Lo que el Oscar nos dejó

La Academia repartió premios de manera ecuánime y dedicó gran parte de la gala a exculparse por la falta de actores negros en las nominaciones

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Reuters
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Cuando el glamour de la alfombra roja finalizó y dio paso a la verdad, el escenario del teatro Dolby enmarcó una noche que Leonardo DiCaprio, tantas veces relegado, difícilmente olvidará. Chris Rock arrancó con su monólogo haciendo referencia constante a la ausencia de actores negros en las nominaciones y continuó con el chiste durante las tres horas de show. Tal como se esperaba, la autocrítica de la Academia pasó por la diatriba de su presentador y por la constante presencia de actores de color en los planos sobre el patio de butacas (Whoopi Goldberg nunca imaginó que iba ser tan mostrada en la transmisión).


En cuanto a la premiación, a fin de cuentas lo verdaderamente importante de la velada, la noche comenzó con los reconocimientos en las categorías de guión original y guión adaptado. En primera plana, la historia basada en un hecho real, la investigación de los periodistas del Boston Globe acerca de casos de curas pedofilos, se alzó con el premio a mejor guión original. Y luego fue el turno de La gran apuesta que se llevó el premio a mejor libro adaptado. Como era de esperar, y casi como ocurre cada año, los miembros de la Academia premiaron a las cintas independientes en los rubros de libretos, una manera de mimar las cintas más arriesgadas con estatuillas relativamente importantes.


Luego fue el turno de actriz de reparto, el primer plato fuerte de la noche para Alicia Vikander, la actriz sueca de La Chica Danesa. La intérprete viene pisando fuerte en Hollywood tras papeles en cintas disímiles como Ex-Machina y El agente de CIPOL, este premio sin dudas le dará un espaldarazo y seguramente le abrirá las puertas a papeles en grandes superproducciones en los próximos meses.

En medio, para estirar una ceremonia de por sí eterna, alternando con montaje de las cintas nominadas en el rubro principal y la presentación de artistas entonando las canciones nominadas, asistimos a las premiaciones técnico-artísticas.


Se sabía que la película de George Miller era fuerte candidata en los apartados de producción y así fue, logrando una trilogía de estatuillas, una tras otra en los rubros: Mejor diseño de vestuario, Mejor diseño de producción y Mejor maquillaje y vestuario fueron para Mad Max: Furia en el camino. Un reconocimiento merecido para una película que ha hecho gala de su dirección de arte, una cinta épica filmada en escenarios naturales, entretenida y arriesgada.


En las categorías técnicas, la más importante, por ser la esencia del cine, es la de fotografía, y aquí se dio la lógica: el fotógrafo mexicano Emmanuel Lubezki se llevó su tercer Oscar consecutivo. Un premio bien otorgado para un artista que rodó El Renacido solo con luz natural durante tres horas al día. Un verdadero prodigio que hizo de cada fotograma del filme de Iñárritu, una verdadera obra de arte de características pictóricas.


Mad Max siguió con su cosecha de estatuillas técnicas, logrando edición (gracias a un montaje vertiginoso y videoclipero), Mejor edición de sonido (un apartado destacado en una cinta atronadora, estruendosa) y Mejor mezcla de sonido. A esta altura de la ceremonia la película post apocalíptica ya era la gran ganadora de la noche. Claro que estos no eran los premios más importantes. Todavía faltaba lo mejor.


Ex-Machina, cinta de ciencia ficción que no se estrenó en Argentina, se llevó el premio a mejores efectos visuales. Una sorpresa, aquí la Academia premió los efectos más minimalistas y dejó de lado a las grandes superproducciones con naves espaciales, explosiones y alienígenas varios. Paradójicamente, quienes cerraron el bloque en cuestión fueron los androides de Star Wars: C3-PO, R2D2 y BB8 en uno de los momentos más logrados sobre el escenario del Dolby.


En la sección dedicada a las cintas animadas, Los Minions fueron los encargados de anunciar al primer ganador: Historia de un oso, ¡un cortometraje chileno haciendo historia! Y en largometraje fueron Woody y Buzz de Toy Story los que anunciaron que la mejor este año es Intensamente (una vez más para Pixar/Disney, potencia absoluta en el rubro).


Pasada la medianoche llegó el turno de conocer al mejor actor de reparto y el premio fue para Mark Rylance por su papel en Puente de Espías, una tremenda sorpresa. Todos esperábamos ver a Sylvester Stallone por Creed en un merecido homenaje 40 años después de su primera aparición como el boxeador Balboa. La conmovedora performance de Sly como un Rocky de la tercera edad merecía este reconocimiento. Verlo sobre el escenario agradeciendo, estatuilla en mano, era uno de los momentos más soñados de la noche y un verdadero acto de justicia para con esta leyenda viviente de Hollywood. Pero no ocurrió. Ni Mark Ruffalo, ni Tom Hardy, que eran quienes sonaban como la competencia más fuerte para Sly lograron ser los mejores.


Amy, retrato respetuoso sobre Amy Winehouse ganó como mejor documental en una competencia plagada de películas de corte político. Una elección no muy jugada, pero que por la calidad de la cinta no hizo ningún tipo de ruido.


Se sabía que en el apartado de mejor película de habla no inglesa la competencia sería dura y cualquiera de las cinco nominadas podía salir triunfante. Finalmente el jurado decidió por El hijo de Saúl, cinta húngara ambientada en un campo de concentración. Una decisión bastante lógica, las historias de supervivencia en la Segunda Guerra Mundial siempre han sido de las predilectas por los votantes en la Meca del Cine. La colombiana El abrazo de la serpiente debió conformarse con la nominación, resultó sin dudas demasiado exótica en su bello blanco y negro y selvática ambientación.


En los rubros musicales, la mejor canción fue para Sam Smith por el tema principal de Spectre, una de las canciones más pobres de toda la saga de 007, dejando relegada a Lady Gaga por su conmovedora interpretación de "Till It Happens To You" de la película The Hunting Ground que parecía la candidata cantada. Y en banda sonora, se hizo justicia. Ennio Morricone, nombre mayúsculo del spaghetti western, logró su primera estatuilla por Los 8 más odiados, una reivindicación a un músico injustamente olvidado por años ( y ovación para el gran Ennio por dar su discurso en italiano).


Finalmente los cuatro rubros más importantes se revelaron. Se sabía que Alejandro G. Iñárritu podía obtener su segundo Oscar consecutivo como mejor director y así fue. La Academia premio su virtuosismo, su manera épica de narrar El Renacido y así coronó el gran momento de los artistas mexicanos en Hollywood.


Mejor actriz fue para Brie Larson por su composición de una mujer cautiva junto a su hijo en La Habitación. Una interpretación inquietante, conmovedora e inolvidable. ¡Bien dado!

Y el rubro mejor actor, el momento más esperado de la noche, más que el de mejor película, nos presentó a Leonardo DiCaprio, ganador finalmente por su labor física y psíquica de El Renacido. Un trabajo actoral para el aplauso.


Finalmente, a las dos de la mañana de Argentina supimos que la mejor película era En primera plana, una tremenda contradicción de la Academia que le dio el mayor galardón a un filme y el de mejor director al realizador de otra cinta. Morgan Freeman fue el encargado de anunciar esta última nominación que cerró una gala eterna y plagada de sorpresas y mensajes políticamente correctos.