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Juegos que cambiaron la historia #5 | Warcraft III: Reign of Chaos
Warcraft III: Reign of Chaos es uno de los videojuegos más relevantes de la historia en PC y su influencia sigue vigente hasta el día de hoy. El legendario título que salió en 2002 fue una revolución no solo para la concepción de los RTS, sino también para las formas en las que se pueden desarrollar historias. Además, marcó un antes y un después en el juego competitivo online.
Había una gran variedad de títulos de estrategia en tiempo real (RTS: Real-Time Strategy) durante esta época, por lo que fue un género en constante evolución. Incluso, hay mucha diferencia entre Warcraft: Orcs & Humans (1994) y Warcraft II: Tides of Darkness (1995) con respecto a la tercera entrega, no solo en aspectos técnicos y visuales, sino en la totalidad de su propuesta.
Cabe destacar que las primeras dos entregas fueron un éxito, por lo que había mucha expectativa puesta sobre Warcraft III: Reign of Chaos. Al mismo tiempo, Blizzard era una compañía en constante crecimiento y que ya empezaba a mostrar indicios de que se iba a convertir en uno de los estudios más aclamados por los jugadores, ya que las franquicias de Diablo, Starcraft y Warcraft comenzaban a dar sus primeros pasos.
A grandes rasgos, el título tomó mucho de los elementos jugables que Blizzard ya había incorporado en Starcraft, pero le dio una vuelta de tuerca en cuanto a los elementos narrativos, la inclusión de mecánicas RPG y un aspecto visual notable con la incorporación del 3D. Además, el juego sumó distintas razas jugables con respecto a las entregas anteriores.
Sin lugar a dudas, la historia de Warcraft III: Reign of Chaos es su elemento más destacable y una de las narrativas más icónicas de la industria de los videojuegos. Tanto es así, que el título plantó la semilla de lo que iba a ser World of Warcraft, el popular MMO que sigue vigente aún a día de hoy, y que continúa los acontecimientos de la entrega y del mundo de Azeroth.
Warcraft III presenta diferentes campañas que nos ponen en la piel de distintas razas y personajes. Aquí hay algo interesante y es que las campañas están relacionadas entre sí. Comenzamos utilizando los humanos con el viaje de Arthas y Jaina en busca de los orígenes de una plaga que acecha el reino de Lordaeron, luego nos ponemos en la piel de los No-Muertos y su azote, para terminar nuestro recorrido con la liberación de los orcos y los elfos nocturnos.
La historia es atrapante no solo por los acontecimientos que se cuentan, sino por las increíbles cinemáticas que ocurren durante el juego. Además, hay una gran variedad de personajes muy bien desarrollados y, al ponernos en la piel de todos, logra darnos una gran inmersión para con el jugador con cada uno de los objetivos de cada personaje. Arthas, Jaina, Muradin, Uther, Thrall, Illidan y Sylvanas, entre muchísimos otros, comenzaron a generar fanatismo entre los seguidores.
Si hay algo que no le podemos criticar a Blizzard, ni siquiera en esta época, es su calidad a la hora de armar cinemáticas e historias con cada una de sus franquicias, que poco tienen que envidiarle a grandes producciones cinematográficas. Aún al día de hoy, ver las cinemáticas de Warcraft III me impresionan y generan esa sensación de escalofríos que ocurre cuando ves algo que realmente te impacta.
Anteriormente, mencioné la inclusión de aspectos RPG como una característica única de Warcraft III: Reign of Chaos y es que cada héroe puede ser controlado de manera individual, con habilidades, definitivas, y el don de utilizar consumibles y hasta subir de nivel dentro de cada juego. El agregado de estas mecánicas fueron imprescindibles para entender la relevancia de esta entrega y, también, para conseguir ese cariño entre jugador y personaje.
Por otro lado, las misiones de la campaña no necesariamente se centran en ganar una partida de manera tradicional como en el resto de los RTS sino que, en muchos casos, el objetivo de la misión estaba directamente relacionado con la historia que estábamos viviendo. Escapar de un asedio, detener un ritual o conseguir la legendaria espada Frostburn, son algunas de las situaciones que nos hacen sentir inmersos y partícipes en la narrativa.
Una pequeñez que me parece relevante mencionar es que una de las características de los juegos de Blizzard, es que en la interfaz aparezca el modelaje de la cara de los personajes que seleccionamos, los cuales interactúan y hacen sonidos y diálogos según lo que les ordenemos hacer. Esto es especialmente positivo en Warcraft III ya que hay algunas frases, sobre todo de Arthas, que se hicieron meme y se siguen utilizando hoy en día. En este mismo sentido, hay mucho humor en este apartado y diálogos secretos y divertidos de unidades que se desbloquean seleccionándolos repetidas veces.
El último aspecto que me queda por mencionar es el del juego competitivo. Recuerdo durante mi infancia concurrir a distintos cybers en la ciudad de Buenos Aires que se encontraban llenos de gente. La mitad jugando Counter-Strike 1.6 y la otra parte compitiendo entre sí en el Warcraft III. Esto se dio así en aquel momento porque se trataba de un título que regaló muchas posibilidades en cuanto a los enfrentamientos multijugador y herramientas para hacerlo más variable.
Por fuera de esto, uno de los elementos más recordados de Warcraft III: Reign of Chaos es su editor de mapas, que le permitía a los fanáticos editar, desarrollar y cambiar todos los elementos del juego base pudiendo crear experiencias totalmente diferentes. Sumado a esto, Blizzard tenía una plataforma que permitía a los jugadores compartir sus creaciones y mostrar las que mejores valoraciones tenían.
Uno de estos mods fue el origen de uno de los géneros más vigentes en la actualidad: los MOBA. Esto se debe a que Defense of the Ancients (DOTA) fue una creación producto del editor de mapa de Warcraft III, dando inicio a una nueva época. Sin Warcraft III no hubiera existido ni DOTA, ni League of Legends.
Más allá de la importancia a nivel industria e historia, esto fue una mancha en la historia de Blizzard, ya que fue creador indirecto de un género que nunca pudo explotar. Lo intentó con Heroes of the Storm, su propio MOBA que reúne a personajes de todas sus franquicias, pero su llegada tarde con respecto a los otros exponentes, sumado a otros problemas, le impidieron asentarse en la industria por más de que sea una entrega muy querida por sus fanáticos.
En definitiva, Warcraft III: Reign of Chaos y su expansión Warcraft III: The Frozen Throne, que salió un año después que el juego original, marcaron un antes y un después en la industria de los videojuegos en distintos apartados y su relevancia sigue estando presente aún al día de hoy. Marcar el inicio de títulos como World of Warcraft, League of Legends y DOTA, al mismo tiempo que logró innovar el género RTS y su forma de contar historias, lo coloca en un lugar privilegiado de la historia.
En 2020, Blizzard lanzó Warcraft III: Reforged, una remasterización del juego que fue muy criticada por los jugadores pero que decidí no traer aquí ya que se trataba de repasar la influencia y logros del título original. Demás está decir que si todavía no tuviste la oportunidad de jugarlo, sigue siendo una entrega muy vigente en la actualidad y hay muchas razones para hacerlo.