
La recaudación fiscal a empresas se ha desplomado desde que los republicanos aprobaron modificaciones en el verano. Algunos economistas creen que estos cambios podrían valer la pena.
Para la mayoría, los recortes fiscales que el presidente Donald Trump promulgó este verano aún no se han materializado. Solo después de que los estadounidenses declaren sus impuestos el año que viene se evidenciará el ahorro, iniciando lo que los republicanos esperan que sea un " boom de devoluciones" que eleve la opinión pública sobre la economía.
Muchas de las mayores empresas estadounidenses no han tenido que esperar. En los meses transcurridos desde la aprobación de la ley en julio, empresas como Walmart, Amazon, Verizon y Eli Lilly han revelado en sus reportes que la ley reduciría sus pagos fiscales en efectivo a corto plazo. AT&T Inc. preveía ahorrar hasta 2000 millones de dólares en impuestos solo este año.
Esos ahorros fiscales de las empresas ya han empezado a repercutir en el presupuesto federal. Entre julio y noviembre, el último mes completo de datos, los ingresos procedentes del impuesto a empresas ha caído aproximadamente un tercio, o 52.000 millones de dólares, en comparación con el mismo periodo del año anterior, según datos del Tesoro.
El ahorro de efectivo no se debe a un cambio en el tipo impositivo de las empresas, que los republicanos mantuvieron en el 21 por ciento. En su lugar, una constelación de exenciones fiscales ha dado a las empresas una mayor capacidad para reducir la cantidad de ingresos sujetos a impuestos. En lugar de amortizar los costos de las nuevas inversiones y proyectos de investigación gradualmente a lo largo de varios años, ahora las empresas pueden deducir el costo total de estos gastos en un solo año.
El cambio aparentemente técnico en el periodo para ejercer esa amortización fue el objetivo de años de cabildeo empresarial en Washington. Antes, las empresas habían logrado deducir algunos de estos costos de esta forma, pero el Congreso dejó caducar las exenciones fiscales en los últimos años. La nueva ley republicana convirtió las preciadas disposiciones en elementos permanentes del código fiscal. También las amplió para incluir temporalmente el costo de las fábricas que inicien su construcción durante el segundo mandato de Trump.
"No hay duda de que estas disposiciones están proporcionando beneficios fiscales no solo a las corporaciones, sino a los negocios en general", dijo Joseph Rosenberg, investigador principal del Centro de Política Tributaria, un laboratorio de ideas. Rosenberg dijo que, en lo que respecta a las exenciones fiscales para empresas, estas políticas no suscitan controversia entre los economistas.
"No diré que haya consenso entre los economistas, porque nunca lo hay, pero existe la creencia generalizada de que si se quiere incentivar la inversión mediante el sistema fiscal, este tipo de disposiciones son la forma más rentable y mejor de hacerlo", dijo.
Al centro del beneficio de las exenciones fiscales está el valor temporal del dinero: la idea de que un dólar hoy vale más que un dólar mañana. Tomemos, por ejemplo, una empresa que compra computadoras nuevas. La exención fiscal por inversión permite a la empresa amortizar su costo en un año, en lugar de en cinco. Eso supondría una factura fiscal más baja el primer año, y potencialmente más alta los años siguientes, cuando la empresa no pueda deducir los costos de las computadoras.
Lo que hace tan atractiva la exención tributaria es la perspectiva de un ahorro fiscal en el primer año que la empresa puede utilizar para generar otros beneficios a lo largo del tiempo. Hace que las nuevas inversiones parezcan más rentables.
"Algunas inversiones que estaban justo en la línea de no merecer la pena, ahora la merecen porque obtienes ese mayor rendimiento", dijo Erica York, vicepresidenta de política fiscal federal de la Tax Foundation, un grupo de reflexión que generalmente está a favor de bajar los impuestos. "Significa que hay más proyectos viables".
