
La pirámide poblacional invertida a la que se enfrenta España supone un desafío para el empleo, las pensiones... Sin embargo, este envejecimiento generalizado de la población también tiene un efecto directo para otros segmentos, como es el caso de los servicios funerarios. El aumento de la mortalidad ha impulsado no solo el incremento del peso de este sector en la economía española, sino también el empleo necesario para dar respuesta a toda la demanda.
En 2022 se registraron de forma oficial 463.133 defunciones -según el dato provisional publicado por el INE-, 12.389 más que en 2021. Exceptuando el anómalo año de la crisis sanitaria del Covid-19, el ejercicio de 2022 es el año con mayor número de defunciones de la última década. Si bien no a niveles de 2020, el pasado año el sector se ha visto nuevamente exigido por una muy alta demanda: 1.269 fallecimientos al día, 24 más que en 2021 y 571 incineraciones en tasa diaria, lo que supone casi una veintena más que en el ejercicio precedente.
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España dispone de 537 hornos crematorios, 50 más que los registrados en 2021. Estos otorgan capacidad para realizar 1.833 incineraciones en una jornada laboral, lo que ha permitido cubrir sin problemas la demanda de incineraciones diarias que tuvieron lugar en 2022. Se estima que en ese añp existían en España 2.567 instalaciones con más de 7.100 salas de velatorio para dar respuesta a una demanda de 1.268 fallecimientos diarios ocurridos durante el ejercicio, según los datos de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef).
Para dar respuesta a esta demanda, el sector de servicios funerarios emplea a 12.433 trabajadores, 143 más que en 2021, un incremento lógico derivado del aumento de la mortalidad que se produjo durante el año 2022. Del total de empleados, el 34,93% son mujeres y el 65,05% hombres, destacando el notable incremento de las mujeres en el sector: comparando las plantillas de 2020 y 2021 se observa un número mucho más bajo de trabajadores masculinos, mientras que el de mujeres se mantiene estable. En total, el sector dispone de 9,80 empleados de media por fallecimiento diario.
Así, el mercado funerario generó durante el pasado año en nuestro país la cifra de 1.653 millones de euros, lo que supone un incremento del 1,44% respecto a 2021. El peso en relación al PIB disminuye debido al crecimiento de este indicador en 2022, pero estos resultados recuperan la progresiva tendencia al alza de la facturación observada en series anteriores.
Radiografía de la muerte en España
El porcentaje de hombres fallecidos se sitúa en el 50,4% y sigue siendo más elevado que el de mujeres -que alcanza el 49,54%-, si bien en 2022 esta diferencia se estrecha respecto a años anteriores, situándose muy cerca del 50% entre sexos. La esperanza de vida aumenta en 0,83 años en términos generales, pasando de los 80,27 a los 81,32 entre los hombres y llegando hasta los 86,44 para las mujeres.
El porcentaje de incineraciones se mantiene muy estable, con un dato prácticamente idéntico al observado en 2021 alcanzando un 44,99% del total de defunciones (44,93% en 2021). El 55% de las incineraciones tuvieron lugar en capitales de provincia, aumentando respecto al 52% observado en 2021. En cuanto al tipo de ceremonia, se sigue optando mayoritariamente por las de carácter religioso, igualando el 85% observado en 2020 y 3 puntos más bajo que en 2021.
El sector funerario no ha conseguido escapar a la inflación. Al coste de la inhumación o la cremación se suman los del velatorio, la lápida, el ataúd, las flores, el coche fúnebre o las esquelas... Así, los gastos que genera un entierro o una incineración rondan entre los 3.500 y los 6.500 euros. Una parte importante del presupuesto se la lleva el ataúd, que de media cuesta 1.200 euros, al que hay que sumar el tanatorio que, según los cálculos de la OCU, el precio medio del alquiler de estas instalaciones durante 24 horas es de 546 euros. La inhumación y las tasas por el alquiler de un espacio en el cementerio para depositar los restos, en caso de no poseer tumba, nicho o panteón familiar, cuestan 650 euros de media, más los 500 euros de la lápida. En caso de incineración, su coste medio llega a 547 euros, dependiendo de la urna elegida, mientras que el columbario —el nicho donde se guardan las urnas cinerarias— puede representar 300 euros adicionales.
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