El error banal que haces con los radiadores y que dobla la factura de la calefacción

Apagar y encender la calefacción cuando nos ausentamos por periodos cortos de tiempo puede elevar el consumo mucho más que mantener una temperatura estable

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Una mujer pone la calefacción
Una mujer pone la calefacción a 22 grados en invierno (Canva)

Con la llegada del frío, muchas familias optan por poner la calefacción durante el tiempo que pasan en casa. No obstante, algunos no terminan de ser conscientes del impacto en la factura. Por ello, cuando salen de la vivienda para hacer un recado puntual deciden apagarla, aunque solo sea media hora. Sin embargo, esto es uno de los errores más comunes que propicia un aumento del coste de la calefacción.

Utilizar los radiadores de forma intermitente, apagándolos por completo durante ausencias cortas, puede incrementar el consumo energético. En algunos casos, este hábito puede llegar a duplicar el gasto en comparación con una gestión más constante.

El problema no está en apagar la calefacción en sí, sino en lo que ocurre dentro de la vivienda mientras tanto. Cuando la temperatura interior baja de forma brusca, el aire de la estancia se enfría. En consecuencia, al volver a casa y subir la calefacción al máximo, el sistema tiene que trabajar durante más tiempo y con mayor intensidad para recuperar una temperatura de calor. Este esfuerzo adicional se traduce en un mayor consumo.

Alternativas que maximizan el calor y minimizan los costes

La alternativa es más simple de lo que parece. Si la ausencia va a ser breve, lo más eficiente no es apagar la calefacción, sino bajar ligeramente la temperatura. Reducirla uno o dos grados permite mantener el equilibrio térmico de la vivienda sin disparar el gasto. Mantener una temperatura estable, en torno a los 19 o 20 grados, suele ser la mejor alternativa.

El uso de termostatos de ambiente y válvulas termostáticas también ayuda a evitar estos picos de consumo. Estos sistemas permiten regular la temperatura sin necesidad de encender y apagar manualmente los radiadores.

Una mujer comprobando el estado
Una mujer comprobando el estado de la calefacción (Shutterstock)

Otro error frecuente es obstruir los radiadores sin darse cuenta. Cortinas gruesas que los cubren, sofás colocados demasiado cerca o ropa tendida encima impiden que el aire caliente circule. El calor queda atrapado y no se distribuye por la habitación. Esto produce, en ocasiones, la sensación que el hogar no se calienta. Cuando esto sucede, las personas suelen tomar la decisión de aumentar la temperatura del calefactor.

En estos casos, la pérdida de eficiencia puede ser muy elevada, llegando en algunas situaciones al 40 o 50 %. Es decir, se paga energía que no llega a aprovecharse. La recomendación básica es dejar al menos diez centímetros libres delante del radiador.

Sobre la importancia del mantenimiento

El mantenimiento es otro aspecto que suele ignorarse. Un síntoma habitual de un sistema ineficiente es notar que los radiadores están calientes en la parte inferior y fríos en la superior. Esto suele indicar la presencia de aire en el circuito. Cuando ocurre, el sistema sigue funcionando, pero lo hace peor y consume más energía.

Edesur creó este informe sobre la eficiencia de distintos artefactos eléctricos

Por otro lado, la presión de la caldera también influye. En muchos hogares, el rango recomendado se sitúa entre uno y dos bares. Si la presión está fuera de esos valores, la eficiencia puede verse afectada, aumentando el consumo. Es recomendable dedicar unos minutos a una revisión básica: comprobar si todos los radiadores calientan de forma uniforme y verificar la presión de la caldera.

Por último, está el desperdicio más invisible: ventilar con la calefacción encendida durante largos periodos. Abrir las ventanas es necesario, pero hacerlo durante demasiado tiempo provoca una pérdida directa de calor. Además, cada grado por encima de los 20 puede incrementar el consumo entre un 5 y un 7 %.

La estrategia más eficiente consiste en ventilar de forma rápida (durante cinco o diez minutos) creando corriente de aire, y cerrar después para que el sistema funcione sin esfuerzos adicionales.