Para nadie es su secreto que el último gran ídolo del rock peruano es Pedro Suárez Vértiz, quien, a pesar de su desaparición física el año pasado, sigue siendo recordado por sus más fieles fanáticos por medio de su música y de las historias de las que fue protagonista desde cuando era miembro de la banda Arena Hash hasta su despegue como solista.
Precisamente ya cuando su carrera en solitario comenzaba a despegar en el resto de Latinoamérica, el buen Pedro sufrió uno de los mayores sustos no solo de su profesión sino de su vida, ya que por un momento se vio en prisión por varios años. Pero, qué fue lo que pasó.
Rock en tu idioma
El año era 1996, una época marcada por la efervescencia de la música latina en el escenario mundial. En medio de este panorama, Pedro se encontraba en el punto álgido de su carrera musical, con el lanzamiento de su segundo álbum como solista, “Póntelo en la lengua”, a través de Sony Discos en Miami.
El mercado estaba inundado con éxitos de bandas como Café Tacuba y Los Fabulosos Cadillacs, mientras artistas como Fito Páez y La Ley recorrían Estados Unidos en giras triunfales.
En ese sentido, la empresa Sony Discos, aprovechando el auge de la música latina, decidió invertir en un impresionante video musical para el sencillo “Me estoy enamorado”, dirigido por el aclamado director colombiano Simón Brand.
La expectativa era alta, y Pedro estaba listo para ofrecer una actuación memorable en el video. Sin embargo, sentía la necesidad de destacarse aún más, y decidió buscar una guitarra única y especial para la ocasión.
En busca de su tesoro
Como un verdadero coleccionista de guitarras, Pedro conocía cada instrumento valioso en Perú y quiénes eran sus propietarios. Después de considerar varias opciones, decidió buscar una Melody Maker Gibson de 1961 en Lima.
Con 800 dólares en mano, se dirigió al encuentro del dueño, quien lo recibió con cierta sorpresa y nerviosismo. Después de una breve negociación, Pedro logró adquirir la guitarra por 900 dólares y se preparó para llevarla al rodaje en Bogotá.
El proceso de filmación del video fue intenso y emocionante, con múltiples locaciones y días de trabajo dedicados a cada detalle. Después de la culminación del rodaje, Pedro se encontraba en el aeropuerto, listo para regresar a casa cuando se vio envuelto en una situación inesperada.
¡Alerta aeropuerto!
Desde la sala de espera, Pedro observó cómo se desplegaba un operativo policial en el aeropuerto, con agentes revisando minuciosamente los equipajes de los pasajeros. La razón detrás de esta operación era impactante: se había encontrado una guitarra llena de cocaína entre el equipaje.
La noticia dejó a Pedro en estado de shock. Temiendo lo peor, se preguntó si su guitarra recién adquirida podría estar implicada en este incidente.
Sin embargo, para su alivio, las autoridades identificaron a otros pasajeros como los responsables de la guitarra con droga, dejando la suya completamente limpia de cualquier implicación.
Dos años después, en un gesto de generosidad, Pedro donó la valiosa guitarra al Hard Rock Café de Larcomar. Sin embargo, el destino de este instrumento único permanece desconocido hasta el día de hoy, ya que el local cerró sus puertas sin dejar rastro de su paradero.
Para Pedro, este episodio en el aeropuerto de Bogotá se convirtió en uno de los momentos más estresantes de su vida, junto con el diagnóstico de la metástasis de su padre y su propio diagnóstico décadas después. A pesar de las circunstancias adversas, este incidente sirve como un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de valorar cada momento preciado.