En noviembre de 1980, en un inhóspito paraje de las montañas de Marche, en el norte de Italia, dos mujeres emprendieron un viaje del que nunca regresarían. Una de ellas era Jeanette Bishop May, conocida en su momento como Lady de Rothschild, exesposa del influyente banquero Sir Evelyn de Rothschild y destacada exmodelo británica; la otra era su secretaria, Gabriella Guerin. Ambas desaparecieron tras una tormenta de nieve que cubrió la región y las separó para siempre de la vida pública. Los intentos de localizarlas fueron infructuosos, y la búsqueda cesó sin encontrar un rastro concreto de su destino.
La misteriosa desaparición tomó un giro trágico cuando, 14 meses después, cazadores locales descubrieron dos cuerpos en avanzado estado de descomposición cerca del lago Fiastra, en las montañas Sibillini. Los restos hallados fueron atribuidos a Bishop May y Guerin, aunque el deterioro era tan severo que impidió esclarecer la causa exacta de su muerte. La teoría oficial sostuvo que ambas mujeres sucumbieron a la hipotermia; sin embargo, la falta de evidencias y el sombrío entorno de la tragedia sembraron la duda en torno a lo ocurrido. ¿Por qué dos mujeres experimentadas en viajes y de alto perfil social se adentraron en una ruta tan peligrosa? ¿Hubo alguien más involucrado?
Cuatro décadas después, y cuando el recuerdo de aquel extraño caso parecía haberse desvanecido en el tiempo, las autoridades italianas han decidido reabrir la investigación. La sospecha de un posible doble homicidio ha cobrado fuerza, y la policía italiana, con el respaldo del fiscal Giovanni Fabrizio Narbone, ha comenzado a recopilar nuevas declaraciones y a revisar los expedientes originales en busca de pistas que podrían haber pasado desapercibidas. “Creemos que esta puede ser la última oportunidad para encontrar la verdad”, afirmó Narbone a la prensa local, elevando la tensión en torno a un caso que, aún hoy, permanece rodeado de misterio y teorías sin resolver.
Un viaje sin retorno en las montañas de Italia
Jeanette Bishop May y Gabriella Guerin llegaron a Marche con un propósito claro: supervisar las renovaciones de una antigua casa de campo en la pequeña aldea de Schito, una propiedad que Bishop May había adquirido junto a su segundo esposo, el empresario británico Stephen May. Aquella región montañosa era conocida por su belleza y su crudeza, especialmente en la temporada de invierno, cuando el clima se tornaba inclemente. A pesar de las advertencias sobre las inclemencias meteorológicas, ambas decidieron aventurarse en su vehículo por un sendero rural el 29 de noviembre de 1980. Fue la última vez que alguien las vio con vida.
Al no regresar a su alojamiento, la alarma cundió entre quienes las conocían, y pronto se organizó un operativo de búsqueda. Helicópteros y perros rastreadores recorrieron las zonas más difíciles de acceso, pero sin resultado alguno. Tres semanas más tarde, el Peugeot en el que viajaban fue descubierto abandonado cerca de una casa de campo deshabitada. Según los investigadores de la época, había indicios de que las mujeres intentaron sobrevivir: encontraron muebles quemados, probablemente utilizados para encender un fuego y combatir el frío extremo. No obstante, fuera de estos indicios, no había rastros de violencia o alguna señal de lucha en el lugar.
El hallazgo de sus cuerpos en enero de 1982, a varios kilómetros del coche, acrecentó el misterio. Ambos cuerpos habían sido devorados parcialmente por jabalíes, una circunstancia que complicó la autopsia y redujo al mínimo las posibilidades de identificar una causa de muerte específica. La hipótesis de que murieron por hipotermia fue la más aceptada; sin embargo, el hecho de que Bishop May y Guerin estuvieran en posesión de telegramas codificados relacionados con un robo de arte en Roma, sumado a la conexión de Bishop May con personajes de alto perfil, generó teorías que vincularon el caso con el crimen organizado.
Telegramas codificados y un asesinato en Londres
Uno de los aspectos más intrigantes de la investigación fue la presencia de telegramas codificados en las pertenencias de Bishop May. Las autoridades italianas identificaron que estos mensajes contenían información sensible que la relacionaba con un robo en la casa de subastas Christie’s en Roma, ocurrido el día siguiente a su desaparición. Esta revelación impulsó las teorías de una posible conexión de Bishop May con el submundo criminal, incluso con la mafia italiana, que en esa época era conocida por su implicación en tráfico de arte.
La situación se volvió aún más turbia cuando en 1982 ocurrió un asesinato en Londres, el de Sergio Vaccari, un anticuario romano y conocido de Bishop May. Vaccari fue apuñalado en su apartamento de Holland Park, y las sospechas de los medios apuntaron a que la relación entre ambos pudo haber sido una de las claves del caso. Sin embargo, las investigaciones iniciales no lograron establecer un vínculo directo entre ambos sucesos y, finalmente, el caso de Bishop May fue archivado.
Reapertura del caso y nuevas esperanzas
Este año, el fiscal Giovanni Fabrizio Narbone y el coronel Raffaele Ruocco de la Carabinieri decidieron reexaminar el caso como parte de una revisión rutinaria de archivos antiguos. Tras una revisión exhaustiva de los expedientes, las autoridades percibieron “aspectos que merecen una nueva revisión”, según declaró el coronel Ruocco. Ambos funcionarios confirmaron que varias personas que estuvieron cerca de Bishop May y Guerin serán nuevamente entrevistadas. Entre ellas, figura Nazzareno Venanzi, un arquitecto que colaboraba en la remodelación de la propiedad de Schito y quien fue de los últimos en ver a las mujeres con vida.
Venanzi recordó cómo compartió un aperitivo con ellas antes de su partida. “Ella era una mujer fascinante, con modales refinados”, afirmó Venanzi al recordar su última conversación con Bishop May, quien le preguntó si podía acompañarlas en su excursión por la montaña esa noche. Al negarse él debido a compromisos laborales, no imaginó que sería la última vez que vería a la distinguida británica. La preocupación lo llevó a alertar a las autoridades cuando ambas mujeres no regresaron al hotel.
Las autoridades italianas creen que la resolución de este caso podría depender de un esfuerzo de última hora para recabar cualquier testimonio restante de quienes conocieron a Bishop May y Guerin. Como mencionó el fiscal Narbone, cada vez son menos las personas vivas que podrían aportar detalles. “Cuanto más tiempo pase, más personas vinculadas a esta historia desaparecerán”, afirmó el fiscal. Con ello, queda claro que para Italia, este caso no solo representa un desafío policial, sino una deuda de justicia que persiste desde hace más de cuatro décadas.
La incógnita persiste, alimentada por las inconsistencias, las conexiones inesperadas y el frío implacable de las montañas italianas. ¿Fue la muerte de Lady de Rothschild un simple accidente o el desenlace de una trama compleja? La reapertura del caso, aunque tardía, ofrece una esperanza renovada: descifrar el enigma y dar cierre a una historia de desaparición, sospechas y silencio.