Ansiedad: qué es, qué le hace al cuerpo y cómo se trata

El 27% de la población global sufre ansiedad, un trastorno asociado a factores como la herencia, el sexo y el ambiente. Qué hacer evitar sus consecuencias físicas negativas

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El primer sentimiento que se vincula a la ansiedad es el miedo. Y por una buena razón: son emociones próximas. El miedo es parte de la respuesta del cerebro humano ante una amenaza directa, y desaparece cuando el factor de riesgo no existe más. “La ansiedad causa una respuesta similar, sólo que en lugar de responder a algo directamente frente a nosotros, nuestro cerebro reacciona a una situación hipotética, aun cuando la probabilidad de que suceda es baja”, definió Jordan Davidson en un número especial de la revista Health sobre el tema.

“Si la ansiedad no existiera, probablemente a la gente le costaría anticipar y evitar el peligro”, agregó. Y por eso ha cumplido un papel importante en la evolución.

“Imaginemos a un humano prehisótrico en la sabana africana, que ve una forma color tostado en la distancia”, le propuso a Davidson el psicólogo Ronald Sieguel, profesor de Harvard Medical School. “El cerebro puede cometer uno de dos errores: suponer que la forma es un león cuando es sólo una roca o suponer que es una roca cuando en realidad es un león. Se puede cometer el primer error miles de veces y vivir, pero si se comete el segundo tan solo una vez, es el fin de la línea de ADN”.

Man leaning with hands against wall, dark room
Man leaning with hands against wall, dark room

El problema comienza cuando la ansiedad no tiene un papel de respuesta a un peligro potencial, sino que es constante, severa e independiente del mundo, anclada en el interior de la mente de una persona. Angustia, ataques de pánico, depresión y una miríada de síntomas físicos, desde trastornos gastrointestinales al dolor crónico, pasando por la disfunción sexual y el insomnio, son el resultado. La ansiedad crónica interfiere con la vida normal de una persona.

Antes de la pandemia, destacó Davidson, los trastornos de ansiedad afectaban al 7% de la población mundial aproximadamente. Pero desde la irrupción del COVID-19 las tasas aumentaron mucho: la ansiedad alcanza al 27% de la población general, al 40% de las personas que contrajeron el coronavirus y al 43% de los trabajadores de la salud.

Eso comprueba que el ambiente es un factor de ansiedad. También lo son la historia familiar (tener un padre o madre con ansidedad multiplica por dos y hasta por cuatro las posibilidades de desarrollar un cuadro vinculado a la ansiedad), el sexo (aquellas personas asignadas mujeres al nacer son más propensas a sufrirla) y la edad. El estrés —”la interpretación o percepción de algo como peligroso o problemático”, definió a Health Michelle Newman, investigadora senior en la universidad Penn State— y la preoupación —”la anticipación de una amenaza”, completó— agravan la ansiedad, que es una respuesta a ambos.

Síntomas físicos de la ansiedad

Primero son las hormonas: el cuerpo se prepara para enfrentar el peligro o escapar subiendo los niveles de cortisol, adrenalina y otras, explicó Noelle LeBlanc en el número especial. “En pequeñas dosis y cuando hace falta, estas hormonas nos ofrecen las mejores posibilidades de sobrevivir, pero cuando las producimos durante mucho tiempo pueden presentarse problemas en los sistemas cardiovascular, digestivo, inmunológico, respiratorio o nervioso”, advirtió.

La hiperventilación es uno de los síntomas físicos de ansiedad más fáciles de advertir: consiste en una respiración agitada, corta, que hace que los pulmones absorban más oxígeno para el enfrentamiento o la huida. “Sin embargo, esto puede hacer que una persona sienta que no recibe oxígeno suficiente, lo cual puede conducir a más ansiedad”, ilustró LeBlanc. “Los cambios en la respiración que causa la ansiedad pueden incluso contribuir a los síntomas de asma”.

El ritmo cardíaco se acelera por la ansiedad: el corazón comienza a bombear más rápidamente porque el cuerpo manda sangre y oxígeno a los músculos, que se han tensionado para soportar el estrés y evitar las lesiones. Esa aceleración “puede causar palpitaciones y dolor en el pecho, y puede incrementar el peligro de presión alta y enfermedad coronaria”, explicó Health.

Como la sangre se precipita hacia el corazón y las extremidades, las partes del cuerpo necesarias para enfrentar la amenaza o huir, la rapidez del flujo puede provocar que una persona se maree o tenga una sensación de entumecimiento. La liberación de las hormonas puede causar tamblores o agitación.

El cortisol y la adrenalina también hacen que el hígado produzca más glucosa para mejorar la energía, lo cual sube los valores de glucemia. “En el corto plazo el cuerpo reabsorbe el exceso de azúcar, pero cuando la glucemia se mantiene elevada durante un periodo, aumenta el peligro del desarrollo de diabetes de tipo 2 en individuos con predisposición”, observó LeBlanc.

La respuesta a la ansiedad bloquea la digestión y relaja los músculos del estómago, lo cual puede causar náuseas, diarrea y dolor; cuando la respuesta se repite, se puede perder el apetito y aumenta el riesgo de úlceras. Las personas con ansiedad tienen más probabilidades de sufrir enfermedades digestivas como el síndrome de colon irritable.

¿Se puede tratar la ansiedad?

La mayoría de los pacientes que sufren este trastorno padecen también agorafobia o miedo a los espacios abiertos (Shutterstock)
La mayoría de los pacientes que sufren este trastorno padecen también agorafobia o miedo a los espacios abiertos (Shutterstock)

La ansiedad es un trastorno tratable, subrayó el médico Michael MacIntyre.

El psicólogo Siegel especificó que existen dos familias de drogas que ayudan a las personas con trastornos de ansiedad. La primera son las benzodiazepinas y sus derivados, “que básicamente son tranquilizantes”, definió. Son útiles en el momento de los síntomas, por ejemplo, si alguien no puede dormir preocupado por una actividad al día siguiente. “Pero no apuntan a las causas subyacentes de la ansiedad”, dijo.

La segunda categoría de medicinas lo hace. Son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Afectan el nivel de serotonina en el cerebro, y se estima que esa hormona regula el humor y las emociones.

Sin embargo, la mayoría de los especialistas consultados por Health coincidieron en que el mejor tratamiento es la psicoterapia. En los Estados Unidos, para los trastornos de ansiedad prevalece la terapia conductual cognitiva, pero no es la única.

Serious concerned caucasian senior man posing looking down
Serious concerned caucasian senior man posing looking down

La primera recomendación de Newman con respecto a la terapia es que ayude a que la persona enfrente la causa de la ansiedad, en lugar de rehuirla, que es el sentimiento humano habitual. “Uno de los mayores problemas que se ven con los trastornos de ansiedad es la evasión que surge cuando alguien trata de no sentirse ansioso”, explicó Newman. “El problema es que la evasión reafirma el miedo: cuanto más se rehuye algo, más fuerte se vuelve el miedo”. La psicoterapia ofrece una salida al círculo vicioso: enfrentar el temor.

Cuando una persona desconoce la causa de su ansiedad, los psicólogos recomiendan que aprenda a aceptar sus emociones de preocupación y miedo. “Esto implica prestar atención al corazón que late rápido, o advertir la tensión, o notar que los pensamientos se suceden más velozmente”, detalló Siegel. “Simplemente entenderlo y no tratar de hacer que desaparezca elimina una gran carga de ansiedad secundaria”.

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