Bolsonaro usa su contagio de coronavirus como arma política

Desafiante, el presidente brasileño asegura que se está curando gracias a una droga no recomendada por los médicos. Y continúa minimizando la pandemia.

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Bolsonaro mostrando una de las pastillas de hidroxicloroquina que toma para combatir el coronavirus a pesar de todas las evidencias científicas que hay en contra de esa droga.
Bolsonaro mostrando una de las pastillas de hidroxicloroquina que toma para combatir el coronavirus a pesar de todas las evidencias científicas que hay en contra de esa droga.

Bolsonaro es coherente y políticamente muy hábil. A pesar de haberse contagiado de coronavirus, continúa con su discurso de minimizar la gravedad de la enfermedad y de desprecio por la medicina. Y si todo continúa como hasta ahora, esta próxima semana cantará victoria: se declarará libre del virus y utilizará el hecho para consolidar su figura entre sus seguidores. Es un militar y está dispuesto a morir con las botas puestas antes de ceder un milímetro de sus convicciones. Como cualquier general, entiende que no importa el costo si hay que ganar una batalla crucial. En este caso, el “daño colateral” de la guerra, hasta el momento, lo constituyen 70.000 de sus compatriotas.

Antes de sucumbir ante el Covid-19, el primer ministro británico Boris Johnson se jactaba de haber dado la mano a un grupo de contagiados durante una visita a un hospital sin que le hubiera pasado nada. Quince días más tarde estaba al borde de la muerte en una sala de terapia intensiva, conectado a un respirador artificial. Cuando volvió a su oficina, había cambiado de discurso. Pidió a los británicos que respetasen las medidas de aislamiento y endureció la cuarentena. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, no suaviza sus convicciones a pesar de estar contagiado. Se muestra ejerciendo sus funciones sin mayores problemas y tomando sus dosis de hidroxicloroquina, una droga que se usa para combatir la malaria y que él y Donald Trump aseguran que es un antídoto para el virus a pesar de todas las evidencias científicas en contrario. “La reacción fue casi inmediata”, dijo mientras se tomaba dos pastillitas rojizas. “Apenas unas horas más tarde me empecé a sentir muy bien”.

El presidente Bolsonaro confirmando ante los periodistas que estaba contagiado de Covid-19 sin mantener la distancia prudencial. Brazilian Government TV via Reuters.
El presidente Bolsonaro confirmando ante los periodistas que estaba contagiado de Covid-19 sin mantener la distancia prudencial. Brazilian Government TV via Reuters.

Bolsonaro sintió los primeros síntomas el domingo 5 de julio y el lunes ya tenía más de 38 grados de fiebre. El médico de la Presidencia lo mandó al Hospital Militar y allí comprobaron que tenía el Covid en sus pulmones. El martes se mostró ante las cámaras. Charló con un grupo de periodistas a una distancia imprudente y para que lo vean plenamente, se alejó dos metros y se sacó la máscara. Pero siguió hablando desde ahí en voz alta, una de las acciones que los científicos aseguran que expande más el virus. Dijo que se contagió por su “actividad muy dinámica ante la población” –un eufemismo por sus reiteradas apariciones en actos de sus partidarios- y que “todo va a pasar como una lluvia”. El sindicato de periodistas anunció que lo va a demandar por exponer a los reporteros al contagio.

En los 14 días previos al anuncio de su enfermedad, Bolsonaro tuvo 57 reuniones en su despacho y dos viajes oficiales a Ceará y Santa Catarina. Recibió, al menos a 81 personas, entre ellos casi todos sus ministros y funcionarios más cercanos. También, fue fuera de agenda fue a Minas Gerais y Goiás. Y si bien en la mayoría de las ocasiones usó barbijo, no se privó de dar la mano y abrazos. Cuando se supo la noticia hubo una estampida de personalidades a los laboratorios para hacerse el test. El ministro de Economía, Paulo Guedes, que había tenido doce reuniones con Bolsonaro, y el embajador estadounidense, Todd Chapman, con quien había festejado el 4 de Julio, respiraron aliviados. Dieron negativo. El resto de las figuras políticas expuestas al Covid por el presidente, esperan resultados.

Las redes sociales marcaron de inmediato la profunda grieta que existe entre los negacionistas seguidores del presidente y los que lo odian por su manejo estrafalario de la pandemia. Los hashtags más populares fueron #ForçaBolsonaro y #ForçaCorona. A nivel internacional, en las redes se une al brasileño con Trump en lo que denominan “una alianza de avestruces” por su tendencia a esconder la cabeza ante la tragedia que se vive en Brasil con casi 1.800.000 casos y 70.000 muertos, y en Estados Unidos con más de tres millones de contagiados y 135.000 muertos.

