
La serie de ciencia ficción del creador de 'Breaking Bad' plantea una paradoja que la hace no solo enigmática sino interesante.
Incluso sin arruinar la trama, sería complicado decidir cómo describir con precisión el acontecimiento monumental en el que se centra Pluribus . Eso forma parte del misterio de la serie, de sus frustraciones y de sus deleites.
Definitivamente, es posible describir el incidente como una catástrofe, en su sentido etimológico de vuelco o giro abrupto. En Pluribus, que se estrenó el mes pasado en Apple TV, algo sucede y de pronto la raza humana ya no es lo que era. Una transformación afecta a prácticamente todos los habitantes de la Tierra. Pero no a Carol Sturka (Rhea Seehorn), la cínica autora de una serie superventas de novelas románticas, quien queda al margen de este cambio y lucha por salvar a la humanidad.
Si es que la humanidad necesita ser salvada. La metamorfosis que llega a la Tierra acaba con la civilización tal y como la conocemos, pero también trae la paz mundial. Casi todos los que quedan en el planeta son felices, quizá demasiado felices.
¿El mundo en el que Carol se encuentra es postapocalíptico o utópico? Los giros, que son muchos y no se pueden revelar prematuramente, hacen que Pluribus esté llena de sorpresas. Pero ese dilema central es lo que la hace interesante.
Si has visto Pluribus sin saber mucho, quizá te sorprenda descubrir que su premisa que se inserta en la ciencia ficción y sus cavilaciones cósmicas no son la creación de Damon Lindelof. En esta serie hay elementos del apocalipsis ambiguo de The Leftovers de Lindelof y de la distopía cómica de La señora Davis .
Pluribus es creación de Vince Gilligan, la mente detrás de Breaking Bad y Better Call Saul, la saga épica sobre narcotráfico que abarcó 15 años y concluyó con un bonus, la película El camino . En esta serie no se le puede acusar de repetirse. Sí, ha vuelto a Albuquerque y sus alrededores, pero mientras que sus historias delincuenciales usaban Nuevo México para aportar una densidad wéstern, Pluribus aprovecha los parajes en los que el hogar del caso Roswell puede parecer otro planeta. Y ha cambiado a sus antihéroes delincuentes por una heroína decidida, aunque compleja.
Pluribus, de manera similar a Severance, también de Apple, se enfrenta a las implicaciones de la transformación de la conciencia humana. Hay dosis de La dimensión desconocida y El último hombre sobre la Tierra, y de la obra del propio Gilligan como guionista de Los expedientes secretos X y productor de su extravagante serie derivada, Los pistoleros solitarios. Podrías añadir una pizca de Estación once, Hechizo del tiempo y, bueno, WALL-E.
Sin embargo, estas comparaciones algo forzadas no son más que otra manera de decir que Pluribus es singular y desconcertante. Gilligan es un maestro de la desorientación: hace que el espectador llegue a lugares desconocidos y revela poco a poco información que se cuela por los márgenes de la pantalla. En el suceso originador del episodio piloto de Pluribus (que Gilligan escribió y dirigió), lo que empieza como una noche trivial durante la gira literaria de Carol y su esposa y mánager, Helen (Miriam Shor), se desdobla en el caos, primero de manera paulatina y luego de golpe.
Podrías ver Pluribus como una maquinaria diseñada para que Seehorn obtenga el Emmy que se le negó por seis temporadas como la coprotagonista infravalorada de Better Call Saul. Su interpretación de Carol es mayor, en calidad y cantidad.
Algo en Carol, una mujer cuasimisántropa con facilidad para el sarcasmo y que a menudo se reserva para sí misma su odio más amargo, la ha hecho inmune a la pandemia de la dicha. La calamidad la deja profundamente sola, incluso cuando está rodeada de otras personas.
Sin embargo, investigar qué es lo que le pasa a la humanidad le da a Carol un propósito que sus novelas lucrativas no tienen. A Gilligan le encantan los protagonistas aislados que perseveran en un problema --piensa en Walter White resolviendo científicamente un robo con imanes en Breaking Bad, o en Saul Goodman ensayando una estafa en Better Call Saul-- y Carol es este tipo de figura a escala cósmica. Es ella contra el universo.
Por estas y otras razones llenas de espóileres, Pluribus es más amplia y al mismo tiempo más enfocada que las sagas policíacas anteriores de Gilligan. Su tablero es más grande, pero despliega menos piezas.
No es exactamente una cocción a fuego lento, pero es deliberada. A veces, el ímpetu decae y me pregunto si la serie sabe adónde va; entonces hace otro truco de magia y le doy crédito. Como muchas otras historias de misterios de ciencia ficción, Pluribus suscitará el debate sobre si todo eso va a valer la pena o no. (Apple envió a los críticos siete de los nueve episodios de la primera temporada y ya se ha comprometido a una segunda temporada).
Pero la pregunta más interesante de Pluribus podría ser: el incidente central es una parábola de qué, y qué intenta decir la serie al respecto.
El título Pluribus, la palabra en latín que los estadounidenses están acostumbrados a ver en el reverso de las monedas de 25 centavos, podría sugerir que se trata de una serie política. No lo es abiertamente, pero plantea muchas preguntas sobre cómo se ordena mejor la sociedad.
¿El individualismo es más importante que la armonía? ¿La autoexpresión es más importante que la paz? ¿Es mejor ser libre o estar a salvo? Podrías llevar esta pesquisa en muchas direcciones ideológicas: una crítica progresista del autoritarismo, una defensa libertaria del individuo, un ataque conservador contra el utopismo comunitario.
No sé si Pluribus ha elegido una respuesta, o si necesita hacerlo; de momento, mantiene una ambigüedad productiva. (También plantea algunas cuestiones éticas que, de momento, solo aborda de paso). El punto de vista de la serie te pone del lado de Carol, obstinada individualista. Pero también enfrenta oposición. ¿Tiene razón al querer salvar a la humanidad de la maldición de la felicidad mecánica? ¿O no es más que el ejemplo definitivo de que la miseria ama la compañía?
La premisa de Pluribus también es lo suficientemente expansiva como para aplicarse a temas que van más allá de la política. Podría ser un ostinato de ciencia ficción sobre la máxima de John Stuart Mill de que es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo (o una entidad mecánica) satisfecho. Hay muchos elementos aquí que resuenan con el atractivo contemporáneo de la IA, que promete progreso y abundancia por el módico precio de aplastar toda la inteligencia humana en una servil mente colectiva.
El resultado es una serie salvajemente fantasiosa que se siente inquietantemente real en el fondo. Después de ver siete episodios, no estoy del todo seguro de adónde va Pluribus. Pero tiene a su favor que me da la sensación desasosegante de que nosotros también podríamos ir hacia allí.
James Poniewozik es el crítico de televisión jefe del Times. Escribe reseñas y ensayos centrados en las series de televisión cuando reflejan los cambios culturales y políticos.
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