El cobre marcó un nuevo récord histórico por encima de los 12.000 dólares la tonelada

Las interrupciones en grandes minas, la expectativa de aranceles en Estados Unidos y el desvío masivo de metal hacia ese mercado empujan al alza al cobre, pese al deterioro del consumo en China y a las advertencias sobre un déficit histórico a partir de 2026

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Imagen de archivo de trabajadores
Imagen de archivo de trabajadores inspeccionando la producción de cátodos de cobre en una planta de Jinlong Copper en Tongling, China. 16 agosto 2018 (REUTERS/Stringer)

El precio del cobre alcanzó este martes un nuevo máximo histórico al superar los 12.000 dólares por tonelada en el mercado de Londres, impulsado por una combinación de graves interrupciones en la oferta minera y fuertes distorsiones en el comercio global asociadas a la agenda arancelaria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El metal llegó a cotizar a 12.159,50 dólares la tonelada en la Bolsa de Metales de Londres (LME), con una subida intradía cercana al 2%.

La escalada prolonga un rally que ya acumula un alza superior al 30% en lo que va de año, encaminando al cobre hacia su mayor ganancia anual desde 2009, en plena salida de la crisis financiera global. La posibilidad de que Washington imponga aranceles al metal ha sido un factor central del repunte, al incentivar un fuerte aumento de las importaciones estadounidenses para anticiparse a eventuales restricciones.

Ese movimiento ha generado un desvío masivo de flujos comerciales. Grandes volúmenes de cobre están siendo enviados a Estados Unidos, lo que ha reducido la disponibilidad en otros mercados y ha obligado a fabricantes de Europa y Asia a competir agresivamente por asegurar suministros. El impacto ha sido tan intenso que los precios han seguido subiendo incluso cuando el consumo subyacente se ha debilitado en China, que absorbe cerca de la mitad del cobre mundial.

Tradicionalmente considerado un termómetro de la actividad industrial global, el cobre suele resentirse cuando la economía china se desacelera. Sin embargo, en esta ocasión ese efecto ha quedado eclipsado por la expectativa de nuevas tensiones comerciales y por una oferta cada vez más ajustada. En el mercado crece la percepción de que los precios seguirán subiendo a medida que los operadores redoblen los envíos hacia Estados Unidos para adelantarse a posibles aranceles.

Imagen de archivo de mineros
Imagen de archivo de mineros observando desde un mirador en la mina de cobre La Escondida, cerca de Antofagasta, Chile. 31 marzo 2008 (REUTERS/Iván Alvarado)

El metal se ha beneficiado además de tendencias estructurales de largo plazo. El cobre es un insumo esencial en prácticamente todas las tecnologías vinculadas a la electrificación, desde vehículos eléctricos y redes de transmisión hasta energías renovables. A ello se suma la apuesta de los inversores por un aumento de la demanda asociado a la expansión de los centros de datos y la inteligencia artificial, intensivos en consumo eléctrico.

Ese contexto de demanda potencialmente creciente coincide con una sucesión de problemas en la oferta. En la República Democrática del Congo, el complejo Kamoa-Kakula —copropiedad de Ivanhoe Mines y Zijin Mining—, uno de los proyectos más relevantes del sector en los últimos años, sufrió en mayo una inundación tras un episodio de actividad sísmica que afectó a una de sus minas subterráneas.

En Chile, el mayor productor mundial de cobre, un estallido de roca en la mina El Teniente de Codelco el 31 de julio causó la muerte de seis trabajadores y obligó a suspender las operaciones durante más de una semana. Aunque la actividad se ha reanudado parcialmente en las zonas no afectadas, el accidente —el más grave del sector chileno en décadas— amenaza los esfuerzos de la estatal por revertir un prolongado declive productivo.

A estos incidentes se sumó en septiembre un deslizamiento de lodo fatal que dejó fuera de servicio la mina Grasberg, en Indonesia, operada por Freeport-McMoRan. Como consecuencia, varias compañías mineras han revisado a la baja sus previsiones de producción para este año. Deutsche Bank advirtió que la producción de los mayores productores mundiales caerá un 3% en 2025 y podría volver a descender en 2026.

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Imagen de archivo de un tren cargado con cátodos de cobre viaja a lo largo de una línea de ferrocarril dentro de la mina de cobre de Chuquicamata, propiedad de Codelco, cerca de Calama, Chile. 1 abril 2011 (REUTERS/Iván Alvarado)

Aunque los inventarios globales siguen siendo suficientes en el corto plazo, los analistas alertan de un deterioro rápido del equilibrio del mercado. Morgan Stanley prevé que en 2026 la demanda supere a la oferta en unas 600.000 toneladas, lo que supondría el déficit más severo en más de dos décadas, con desajustes que podrían agravarse posteriormente.

Las expectativas alcistas se reflejan también en las proyecciones de los grandes bancos. Citigroup ha señalado que, en un escenario optimista de debilitamiento del dólar y recortes de tipos en Estados Unidos, el cobre podría alcanzar los 15.000 dólares por tonelada. No obstante, el mercado no está exento de escepticismo: Goldman Sachs ha advertido que la subida reciente responde más a apuestas financieras sobre una futura escasez que a las condiciones actuales de oferta y demanda.

Pese a esas cautelas, Goldman mantiene al cobre como su metal industrial preferido y elevó a mediados de diciembre su previsión de precio para 2026 hasta los 11.400 dólares por tonelada. Este martes, el cobre cotizaba en torno a los 12.106 dólares en Londres, mientras otros metales industriales también avanzaban, con el níquel subiendo hasta un 4,6% tras la propuesta de Indonesia de recortar la producción de mineral en 2026.