Tuve que pedir prestado, vender cosas, dejar en consignación otras para juntar esa plata. Mi hija Claudia ya estaba escondida.

Casi un mes después, Guido Carlotto, su esposo, fue liberado. Lo habían tenido en una comisaría del centro de La Plata. “Lo torturaron, era diabético, se la pasó viendo cómo torturaban a los demás, después lo pasaron a una celda diferente, hasta que lo liberaron. Él creía que lo iban a matar porque lo llevaron al campo. Él escuchaba cómo se llevaban los cuerpos. Pero se salvó”, cuenta Estela con una memoria prodigiosa que le permite, ante algún bache eventual, hacer la broma: “Ya me olvido cosas, no sé si es mi edad o lo hago a propósito, para no recordar tanto dolor”.

Estela de Carlotto, en julio pasado, durante el anuncio del hallazgo del nieto 133 (REUTERS/Agustin Marcarian)
Estela de Carlotto, en julio pasado, durante el anuncio del hallazgo del nieto 133 (REUTERS/Agustin Marcarian)

Estela ya era madre de cuatro hijos. Sus dos mujeres, Laura y Claudia, militaban y estaban escondidas. La primera, en Buenos Aires. Pero no perdía el contacto con su mamá. Llamaba con otro nombre, cambiaba un poco la voz y se hacía pasar por una amiga. “Así conversábamos, como si fuéramos dos amigas, de cualquier cosa, pero yo así sabía que estaba bien, que estaba a salvo”, narra Estela. Hasta que Laura, militante de la Juventud Peronista y Montoneros, dejó de llamar.

Fue secuestrada junto a su compañero en noviembre de 1977, en una confitería porteña. Tenía 23 años y estaba embarazada de dos meses y medio. Mucho tiempo después se supo que fue llevada primero a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y luego la trasladaron al centro clandestino de detención La Cacha, en La Plata. Su pareja, Chiquito, fue torturado y asesinado un mes después, frente a sus ojos.

“Cuando la secuestran a Laura yo no sabía que ella estaba escondida en Buenos Aires. Ahí también hice lo mismo que con mi marido, ofrecí dinero, hablé con abogados que me querían estafar, nos amenazaron. Fuimos una familia perseguida, mortificada, mi marido ayudaba a muchos a esconderse en su fábrica, éramos solidarios con los estudiantes”, relata Carlotto.

Estela Barnes de Carlotto nació el 22 de octubre de 1930 (Guille Llamos)
Estela Barnes de Carlotto nació el 22 de octubre de 1930 (Guille Llamos)

Para dedicarse enteramente a buscarla Estela pidió la jubilación y puso toda su energía para encontrar a su hija. “Esto fue una barbarie, vinieron con la matanza, con la creación de centenares de campos de concentración, con esta idea de tirar a los torturados al mar, todo esto lo fuimos sabiendo. Y cuando me jublé busqué a otras madres de La Plata, ella ya estaban tratando de formar una agrupación permanente. Y ahí me sumé a las Madres y Abuelas. Era una cosa de las 24 horas, dejé de ser madre, esposa, fui una mujer que salió con miedos, porque al principio temblaba en la Plaza y las más expertas me dijeron ‘caminá que no te va a pasar nada’. Y después yo era la que les decía a las que empezaban a venir que caminen, que no les iba a pasar nada”.

Así empezó Estela en las rondas y muy poco después una mujer apareció en la fábrica de su marido y contó que había estado con Laura en La Cacha y que la chica, de 23 años, estaba embarazada. También dijo que ella repetía que el bebé iba a llamarse Guido.

Abuelas se fundó el sábado 22 de octubre de 1977, casualmente, el día en que ella cumplió 47 años. Por eso esta fecha es considerada el Día Nacional del Derecho a la Identidad. Ya en abril de ese año, las Madres de Plaza de Mayo habían convertido la orden policial de “circular” en “la ronda de los jueves” y usaban, para reconocerse, un pañuelo blanco atado en la cabeza, que simbolizaba el pañal de tela de sus hijos e hijas.

