Hugo Mujica: "La Iglesia hace agua en muchos ámbitos"

Religioso, poeta, artista plástico, pensador, se dedicó a viajar por el mundo para ?hacerse?. Hugo Mujica dialogó con Infobae.com sobre la sociedad contemporánea, sus años de silencio, el hippismo y su lugar dentro de la Iglesia

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 Charly Díaz Azcué 162
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Considerando que es un sacerdote poco convencional, ¿cómo es su vínculo con la Iglesia?

Yo soy respetado dentro de la Iglesia. Saben que soy diferente y que hago ?otra cosa?, pero seriamente. Yo creo que en todo lugar hay libertad. Yo llegué a la Iglesia e inauguré un espacio y fui aceptado. La libertad se abre como espacio y todo espacio debe ser abierto en medio de reglas. En realidad, hay mucha más libertad que la que nosotros -en la comodidad de culpar a la falta de ella- abrimos; pero una libertad que es de otro no es la tuya.



Por otro lado, no hay duda que

la Iglesia hace agua en muchos ámbitos

; pero es un tema complejo porque la solución no es la vía de adaptación. La Iglesia

tiene que llegar a saber qué es lo esencial

. Volver al latín no es lo esencial, porque, por empezar, Cristo hablaba arameo y en la Iglesia primitiva se hablaba griego. Volver al latín es retornar a un momento más o menos estético y de

poder de la Iglesia

.



Pero antes de entrar en la Iglesia viajó por el mundo, conoció y vivió la Nueva York de los años sesenta, durante el esplendor hippie. ¿Cómo fue el hippismo?

El hippismo fue algo más bien anecdótico, fue una época muy política: mataron a Martin Luther King, a Malcom X, a Kennedy. Fue muy fuerte, aunque después haya quedado la poética del hippismo, porque no molesta a nadie.



En 1969 se hizo Woodstock, y ésta fue la fiesta con la que el sistema se tragaba a la protesta, la absorbía.



Al final de los sesenta, o morías en un pulmotor si no habías salido de la droga, o volvías al sistema o te acercabas a la vertiente mística que venía de Oriente, que encajaba mucho con la experiencia de las drogas y de lo energético. Digamos que ahí comencé mi camino religioso.



¿Cómo fue pasar de esa espiritualidad particular que proponía Oriente a una occidental, como es el catolicismo?

Yo no tenía ninguna formación religiosa, vengo de una

familia anarquista

, de modo que no tenía ninguna relación ni contacto con la cotidianeidad de la religión, la veía como "

la opresión de los pueblos"

.



Oriente venía con toda la mística de lo lejano. Y así fue que el gurú con quien yo estaba fue a dar una conferencia en un monasterio trapense y ahí comencé mi contacto con un cristianismo bastante especial: la vida monástica, el voto de silencio, la tradición del discipulado.



¿Cuándo comenzó a escribir?

Después de tres años de estar en silencio;

estuve en total siete años en silencio

. Pero el silencio no era una opción intelectual: era el paisaje, yo vivía adentro del silencio. Y es en el silencio adonde acontece la palabra.



Nosotros nacimos sin hablar, pero pudiendo escuchar. Es la comunidad la que en un segundo momento te pasa un lenguaje. La capacidad más elemental del hombre es la escucha.



¿Es posible tener una vida más contemplativa en las grandes ciudades y con las peculiaridades de este tiempo?

Es muy difícil, pero es el único momento que nos toca vivir. No será el silencio absoluto, pero será salir un poco del ruido, de la palabra hueca.



Vivimos una existencia alienada, estresada

.

Si un monje ayuna tres días, una mujer o un hombre para estar flacos se matan de hambre toda la vida.

Estamos bajo una presión muy grande, inmersos en una cultura que nos pide todo y no nos da nada, nos da aparatos solamente. Vivimos un pequeño margen a la noche, el resto del día funcionamos, estamos dentro de un trámite de una constante postergación de cualquier gozo, que sería justamente vivir, acariciar y ser acariciado, o tener un nene y estar con él, en vez de trabajar todo el día para darle un beso en la cuna a la noche.



Es difícil callarse la boca, pero más difícil es la neurosis de estar hablando todo el día para llenar un vacío que asusta.