Miembros de las fuerzas armadas desinfectan la entrada del Palacio Alvorada, unas horas después de que el presidente diera positivo en su test de coronavirus. En las dos semanas previas, Bolsonaro mantuvo decenas de reuniones con sus ministros y colaboradores e hizo cuatro viajes al interior de Brasil. REUTERS/Ueslei Marcelino
Miembros de las fuerzas armadas desinfectan la entrada del Palacio Alvorada, unas horas después de que el presidente diera positivo en su test de coronavirus. En las dos semanas previas, Bolsonaro mantuvo decenas de reuniones con sus ministros y colaboradores e hizo cuatro viajes al interior de Brasil. REUTERS/Ueslei Marcelino

Facebook tomó cartas en el asunto y suspendió decenas de cuentas relacionadas con Bolsonaro y que según sus auditores difundían noticias falsas (fake news). Se usaban para difundir mensajes políticos de desinformación por parte de dos asesores del presidente, y de sus hijos: el diputado Eduardo Bolsonaro y el senador Flávio Bolsonaro. “La actividad incluyó la creación de personas ficticias fingiendo ser reporteros, la publicación de contenido y la gestión de páginas que fingen ser medios de comunicación”, dijo la red creada por Mark Zuckerberg. Y explicó que las suspensiones están centradas en “el comportamiento de quienes están detrás de estos perfiles, más que en el contenido que se publica”. En su tradicional emisión en vivo en la misma red social, Bolsonaro respondió: “La caída de las páginas de Facebook en todo el mundo está de moda, ¿y en Brasil por qué? Para perseguirme a mí y a quienes están de mi lado, para quienes simpatizan conmigo, y parece que la izquierda está allí haciéndose pasar por la gran moralista, creen que están propagando la verdad”.

El asesor del presidente, Tercio Arnaud Tomaz, fue señalado por Facebook como uno de los administradores de estas cuentas irregulares que se encargaban de lanzar contenido falso a las redes sociales, particularmente en favor de las posiciones negacionistas de la pandemia de Bolsonaro. Tomaz tiene su oficina en el Palacio de Planalto, muy cerca de la del presidente. Entre otras, manejaba la página de Facebook Bolsonaro Opressor 2.0, que contaba con más de un millón de seguidores en el momento de ser retirada de la plataforma, y en la que se difundían ataques contra sus rivales políticos, como el gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, o ex ministros como Luiz Henrique Mandetta o Sergio Moro, quienes dejaron el gobierno por sus diferencias con el jefe de Estado.

Sepultureros con trajes protectores se preparan para enterrar el ataúd de una mujer de 63 años que murió por COVID-19 en el cementerio de Vila Formosa, en San Paulo. Ya son casi 70.000 los brasileños muertos en esta pandemia. REUTERS/Amanda Perobelli
Sepultureros con trajes protectores se preparan para enterrar el ataúd de una mujer de 63 años que murió por COVID-19 en el cementerio de Vila Formosa, en San Paulo. Ya son casi 70.000 los brasileños muertos en esta pandemia. REUTERS/Amanda Perobelli

La oposición a Bolsonaro se mantiene firme en su lucha contra el coronavirus. En una actitud desafiante con el gobierno central, el gobernador del estado de San Pablo, Joao Doria, anunció el viernes una continuidad de la cuarentena hasta el 30 de julio, aunque flexibilizó las condiciones en ciertos distritos donde la pandemia está cediendo. “Brasil está combatiendo dos enfermedades al mismo tiempo: el coronavirus y el Bolsonavirus”, había dicho Doria durante una entrevista con la CNN. “Bolsonaro promovió aglomeraciones. Vetó que las mascarillas fueran obligatorias. Minimizó los efectos de la covid-19 ante los más de 65.000 muertos. Hoy, tras anunciar que había dado positivo, se ha quitado la mascarilla y ha expuesto a los periodistas. Bolsonaro se alió tanto al coronavirus, que se convirtió en uno (de los virus)”, criticó el líder de la oposición en el Senado, Randolfe Rodrigues, en su cuenta de Twitter. Y el candidato derrotado en las elecciones presidenciales de 2018, Fernando Haddad, también tuiteó: “Lo lamento por los más de 1,6 millones de infectados y por el hecho de que tenemos el peor gestor de crisis del mundo entre nosotros. Deseo que todos se recuperen, incluso Bolsonaro”.

En tanto, la extensión de la epidemia en Brasil preocupa mucho a los países vecinos -comparte fronteras con todos los países de Sudamérica-. En Foz de Iguazú, en la Triple Frontera con Paraguay y Argentina, se contagiaron el intendente y su vice y hay miles de casos más. Foz constituye un sólo conglomerado con Ciudad del Este, del lado paraguayo, y Puerto Iguazú, en el argentino. Y la ola de contagios están yendo ahora hacia el oeste, a las fronteras con Bolivia, Perú y Colombia.

Nada de esto parece detener la actitud desafiante de Bolsonaro. Sus enemigos políticos temen que, si sale pronto y sin consecuencias de su afección, va a utilizarlo como arma política no sólo para el frente interno sino que se presentará como el adalid del negacionismo a nivel global. Sus partidarios, en Brasilia, ya están confeccionando camisetas con una inscripción que dice “¿Vieron? Era una gripezhina”.

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