Estela de Carlotto junto a integrantes de la CONADEP en 1984 durante una recorrida por el ex Centro Clandestino de Detención conocido como La Cacha, donde estuvo cautiva su hija Laura.
Estela de Carlotto junto a integrantes de la CONADEP en 1984 durante una recorrida por el ex Centro Clandestino de Detención conocido como La Cacha, donde estuvo cautiva su hija Laura.

Seis meses más tarde, una madre que también era abuela se apartó de la ronda y preguntó: “¿Quién está buscando a su nieto, o tiene a su hija o nuera embarazada?”. En ese momento, fueron 12 las mujeres que comprendieron que debían organizarse para buscar a los hijos de sus hijos secuestrados por la dictadura. Ese día de finales de octubre, mientras Estela festejaba su último cumpleaños con Laura viva, se reunieron por primera vez e iniciaron la lucha colectiva que continúa hasta hoy.

Meses después ella se sumó a las 12 fundadoras: Alicia “Licha” Zubasnabar de De la Cuadra, Raquel Radío de Marizcurrena, Haydée Vallino de Lemos, Delia Giovanola, Clara Jurado, María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani, Mirta Acuña de Baravalle, Vilma Sesarego de Gutiérrez, Eva Márquez de Castillo Barrios, Leontina Puebla de Pérez, María Eugenia Casinelli de García Irureta Goyena y Beatriz Aicardi de Neuhaus. Se autodenominaron Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, pero más tarde adoptaron el nombre con el que las llamaba el periodismo internacional: Abuelas de Plaza de Mayo.

Durante un viaje a Brasil para contarle el problema y pedirle ayuda al Papa, Estela se encontró con una mujer que había estado secuestrada junto a su hija y le contó que el bebé de Laura era un varón. “Laura estuvo dos meses en La Cacha. La sacaron diciéndole que la liberaban, la hicoieron arreglar para que se viera bien y cuando la van a llevar lo llaman a otro muchacho a que se sumara y ella le dijo a sus compañeros ‘me van a liberar’”, cuenta Estela, y pone el foco en la crueldad de los asesinos: “¿Por qué la hicieron vestir si la iban a matar?”.

Estela junto a la Abuela Lita Boitano, que cumplió 92 en julio pasado
Estela junto a la Abuela Lita Boitano, que cumplió 92 en julio pasado

Carlotto supo que su hija moriría. Se lo dijo el propio Reynaldo Bignonem, en ese momento 2º comandante y jefe de Estado Mayor del Comando de Institutos Militares. “Yo hablé con él, yo había sido compañera docente de su hermana, a él lo vi en alguna reunión, era un hombre normal entre comillas, y me recibió en su escritorio, con un revólver apoyado adelante y muy nervioso. Le dije ‘vengo a buscar noticias de Laura’ y él me dijo ‘esto había que hacerlo’ y le dije ‘si ya la mataron por favor entréguenme el cuerpo porque no quiero buscarla en los cementerios’, porque ya estábamos en eso, habíamos recorrido tantos cementerios. Y él me dijo que sí, que los mataron a todos, revólver ahí por si las moscas”.

- ¿Cómo sobrellevó esa situación?

- Me fui llorando, mi marido me estaba esperando en la calle. Por eso después me entregan el cuerpo. Unos meses después me la entregaron. Yo todavía no sabía que Laura estaba esperando un bebé.

Según la versión oficial de la Policía Bonaerense, Laura murió el 25 de agosto de 1978, a la 1.20 de la madrugada, en un enfrentamiento “con fuerzas conjuntas, dependientes del Área Militar 114, en la intersección de la Ruta Nacional N° 3 y Cristianía, Isidro Casanova”. Tenía la mitad del rostro destrozado por itakazos y el vientre perforado por un disparo. El cuerpo fue entregado por la policía a una funeraria, donde Estela lo pudo recuperar luego de muchos trámites.

