El Tesoro agoniza, el BCRA tiene respirador artificial y La Cámpora pide más gasto público

A esta altura del año y de la crisis sanitaria tiene menos importancia el debate sobre cuánto recursos se destinan a subsidios para mantener bajas las tarifas que el complejo panorama político

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El ministro de Economía,  Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, administran cuentas muy desequilibradas
El ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, administran cuentas muy desequilibradas

Se sabe que no hay posibilidad de generar confianza económica si no hay un respaldo político claro y contundente al ministro de Economía. En la Argentina, el poder del Presidente parece estar licuado por la vicepresidente. Al mismo tiempo, Martín Guzmán no tiene un plan económico concreto para estabilizar la economía y volver a crecer. Se limita a tratar de renegociar los vencimientos de la deuda pública y nunca logra grandes objetivos. Es el ministro de la deuda, más que de Economía.

Si a eso se le agregan las internas de poder dentro del gobierno, Argentina es un barco a la deriva sin timón y sin motores en el medio de una gran tormenta en pleno océano. Los que navegan cuentan que, “bajo esas circunstancias, el mar va acomodando la coyuntura, hasta que la nave se hunde”.

Martín Guzmán no tiene un plan económico concreto para estabilizar la economía y volver a crecer. Se limita a tratar de renegociar los vencimientos de la deuda pública

A modo de ejemplo se puede citar el caso de Domingo Cavallo. Cuando fue ministro de Economía de Carlos Menem tenía el respaldo político y un plan muy concreto. Por eso pudo avanzar. En su segundo paso por Hacienda, sobre el fin de la presidencia de Fernando de la Rúa, asumió sin tener el apoyo vital, y por eso fracasó.

Ningún economista puede resolver los problemas económicos sin un plan consistente y sin poder político que lo respalde. Martín Guzmán parece no tener ninguna de las dos cosas.

Números insostenibles

En los primeros meses de 2021 el gasto público para financiar los subsidios a la energía para mantener artificialmente bajas las tarifas -y no afectar el servicio- aumentó 130% en comparación con 2019, pasó de $214.137 millones a $429.337 ahora.

En los primeros meses de 2021 el gasto público para financiar los subsidios a la energía para mantener artificialmente bajas las tarifas aumentó 130% en comparación con 2019, y no afectar el servicio (EFE)
En los primeros meses de 2021 el gasto público para financiar los subsidios a la energía para mantener artificialmente bajas las tarifas aumentó 130% en comparación con 2019, y no afectar el servicio (EFE)

Mientras que respecto del primer cuarto de 2020 creció 74%, se elevó de $66.415 millones a $115.333 millones. Y aunque redujeron su contribución al aumento del gasto primario total de 11% a 9,5%, todo parece indicar que el ministro Guzmán está desesperado en busca de dónde puede recortar el ritmo de crecimiento del total de las erogaciones corrientes porque sabe que los números fiscales comienzan a descontrolarse nuevamente por la nueva cuarentena que decretó el presidente Alberto Fernández para gran parte del país (AMBA).

El siguiente gráfico muestra cuáles fueron las principales fuentes de ingreso del Tesoro durante marzo. Al igual que el año anterior, la emisión monetaria por Adelantos Transitorios del Banco Central ocupó un rol destacado; luego el IVA neto que le queda a la Nación después de la coparticipación; y en tercer lugar las Contribuciones Patronales sobre la nómina salarial. El rubro resto de los impuestos incluye derechos de importación, combustibles, internos y otros tributos.

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Hay que recordar que el año pasado la emisión monetaria para asistir al Tesoro sumó $2,2 billones, representó la mitad, Aportes y Contribuciones Patronales sumaron $1,5 billones, IVA neto de reintegros $0,8 billones, Débitos y Créditos Bancarios $0,4 billones y otros completan la mitad restante.

Y si la situación de la Tesorería es delicada, la del BCRA no parece mejor, porque ya no está en condiciones de seguir financiando el desequilibrio de las finanzas públicas, o al menos no debería hacerlo.

En 2020 la emisión del BCRA para financiar a la Tesorería representó el 50% del total

Al 27 de abril, el Informe Monetario Diario de la entidad que preside Miguel Pesce reveló que la deuda en Leliq y Pases ascendió a $3,4 billones. Al tipo de cambio oficial de ese día de $98,89, equivalía a USD 34.381 millones.

Las reservas del BCRA netas de encajes en dólares, dado que son divisas que son propiedad del sector privado sumaban USD 29.891 millones. De ahí que ni el principal activo alcanza para poder pagar esa deuda remunerada al conjunto de las entidades financieras, la cual está devengando un gasto cuasifiscal por año de $1,5 billones.

Si a la deuda remunerada del BCRA se le suma la base monetaria de $2,5 billones, se tiene que por cada dólar propio (incluido el swap de China) que tiene el BCRA en sus reservas tiene que respaldar 197 pesos (Reuters)
Si a la deuda remunerada del BCRA se le suma la base monetaria de $2,5 billones, se tiene que por cada dólar propio (incluido el swap de China) que tiene el BCRA en sus reservas tiene que respaldar 197 pesos (Reuters)

Y si a esa deuda remunerada del BCRA se le suma la base monetaria de $2,5 billones, se tiene que por cada dólar propio (incluido el swap de China) que tiene el BCRA en sus reservas tiene que respaldar 197 pesos, o, dicho de otra manera, en caso de ir a una convertibilidad el tipo de cambio de conversión estaría en niveles cercanos a $200 por dólar.

¿Es flotante el tipo de cambio?

Muchos podrán argumentar que ese ejercicio es válido para un régimen de caja de conversión pero no para un sistema de tipo de cambio flotante. Pero, el problema es que en este momento no tenemos un tipo de cambio fluctuante, sino que está regulado discrecionalmente por las máximas autoridades del BCRA y, como tal, está por debajo del nivel de mercado.

Hoy no tenemos un tipo de cambio fluctuante, sino que está regulado discrecionalmente por las máximas autoridades del BCRA y, como tal, está por debajo del nivel de mercado.

Justamente ese atraso cambiario es lo que hace que falten dólares en la plaza, por eso el precio sube, a pesar de que los exportadores están obligados a liquidar sus divisas al tipo de cambio artificialmente bajo. La solución que encuentra el Gobierno para evitar un mayor desborde es poner un cepo, frenar importaciones y mil artilugios más.

Pero en concreto, mientras La Cámpora no quiere mover las tarifas de los servicios públicos y pide reestablecer el IFE con un costo mensual de $90.000 millones, el Tesoro está agonizando y el BCRA está con respirador artificial.

Con la economía nuevamente en recesión, la desocupación creciendo por efecto de la nueva cuarentena, el Tesoro agonizando y el BCRA con respirador artificial, es claro el complejo escenario económico que tendrá que transitar el Gobierno de aquí a las elecciones. Si llega airoso y no se le disparan las variables, que tampoco sabemos cuándo será, entonces habrá que ver cómo se podrá sobrellevar este caos económico en la segunda mitad del mandato presidencial.

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