El músico que perdió la audición mientras tocaba en la banda de Nito Mestre y ahora le enseña percusión a jóvenes hipoacúsicos

De niño, Mariano Irigoyen soñaba con ser músico y logró ser parte de la banda del reconocido maestro y músico. Pero un día dejó de escuchar, pensó que todo estaba perdido y no fue así. Se propuso salir adelante y hoy se dedica a enseñar música a niñas y niños con capacidades diferentes. Con la solidaridad y la integración como banderas dicta talleres en todo el país y demuestra que con voluntad se puede salir adelante

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Una postal de Mariano Irigoyen junto a Nito Mestre en una de sus primeras giras del baterista con la banda del ex Sui Generis
Una postal de Mariano Irigoyen junto a Nito Mestre en una de sus primeras giras del baterista con la banda del ex Sui Generis

“Para quienes padecen sordera, hacer y disfrutar de la música puede parecer un desafío infranqueable. Sin embargo, la pérdida de audición no ha impedido que muchos desarrollen su actividad. En términos de inclusión debemos pensar en potenciar los talentos. Estas páginas con un lenguaje claro y preciso nos cuentan cómo niñas y niños con hipoacusia disfrutan interpretar como una forma de incentivar el sentir con el cuerpo y oír las vibraciones de la percusión. La música no tiene que ver exclusivamente con el oído. Quiero invitar a los lectores a que se acerquen y participen de esta maravillosa experiencia porque la música es vida”, escribe Nito Mestre en el prólogo del libro Música para creer y crecer, de su gran amigo, Mariano Irigoyen, que brinda “apuntes y reflexiones sobre talleres para personas con discapacidad auditiva”, que acaba de presentar con el acompañamiento de lujo de semejante artista en la Feria Internacional del Libro.

Mariano es pura emoción cuando dialoga con Infobae porque empieza a contar parte de su historia de resiliencia: “Pasé momentos duros y difíciles. Me sentía en la plenitud artística cuando tocaba con Nito, incluso jamás podré olvidar las noches que fuimos teloneros de Paul McCartney, en diciembre de 1993 en el Monumental de River”, rememora el abogado y baterista Mariano Irigoyen, protagonista a sus 52 años de una gran historia de perseverancia y solidaridad.

Nacido y criado en La Plata, cuna de excelsos rockeros, de niño se amigó con la guitarra y el folklore. Pero claro, eso ocurrió hasta que tuvo entre sus manos los primeros palillos y se enamoró de los sonidos de la batería que sus padres le regalaron cuando cumplió tan solo 12 años. Se prendió a los tachos y platillos con mucha pasión, soñando con alcanzar los grandes escenarios. SIn embargo, consciente de lo sinuosas que suelen ser las rutas que transitan los artistas, ingresó a la Facultad de Ciencias Jurídicas y logró el título de abogado, vocación que ejerce en la especialización de Derecho Municipal.

Mariano recuerda cuando en 1993 fueron teloneros de Paul McCartney de su show en el estadio de River
Mariano recuerda cuando en 1993 fueron teloneros de Paul McCartney de su show en el estadio de River

Pero siguió despuntando el “vicio” tocando con distintas bandas de la capital bonaerense, hasta que llegó la gran oportunidad de su vida: realizar una prueba con la posibilidad de formar parte nada menos que de la de Nito Mestre. “Fue un día increíble, tenía confianza, me preparé bien, pero al mismo tiempo una chance de semejante nivel, genera dudas, porque uno se enfrenta a una posibilidad que quizás nunca vuelva a presentarse”, se sincera Mariano.

Cuando le confirmaron que sería el nuevo baterista del ex Sui Generis, no lo podía creer. “En el momento en que el guitarrista y arreglador Lapo Gesaghi me dijo que estaba dentro de la banda, sentí que caminaba sobre el aire. Tocar con una estrella de nuestro rock, al que veía en la tele, en las revistas y los recitales, era cumplir el mayor sueño”.

Entonces comenzó un intenso recorrido por escenarios de la Argentina y de América Latina, con la rutina de intercalar en Buenos Aires horas de ensayo, shows y clases en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata. Mariano daba pasos firmes en su carrera y no pensaba aflojar.