Carlotto durante uno de sus muchos encuentros con el líder de la revolución cubana, Fidel Castro
Carlotto durante uno de sus muchos encuentros con el líder de la revolución cubana, Fidel Castro

Después de eso, la vida de Estela se convirtió en una lucha permanente. Buscó no sólo a Guido, su nieto, sino al resto de los bebés víctimas de la dictadura. “Yo me dediqué a esto que jamás imaginé”, sonríe Estela. “Es esta lucha que me dedico hasta hoy con esta edad que tengo aunque a veces no puedo por la edad. Faltan más de 300 nietos y los restos de desaparecidos. Tengo 93 y la lucha sigue. Mi vida es esa”, cuenta y después de un silencio, agrega: “Eso y la familia”. Mientras charla con Infobae prepara la mesa porque vienen a cenar sus nietos.

- Nada la pudo detener.

- La vida no me amargó para disfrutar lo que hay que disfrutar, sino que me dio una fuerza que tenía guardada para buscar justicia, porque no solamente es encontrar a mi nieto. Hay que encontrar a los otros, que son desaparecidos vivos. Nada me doblega por más que tenga enfermedades y ya seamos muy poquitas.

La lucha de Estela junto al resto de las Abuelas la hizo famosa en todo el mundo, al punto de que en más de una ocasión se las mencionó como candidatas al Nobel de la Paz. Recorrió el planeta, conoció a las personalidades más prestigiosas del mundo. Pero de todos los encuentros que la vida militante le regaló, Carlotto elige cuatro personalidades. “Néstor Kirchner fue el hombre ideal, era cariñoso, sano, afectuoso, pero lamentablemente se nos fue pronto. A mi querida Cristina la quiero como a una hija, a veces me gustaría llamarla para preguntarle ‘¿Cómo estás? ¿Te estás cuidando?’ Pero no la quiero molestar, y ella es medio arisca aunque nos queremos mucho”, ríe.

Junto a su nieto Ignacio Guido y Cristina Fernández de Kirchner: "La quiero como a una hija", dice sobre la vicepresidenta (Télam)
Junto a su nieto Ignacio Guido y Cristina Fernández de Kirchner: "La quiero como a una hija", dice sobre la vicepresidenta (Télam)

También recuerda con mucho afecto el encuentro con Maradona durante el Mundial de Sudáfrica. “Él me quiso ver y nos reunimos y está esa foto hermosa. Le habló a los periodistas con sus palabras, a veces medio groseras, ‘ustedes, pelotudos, ayuden a esta señora que está buscando nietos’, les dio una lección a los periodistas en el medio del campo de deportes”, relata. Fue la segunda vez que se vieron. La primera había sido en Cuba. “Pasamos después de una reunión en la plaza con Fidel Castro y al pasar sale Maradona de una casa y nos saluda. Fidel era otro hombre muy cariñoso, cada vez que me invitaban a Cuba el me decía ‘tu no te pierdes una, chica’”.

La aparición de Guido Carlotto, el hijo de Laura, en 2014 se festejó en todo el país como el triunfo en un Mundial. Su historia es conocida. Fue apropiado o adoptado por una familia campesina de Olavarría, que lo llamó Ignacio. Había nacido en el Hospital Militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978. Laura dio a luz esposada. Apenas lo tuvo en sus brazos y pudo sentir su olor y escuchar su llanto cinco horas. Luego Laura fue dormida y trasladada nuevamente a La Cacha. La mandaron a una “cueva”, un espacio en el que sólo se podía estar en cuatro patas, con las manos engrilladas y los pies atados a una pared.

El momento más grato fue encontrar a mi nieto. Pero yo nunca busqué sólo a mi nieto. Buscamos a todos los nietos. El hallazgo de cada uno fue una fiesta. Ver cómo venía, de manos de quién, todo eso creó una institución como Abuelas muy compleja y formal. Seguimos ayudando a la gente a pensar que esto no tiene que volver a pasar y lo que falta hacer para que nos ayuden. Tenemos equipos técnicos y los nietos de la comisión”, detalla y hace una aclaración muy importante: “Pero conmigo a la cabeza, porque yo les hago la broma, con el dedito de directora de escuela, que mientras exista una abuela manda la abuela”, ríe Estela, la joven mujer que hoy cumple apenas 93 años.

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