En teoría, esas inversiones adicionales pueden ayudar a que los trabajadores sean más productivos al elevar sus salarios y la economía. En un estudio sobre la desgravación fiscal de las inversiones, que estuvo vigente durante varios años tras la aprobación de la ley fiscal de 2017, pero que había ido desapareciendo en los últimos años, un equipo de economistas académicos estimó que la política podría hacer que la economía creciera un 1 por ciento a largo plazo.
La opción de deducir los costos de investigación y desarrollo de una sola vez puede, del mismo modo, incentivar a las empresas a gastar más en innovación, dando lugar potencialmente a avances tecnológicos que pueden beneficiar a la economía en general. Durante mucho tiempo, las empresas han podido deducir inmediatamente los costos de investigación, pero esta política se suprimió durante unos años para ayudar a cubrir el costo de la ley fiscal de 2017, lo que llevó a las empresas a recortar la investigación y el desarrollo, así como otras inversiones y recompras accionarias, según descubrieron los investigadores académicos.
Al mismo tiempo, algunas de las demás políticas del gobierno de Trump pueden socavar las exenciones fiscales, limitando su efecto. Los aranceles de amplio alcance han desbaratado la planificación de inversiones de muchas empresas, mientras que los recortes del gasto federal en investigación académica podrían frenar el progreso de la investigación y el desarrollo en toda la economía. La rebaja fiscal de Trump en su primer mandato impulsó a muchas empresas a anunciar bonificaciones y aumentos salariales para los trabajadores, una exuberancia que ha estado ausente en la nueva rebaja fiscal.
Los críticos de estas políticas argumentan que incentivan a las empresas a tomar medidas -invertir en nuevos equipos y desarrollar tecnología importante- que el mercado ya recompensa. Las exenciones fiscales son caras, con un costo combinado de unos 650.000 millones de dólares en una década, y ayudan a las grandes empresas rentables a minimizar sus pagos de impuestos.
"Les estamos dando a las empresas muchísimo dinero para que hagan algo que iban a hacer de todos modos; ese es el problema de la mayoría de los incentivos fiscales", dijo Matt Gardner, investigador principal del Instituto de Política Fiscal y Económica, un grupo de reflexión liberal. "Cuando las empresas hacen tantos gastos de capital y tanta I+D, pueden seguir aplazando los impuestos de manera indefinida".
Algunas grandes empresas podrían enfrentar un límite en cuanto a qué tanto pueden minimizar sus facturas fiscales. Un nuevo impuesto mínimo sobre sociedades, creado durante el gobierno de Joe Biden, pretende que las empresas con más de 1000 millones de dólares en ingresos anuales paguen al menos un impuesto del 15 por ciento sobre las ganancias que reportan a sus inversionistas, lo que podría disminuir parte del ahorro obtenido con las exenciones fiscales.
En sus resultados del tercer trimestre, Meta les dijo a los inversionistas que la nueva ley fiscal de Trump supondría una "reducción significativa" de sus pagos de impuestos en Estados Unidos. Pero la empresa también registró un costo adicional de 16.000 millones de dólares derivado del impuesto mínimo alternativo a empresas.
Algunos grupos empresariales de Washington han presionado al Departamento del Tesoro, que ya ha suavizado algunos elementos del impuesto mínimo alternativo a empresas, para que introduzca un nuevo recorte en las deducciones por investigación. Un grupo de demócratas, en una carta al secretario del Tesoro, Scott Bessent, atacó la posibilidad de tal cambio, escribiendo "instamos al Tesoro a que no amolde aún más el código tributario en favor de las corporaciones multimillonarias".
La posibilidad de que la deducción por investigación reduzca los impuestos ordinarios de una empresa lo suficiente como para activar el impuesto mínimo a empresas paralelo ha hecho que algunas empresas no estén seguras de si aprovechar o no la exención fiscal, dijo Alexa Claybon, una directora fiscal de la empresa de contabilidad EY.
"Los contribuyentes todavía están modelándolo y tratando de tomar decisiones", dijo. "Hay que tomar muchas decisiones de aquí a final de año".
Andrew Duehren cubre política fiscal para el Times desde Washington.
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