La historia del luchador argentino que consiguió un histórico pasaje a los Juegos Olímpicos en medio de la crisis por el coronavirus

Agustín Destribats se transformó en el atleta N° 143 en acceder a Tokio 2020 en un contexto especial: se impuso en el Panamericano de Canadá sin público y pleno de restricciones

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El cordobés, de 22 años, regresó a su pueblo y se recluyó en cuarentena
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La oferta deportiva a nivel mundial del último domingo quedó diezmada tras las suspensiones por la pandemia de coronavirus. Sin embargo, en Ottawa, Canadá las ilusiones olímpicas de varios atletas argentinos seguían en pie. El torneo Panamericano Clasificatorio de Lucha se disputó con algunas restricciones: saludos con los codos entre participantes y jueces, sin público en las tribunas y con la presencia en el estadio solamente de los involucrados en las competencias del día. Así, el clásico aliento de las delegaciones argentinas a metros de la acción se convirtió en deseo a distancia frente al televisor del hotel.

Agustín Destribats, nacido en Córdoba 22 años atrás, se convirtió en la estrella del fin de semana. Es el atleta argentino número 143 que saca pasaje para Tokio 2020. Superó en las semifinales de la categoría hasta 65 kilos del torneo al estadounidense Allen Retherford y aseguró su boleto olímpico. Un desahogo importante, sobre todo por lo que se vivió en suelo canadiense en la semana previa a la competición.

“Yo viajé dos semanas atrás a Canadá, antes había estado en Estados Unidos. En la primera semana disputamos el Panamericano y conseguí la medalla de bronce. Hasta ahí, todo marchaba normal. Luego llegó la noticia del positivo por coronavirus de la mujer del premier canadiense y todo se puso más riguroso”, cuenta el luchador, apenas llegado a su casa en Bialet Massé a 53 kilómetros de la capital cordobesa. En medio de la alerta global por coronavirus, el regreso y el festejo sufrieron modificaciones. Pero a la hora de competir nada cambió: “Es un deporte de puro contacto, en el momento de las luchas ni se me pasaba por la cabeza el posible contagio o alguna suspensión de los Juegos Olímpicos, quería clasificar”.

“Teníamos el regreso programado por Estados Unidos, pero por el coronavirus cambiamos los vuelos haciendo Ottawa-Toronto-Panamá-Buenos Aires. En Ezeiza el control fue con el papel de declaración jurada. En Córdoba, tras el vuelo nacional, sí fueron más rigurosos y nos tomaron la temperatura”, advierte el cordobés. Con la clasificación asegurada, la gran celebración con los suyos deberá esperar: “Nos recomendaron aislarnos, pero al llegar a casa se me vinieron todos encima para abrazarme por el logro, los tuve que frenar; sabía que iba a complicarse en ese sentido, pero ahora voy a estar aislado y deberemos postergar el festejo”.

Superó en las semifinales de la categoría hasta 65 kilos del torneo al estadounidense Allen Retherford y aseguró su boleto olímpico
Superó en las semifinales de la categoría hasta 65 kilos del torneo al estadounidense Allen Retherford y aseguró su boleto olímpico

Luego de los buenos resultados en el clasificatorio de 2016 (“estuve a una pelea de meterme en Río de Janeiro, pero la intención era sumar experiencia”, recuerda) comenzó a viajar constantemente al exterior para realizar entrenamientos y participar de diferentes competencias. Rusia, Bulgaria e Irán, fueron algunos de los destinos seleccionados para perfeccionar técnica y estrategia del luchador. Para Destribats lo más difícil es estar lejos de su hijo de dos años, pero siguió sumando millas en 2020 y advierte que “este año estuve sólo cinco días en Córdoba. Primero comenzamos con un torneo en Italia, luego viajé a Rusia y, tras una breve pasada por mi ciudad, volvimos a viajar para Estados Unidos”.

La aventura olímpica comenzó a los diez años. Un vecino del barrio le recomendó empezar a practicar algún deporte en un club del barrio Ituzaingó en Córdoba. Allí se hacían diferentes artes marciales, una de ellas era la lucha. Fue amor a primera vista. A las semanas recibió un apodo: el Gato, en referencia a la capacidad de los felinos para caer siempre en cuatro patas y nunca con la espalda, algo fundamental en este deporte. Y a los pocos meses ya ganó un torneo nacional. “Espero que se hagan los Juegos Olímpicos; en Canadá, los que ya estaban clasificados no paraban de hablar de eso”, cuenta en plena etapa de aislamiento. Con la mente puesta en Tokio, el celular con las notificaciones al instante de cualquier novedad sobre el itinerario de la cita olímpica, y en cuarentena tras su triunfal regreso al país, Destribats deberá apelar al ingenio para seguir entrenando: “Por suerte me dieron una semana de descanso obligatorio después de tanto trajín, pero al staff algo se le va a ocurrir”.

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