En Irak, la crisis económica suplanta el miedo al virus

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En Irak, un país devastado por décadas de conflicto y asolado por una crisis económica que ha disparado el desempleo y la pobreza, muchos han abandonado las mascarillas, más preocupados por las repercusiones económicas de la pandemia que por el virus.

"La sensación general es que la pandemia ha disminuido y esto ha llevado a la gente a ser descuidada", dice Nafea Firas, de 23 años, que trabaja en una farmacia de Bagdad donde a pesar de los descuentos se acumulan, sin vender, cajas de mascarillas, viseras y gel desinfectante.

Cuando entran en la tienda, la mayoría de clientes ignoran el cartel que dice que es obligatorio llevar mascarilla así como la botella de gel hidroalcohólico.

La caída de los precios del petróleo, de los que Irak depende para sus ingresos, y los retrasos en el pago de los salarios y pensiones de los funcionarios es lo que realmente preocupa a los iraquíes.

La tasa de pobreza pasó del 20% al 31,7% este año, según un estudio de UNICEF y el Banco Mundial.

El número de casos de covid-19 y de muertes por la enfermedad, que se disparó en otoño, disminuyó en las últimas semanas, según las cifras oficiales.

De los 30.000 test realizados el 12 de diciembre, mil resultaron positivos, 4.000 menos que el promedio diario registrado en septiembre, y lo mismo ocurre con las muertes.

A los expertos les resulta difícil explicar esta caída, que no anima a la gente a respetar las normas sanitarias.

"Cuando camino por la calle con mi esposa y llevamos una mascarilla la gente nos mira como si estuviéramos haciendo algo malo", dice un soldado retirado, uno de los pocos clientes de la farmacia que lleva protección.

Sin embargo, las autoridades anunciaron una multa de 50.000 dinares (unos 34 euros, 41 dólares) por no llevar mascarilla. Pero en la práctica se impusieron pocas.

Nafea Firas es partidario de las multas pero en reconoce que en la práctica"el Estado no podría hacer cumplir [el sistema de multas], sobre todo en los barrios pobres" porque "hundiría a los más vulnerables".

- "Distanciamiento imposible" -

Mientras el país estaba bajo estricta contención en primavera, los precios del petróleo se derrumbaron por la caída de la demanda y la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia, arrastrando a Irak, el segundo mayor productor de la OPEP, a su peor crisis fiscal en décadas.

A pesar de un ligero aumento de los precios, el país sigue luchando por pagar a sus ocho millones de funcionarios y pensionistas.

Los retrasos en los pagos se han acumulado y familias enteras se han visto sumidas en dificultades.

Según un comerciante de la capital, las familias numerosas ya no pueden permitirse las protecciones sanitarias, ni siquiera a precios reducidos.

Y la ayuda a los más vulnerables se ha visto frenada por la mala gestión burocrática.

Unas 200.000 máscaras y guantes han quedado bloqueadas en un puerto del sur desde agosto debido a retrasos administrativos en la aduana, dijo a la AFP un funcionario del Comité Internacional de la Cruz Roja.

El material "está destinado a proteger a quienes no pueden permitirse comprarlo, los más pobres, que viven en lugares superpoblados donde el distanciamiento físico es imposible y el agua y el jabón son demasiado escasos", afirmó.

Según Firas, hay dos tipos de iraquíes que siempre usan la mascarilla: las familias con niños pequeños, obligadas a cumplir los protocolos sanitarios en las escuelas que volvieron a abrir a finales de noviembre, y los manifestantes contra el gobierno, que las utilizan para protegerse del gas lacrimógeno de las fuerzas de seguridad.

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