“Nito es un fenómeno como tipo y profesional, un verdadero maestro comprometido con la inclusión”, rescata hoy el baterista
“Nito es un fenómeno como tipo y profesional, un verdadero maestro comprometido con la inclusión”, rescata hoy el baterista

Un golpe de knock out

En el inicio de 1998 Nito y su banda estaban dedicados a pleno a registrar el demo de “Colores Puros”, cuando sucedió lo inesperado. “Sin muchas señales previas, en medio de esa circunstancia tan inspiradora, mientras estábamos en el estudio sentí que me costaba mucho escuchar los retornos, no entendía lo que me estaba pasando”, rememora Mariano. Tenía por entonces 28 años y no imaginaba que su carrera como músico profesional podía terminar de forma prematura.

Empezó a darse cuenta de que comenzaba su despedida de la música profesional. “Ya pasaron 24 años de la última vez que toqué con Nito en vivo. Fue en un homenaje a José Luis Cabezas. Me manejaba con un monitor, no escuchaba nada”, confiesa

A partir de ese episodio, la disminución auditiva lo alejó de los escenarios y dejó de tocar durante ocho años. En ese lapso, se dedicó al ejercicio de la abogacía y paralelamente, siempre con optimismo, buscaba el camino para volver a abrazar a la música.

El quiebre sucedió en 1998: "Mientras estábamos en el estudio sentí que me costaba mucho escuchar los retornos, no entendía lo que me estaba pasando”
El quiebre sucedió en 1998: "Mientras estábamos en el estudio sentí que me costaba mucho escuchar los retornos, no entendía lo que me estaba pasando”

Los diagnósticos médicos eran coincidentes: el problema era irreversible y crónico. “Me costó mucho comprender que tendría que convivir con esta dificultad por el resto de mi vida”, agrega Irigoyen, que advirtió que en pocos días pasó de la cúspide al retiro de su vida artística.

Pero no se resignó a su destino: juntó sus ahorros y viajó a Estados Unidos en busca de una solución. Más allá del esfuerzo que se planteó, la respuesta fue la misma. Los especialistas le diagnosticaron con precisión que aún conservaba cerca del 30% de capacidad auditiva y que debería acostumbrarse a utilizar audífonos sin poder volver a los escenarios.

“Me dominaba la incertidumbre, pero en mi interior pensé que lo mejor era concentrarme en la parte llena del vaso. Me costó levantarme, pero encontré la forma de sentirme útil y hacer de esa realidad algo positivo para los demás”, admite.

Mariano Irigoyen llama a su época como músico profesional como su primera vida. En la segunda, se convirtió en un docente de talleres de percusión inclusiva
Mariano Irigoyen llama a su época como músico profesional como su primera vida. En la segunda, se convirtió en un docente de talleres de percusión inclusiva

Resiliencia y futuro

El avance de la tecnología médica y su búsqueda incesante confluyeron para que Mariano pudiera hallar audífonos que le permiten una fluida comunicación con los demás: “La pérdida de un sentido como el oído me hizo sentir en carne propia ciertas conductas difíciles de entender que trascienden el aislamiento y afectan como la indiferencia y la discriminación. Pero toda esa experiencia decidí volcarla a través de los talleres”, resume.

A partir de allí ese se dedicó a organizar programas de trabajo bajo el formato de talleres con el objetivo de enseñar percusión a niños y adolescentes hipoacúsicos. A pesar de su actitud y perseverancia y de que hace un año fue reconocido por el Concejo Deliberante de La Plata con la distinción de “Vecino Destacado por su labor Cultural Solidaria”, no le fue fácil encontrar espacios donde expresar su vocación.

“Las puertas se abrieron lentamente, llegamos a varios puntos de nuestro país y también a Chile, Uruguay, Colombia y Cuba. A poco de andar, me di cuenta de que es muy importante integrar a padres y docentes y también a chicos con otras capacidades diferentes, porque la música puede sumarnos a todos”, explica.

“Para mí, antes la música solo entraba por los oídos, ahora es multisensorial. Manejo otro lenguaje, siento vibraciones, me manejo con las luces, uso más el recurso del tacto y la vista, y lo que se genera es más profundo”, dijo
“Para mí, antes la música solo entraba por los oídos, ahora es multisensorial. Manejo otro lenguaje, siento vibraciones, me manejo con las luces, uso más el recurso del tacto y la vista, y lo que se genera es más profundo”, dijo

Lo trascendente fue que también se incorporaron jóvenes que no padecen discapacidades pero están dispuestos a compartir el arte y así nació la idea de armar grupos: “Logramos llevar a cabo algo muy lindo en Chascomús, por ejemplo, detalla a pura emoción”. Y completa: “En el teatro municipal Brazola, luego de muchas horas de ensayo, pudimos grabar para el programa RockandRoadTV El fantasma de Canterville y Aprendizaje, con Nito acompañándonos, cantando en medio del grupo de pibes. No lo podían creer, fueron todos sus familiares y maestros, algo muy fuerte, conmovedor”, recuerda.

