Construir sobre lo ya construido: la cultura, según Cazzu y Campanella

En el marco del III Cumbre Internacional de Ciudades Culturales, la música y el cineasta dialogaron en el auditorio de la Usina del Arte con Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad

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Avogadro, Cazzu y Campanella en el auditorio de la Usina del Arte
Avogadro, Cazzu y Campanella en el auditorio de la Usina del Arte

Mientras el auditorio de la Usina del Arte aún estaba vibrante por el mini espectáculo de PAN — banda de percusión y lenguaje de señas— y un par de plomos sacaban los instrumentos del escenario, la conductora de la III Cumbre Internacional de Ciudades Culturales presentó la escena siguiente. "Un diálogo entre dos referentes argentinos", dijo Martina Soto Posse con su voz locutada, entonces aparecieron, por un lado, Cazzu, rapera, cantante, "la nueva reina del trap", como la bautizó la prensa; y por otro Juan José Campanella, cineasta, guionista y director de la oscarizada El secreto de sus ojos, que ni bien se sentó tiró un beat box, mostrándose dispuesto a ser el instrumental para que su compañera rapee. Para quienes se entusiasmaron: no, fue solo un chiste.

El encargado de conducir esta charla fue el ministro de Cultura de la Ciudad Enrique Avogadro. Les preguntó sobre sus orígenes culturales, sobre cómo concibieron ese inicio artístico en relación con su contexto familiar. Así arrancó todo:

—Yo vengo de Jujuy —dijo Cazzu—, para mí la cultura de Buenos Aires es lo que más conocemos en realidad. Mi familia es muy folclórica, y se puede decir que yo salí como fallada y me puse a hacer cosas que todavía no se sabían bien cómo hacerlas. Cuando estamos un poco lejos de Buenos Aires hay como un delay. En realidad la información está ahí. Mi papá cantante, mi mamá bailarina, escritora, hace de todo. Yo me crié en un ambiente particularmente súper folclórico e impregnado de la cultura de Jujuy. No sé por qué salí haciendo reggaetón y trap.

—En mi familia había mucha cultura popular —siguió Campanella—, pero eran todos artistas frustrados. Se cantaba mucho en casa, se reía mucho, era todo muy gracioso. Me llevaban muchísimo al teatro. Buenos Aires tiene mucha cultura teatral y acá ocurre algo que no ocurre en muchas ciudades y en muchos países: que los actores que están en la tele a la noche están haciendo teatro. Yo pasaba del cine al teatro. Cada quince días íbamos al teatro. Siempre dentro de lo popular.

La pregunta por la cultura se abre como un río de mil afluentes. ¿Sigue habiendo una disyuntiva entre el arte popular y eso que suele denominarse alta cultura? ¿Cuál es la cultura oficial y cuál la alternativa? ¿Cómo modifica el mercado a las expresiones artísticas emergentes? "Yo todavía me siento parte del arte independiente, de un arte que me toca de un lado mucho más… no sé qué palabra usar… mucho más relegado", dice Cazzu al referirse al mundo del rap, cuando, sin apoyos públicos ni financiamientos privados, generó su propia escena. Antes navegó por los mares tropicales de la cumbia y se preparó, antes que nada, como cantante. Llegó el trap, hoy es referente. Ahora, con casi tres millones de seguidores en Instagram, cuenta ese giro.

"Cuando los géneros no nacen en nuestro país —continúa la cantante de 25 años—, la primera apreciación es rara, tal vez violento para otras generaciones. Entonces se conviertan en un underground obligado, porque nadie quiere apoyarlo. Sobre todo en Argentina, que es un país escuchado. A nosotros nos toca mucho escuchar gente que nos dice: 'Del último país que me hubiese imaginado que saliera un artista urbano es Argentina'. Eso me enorgullece. Pienso que cuando no tenemos espacios, siento que aún vivo en carne propia de una independencia, que forma parte de un prejuicio. Recién me preguntaba Juan José por qué no estamos en la tele y en los medios masivos, por ejemplo".

Enrique Avogadro, Cazzu y Juan José Campanella
Enrique Avogadro, Cazzu y Juan José Campanella

El tema de género entró a esta conversación. Es imposible no pensar qué lugar ocupan los movimientos feministas en este convulsionado momento cultural. "Es un tema que viene desde hace mucho y que explotó en los últimos dos años", sin embargo "hay cosas que se ordenaron". "Trabajo mucho en Estados Unidos, y allá ya no se puede decir cameraman. Desde el 2000 es camera person. Ellos no tienen problema con la e, pero el lenguaje inclusivo está", agregó, mientras Cazzu, por su parte, dijo que "cuando uno es niño, son muy pequeños los detalles. 'Esto es de nene, y esto es de nena'. Lo mismo pasa con la violencia: está mal que un hombre le pegue a una mujer, pero está mal la violencia en sí (…) Es el momento de empezar a solucionar la ruptura que tenemos como mujeres".

"Buenos Aires tiene otra vida de noche", dijo más tarde el cineasta, y se refirió a la importancia de "que surja lo que mantiene a la cultura viva: la renovación. Generaciones construyendo sobre algo que ya está construido. A veces tenemos una cosa de empezar de cero. Como que una generación viene a construir a la anterior". Esa idea de "puente generacional" es más que relevante en un mundo que tiende a borrar de un plumazo todo lo anterior, por viejo y anacrónico, y darle una sobredimensión a lo nuevo, por novedoso y disruptivo. Sin embargo, ambos coinciden en que hay un punto de equilibro que la cultura, entendida como derecho humano fundamental, debe lograr.

"Hay que aprender a convivir. Que no sea necesario volver a romper algo. Que construyamos para que todo fluya", concluyó Cazzu. El auditorio, lleno, cerró en aplausos.

 

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