En la Tierra, hay millones de especies de hongos, pero sólo unos pocos cientos de ellos pueden enfermar a las personas. Un nuevo reporte realizado por expertos en micología para la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que aquellos que amenazan la salud humana se están extendiendo en su ámbito geográfico como consecuencia del cambio climático que afecta al planeta.
También alertaron que algunas enfermedades fúngicas, como se les llama a las que son causadas por hongos, se dispararon durante la pandemia por el coronavirus. Tras elaborar el reporte, la OMS publicó también la primera lista de patógenos fúngicos prioritarios. Allí se catalogan 19 especies de hongos que los expertos identifican como la mayor amenaza para la salud pública.
“En la actualidad, las infecciones fúngicas reciben menos del 1,5% de los fondos destinados a la investigación de enfermedades infecciosas”, según el informe. Ese dato sugiere que se desconoce la verdadera carga sanitaria de los hongos, mientras que “la mayoría de las directrices de tratamiento se basan en pruebas limitadas y en la opinión de los expertos”.

La subdirectora general de la OMS para la resistencia a los antimicrobianos, la doctora Hanan Balkhy, dijo en un comunicado: “Saliendo de las sombras de la pandemia de la resistencia bacteriana a los antimicrobianos, las enfermedades fúngicas invasivas son cada vez más resistentes a los tratamientos, convirtiéndose en un problema de salud pública más acuciante en todo el mundo”.
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En tanto, el doctor Justin Beardsley, del Instituto de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Sidney, que dirigió un grupo encargado por la OMS, dijo que el histórico gasto insuficiente en investigación no se corresponde con la “enorme carga de enfermedad” de las infecciones fúngicas. “Están causando tantas muertes como la tuberculosis, y más que la malaria”, señaló.
El informe, en el que participaron más de 400 expertos en micología y una revisión de más de 6.000 trabajos de investigación, clasificó los patógenos fúngicos en función del impacto en la salud pública y el riesgo de resistencia a los medicamentos antimicóticos.

De los 19 hongos incluidos, cuatro fueron identificados como de prioridad “crítica”. Entre ellos se encontraban el Aspergillus fumigatus y la Candida albicans -los dos más comunes a nivel mundial-, así como el Cryptococcus neoformans, que es una de las principales causas de muerte en personas con VIH.
Aspergillus fumigatus afecta sobre todo a los pulmones, mientras que Candida albicans es la causa más común de aftas, y las infecciones invasivas en pacientes vulnerables tienen altas tasas de mortalidad, siendo que la cantidad de contagios de ambos hongos aumentaron en muchos países durante la pandemia por el COVID-19.
“De repente tuvimos un montón de pacientes que estaban enfermando de verdad, que llegaban con daños pulmonares, que estaban en cuidados intensivos y que tomaban medicamentos inmunosupresores, por lo que vimos un pico en las tasas de estas infecciones”, dijo Beardsley. “Aspergillus fumigatus tiene su propio estado de enfermedad llamado aspergilosis pulmonar asociada a Covid”, resaltó.

El cuarto patógeno prioritario, Candida auris, crece como una levadura y se descubrió por primera vez en humanos en 2009. “Simplemente no existía antes”, dijo Beardsley. “Apareció literalmente en todo el mundo al mismo tiempo, y todavía estamos tratando de averiguar por qué y cómo”. El patógeno es “intrínsecamente resistente a la mayoría de los medicamentos antifúngicos disponibles” y tiene “un alto potencial de brotes”, según el informe.
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En febrero del año pasado, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) había emitido un alerta epidemiológica por el aumento de brotes de Candida auris asociados a la atención sanitaria en el contexto de la pandemia por la COVID-19 en la región de las Américas. La doctora Patricia Escandón, coordinadora del grupo de Microbiología de la Dirección de Investigación en Salud Pública y referente del laboratorio de Micología del Instituto Nacional de Salud de Colombia, explicó que ese hongo es “causante de infecciones graves del torrente sanguíneo, que pueden llegar a ocasionar la muerte del paciente, en especial de aquellos que están críticamente comprometidos”.
Según señalaron, uno de cada tres pacientes con infección invasiva por Candida auris puede morir. “Se ha encontrado que, en algunas regiones del mundo, es resistente a los tres tipos de tratamientos antimicóticos disponibles”, precisó.

También -señaló el reporte de OMS- se ha observado la propagación geográfica de patógenos fúngicos que antes se limitaban a ciertas regiones. Cryptococcus gatii, por ejemplo, se ha extendido desde los subtrópicos a las regiones templadas. Se creía que Talaromyces marneffei se limitaba al sudeste asiático, pero se ha encontrado más al norte, en China. “Eso puede deberse en parte a que se está buscando, pero creo que es más bien que está ampliando realmente su área de distribución, y eso probablemente esté relacionado con el cambio climático”, dijo Beardsley.
Según el informe, para hacer frente a las enfermedades fúngicas invasoras será necesario aumentar la inversión en el desarrollo de nuevos tratamientos contra los hongos y mejorar el diagnóstico. En la actualidad sólo existen cuatro clases de fármacos antifúngicos, y el desarrollo de nuevos tratamientos es difícil debido a las similitudes entre las células de los hongos y las de los mamíferos, dijo Beardsley. “Algo que mata a un hongo suele matar también a una célula humana”, advirtió.
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