Mariano destaca la actitud del consagrado músico del rock nacional: “Tenemos una amistad muy linda, entre nuestras familias también. Nunca perdimos esa relación que gestamos en tantas horas de ensayo y giras. Siempre apoyó y sigue apoyando esta iniciativa, con el concepto de que la música suma e incluye, es un fenómeno como tipo y profesional, un verdadero maestro comprometido con la inclusión”.

Otro encuentro sobresaliente y superlativo se produjo durante la llamada gira “Del mar a la cordillera” realizada en la provincia del Chubut: “Viajamos durante dos semanas, éramos 18 personas, entre chicos, músicos y docentes. Fue espectacular tocar en teatros, centros culturales, bares, con un público abierto, participativo. Recorrimos de este a oeste el territorio chubutense y dejamos nuestro humilde mensaje en Rawson, Puerto Madryn, Playa Unión, Gayman, Trevelin y Esquel, entre otras hermosas ciudades que nos recibieron con inmenso cariño”.

Con Nito Mestre rodeados de músicos durante una experiencia en el teatro municipal Brazola de Chascomús
Con Nito Mestre rodeados de músicos durante una experiencia en el teatro municipal Brazola de Chascomús

La Feria del Libro: Misión cumplida

Impulsado por tantos participantes en tan intenso recorrido, Mariano se animó a relatar todas las experiencias que transformaron su vida y la de muchas personas que comparten su propuesta en el libro Música para creer y crecer, que escribió junto al periodista y docente Sebastián Castelli.

La presentación oficial se realizó el viernes 10 de agosto en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y convocó a un gran público que se interesó sobremanera por esta propuesta integradora.

Así resume Mariano la sustancia del libro: “Estas páginas cuentan experiencias y prácticas, líneas hilvanadas como una libreta de apuntes. Se trata de una guía que invita a pensar y hacer, sin pretender ser un libro sobre música y discapacidad auditiva. Mi intención es ofrecer esta herramienta del arte con un concepto de integración. La música es un lenguaje universal. Lo vemos en recitales multitudinarios donde cada persona comparte horas de alegría, canta y baila pacíficamente sin pensar en la raza, la ideología, la edad ni la religión de los miles que los rodean”.

Ese día tan especial también reflexión acerca de su experiencia en otros países: “Luego de organizar y coordinar talleres de percusión en Argentina, Colombia, Chile y Uruguay con niñas y niños con diferentes discapacidades, especialmente auditivas, estamos convencidos de que todos podemos hacer música. Cada cosa en el mundo que nos rodea tiene un ritmo, solo hay que saber encontrarlo. Para ello es necesario descubrir, cultivar y desarrollar destrezas necesarias para la coordinación de movimientos que permitan, mediante el juego y la práctica, dejar que el arte fluya, como sucedió en el encuentro reciente que hicimos en Azul: “Dimos comienzo a una gira por la provincia de Buenos Aires. Estoy entusiasmado porque la ola va creciendo y hay gente esperándonos con muchas ganas de integrarse “.

Se toma un instante porque se quiebra cuando aparecen los recuerdos del pasado: “No quiero dejar de compartir algo que me moviliza mucho. Sentí algo maravilloso hace dos semanas cuando una madre me llamó para contarme que su hijo hipoacúsico, que concurrió a los talleres, le dijo que quiere dedicarse a enseñar percusión. Es como ver que las semillas empiezan a germinar”.

El músico que no se rindió ante la pérdida de su audición hoy plantea nuevos desafíos: “Quiero llevar esta apertura artística a todos los rincones de nuestro amado país, fundamentalmente para contagiar a, docentes, profesores de música y a todas las personas que quieran participar. La idea es abrir el camino y que otros lo sigan en cada uno de esos lugares, porque a los chicos los hace crecer y les abre una ventana, un horizonte nuevo, un sueño, como aquel tan hermoso que yo tuve y pude concretar”.

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