Dos presos del Comcar –una de las cárceles más peligrosas de Uruguay– tenían un problema con la venta de drogas en el centro penitenciario. La pelea escaló al punto que uno de ellos apuñaló al otro, que debió correr para refugiarse en su celda. Junto a otros seis reclusos que estaban con él se encerraron en el baño esperando que sus atacantes se fueran. Pero nunca lograrían salir: el lugar fue rociado con combustible y prendido fuego. Seis de ellos murieron.
Los cuerpos aparecieron calcinados y la investigación inicial había dejado más dudas que certezas. El sexúple homicidio ocurrió en septiembre de 2024 y, un año y tres meses después, la Fiscalía llegó a las primeras conclusiones para presentar una demanda acusatoria, que fue informada por el diario uruguayo El País.
La Fiscalía de Homicidios pidió para los responsables del hecho una pena de 30 años de prisión más 15 medidas de seguridad eliminativas, por lo que la pena total solicitada es de 45 años.

La fiscal a cargo del caso, Andrea Naupp, pidió que los siete imputados sean condenados por un delito complejo de homicidio muy especialmente agravado por el concurso e incendio agravado por ser reincidentes y por la pluri participación.
Fue un testigo que declaró que el problema entre los presidiarios había sido por la venta de drogas de las cárceles. Lo protagonizaron uno de los siete imputados que hay por este caso y uno de los habitantes de la celda 94, donde ocurrió el asesinato de las seis personas.
Después de haber sido apuñalado, el joven corrió hacia su celda para atrincherarse, pero el problema escaló: como en las cárceles los presos se mueven en grupo, el inconveniente pasó a ser de todos los que estaban en ese lugar.
Los siete reclusos se encerraron en un baño y esperaron que los atacantes se fueran. Pero ellos comenzaron a utilizar cuchillos, palos, grasa, nafta, polifón y púa. Estuvieron entre 20 y 25 minutos rociando con combustible la zona, incendiando objetos y amenazando con cortes carcelarios a los atacados, según la reconstrucción informada por El País.

Los agresores formaron una especie de lanza con un polifón en la punta prendido fuego, que introducían por la ventana por la que se pasa la comida o por otros orificios hechos por los propios presos. Los atacaban con lanzas, les tiraban nafta e iniciaban llamas con encendedores.
Los agredidos no tenían escapatoria: iban a morir por el fuego o apuñalados, declaró uno de los testigos.
Solo uno de ellos logró escapar y sobrevivió, pero quedó con quemaduras por fuego directo en la cara, el cuello y los brazos. Los otros seis murieron: dos de ellos tenían 25, otro 26, dos más 28 y el más grande 29. La causa de muerte fue la inhalación de monóxido de carbono.
La fiscal considera que fueron seis los autores de este séxtuple homicidio y uno de ellos el coautor.
Pablo Méndez, uno de los presos que murió en el incendio, ya había sido víctima de una situación similar en el pasado. En 2021, el año en que fue a prisión por rapiña y receptación, hubo personas que pretendieron prender fuego su celda. Esa vez, los agresores eran reclusos que buscaban robar celulares. Méndez tenía un pulmón menos.
El Comcar, lo más parecido al infierno

El Comcar se ha convertido en una de las cárceles más temidas de Uruguay. Casi la tercera parte de los presos de Uruguay está alojada en este centro penitenciario de Santiago Vázquez, en el noroeste de Montevideo. El sistema carcelario uruguayo hace tiempo que afronta una crisis por el poco espacio que tiene y el hacinamiento que existe. A esto se le suma la mala alimentación de los reclusos y el acceso a la salud limitado, según han reflejado algunos informes.
El Comcar aloja actualmente a 5.100 presos, casi la tercera parte de todo el sistema y el doble de su capacidad. En este ranking negativo también aparece el Penal de Libertad, donde hay alojados 1.300 presos y en cuyo predio se construyen tres nuevas cárceles, para 500 reclusos cada una.

Desde 2021 hubo cuatro incendios intencionales que causaron la muerte de 18 reclusos, como consignó el diario uruguayo. De hecho, en junio de este año, nueve meses después de la muerte de los seis presos de la celda 94, hubo otros cuatro fallecidos.
El módulo 11 del Comcar es definido por los guardias de seguridad como “el lugar más caliente del infierno”. Quienes pasaron por allí relatan que se trabaja en medio de las ratas, lleno de tensión, escuchando a personas que gritan, se lastiman y se pelean por cualquier cosa. Un ministro del Interior de Uruguay llegó a plantear que allí había que poner “una bomba” para tirarlo abajo.
Hace dos décadas que la población carcelaria no para de crecer y es una tendencia que se mantiene desde hace unos años. Hay más de 16.000 presos, de los cuales el 40% tienen penas menores a dos años. Estas cifras hacen que Uruguay esté ubicado en el primer lugar de América del Sur en presos por habitante y entre los primeros 10 del mundo.
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