El coach Sergio Ledesma, con Pamela David: de víctima a protagonista, o cómo pasar de la protesta a la propuesta

En esta nueva entrega del ciclo PamLive, el especialista en liderazgo y bienestar brinda las claves para comprender, cuando estamos desorientados, para dónde debemos ir. Y cómo

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La entrevista de Pamela David a Sergio Ledesma, en PamLive

¿Hay una edad para reinventarse? ¿Cómo es ese primer día? ¿Qué hacer con las emociones que nos hacen daño? ¿Y cómo tomamos las riendas de nuestra vida? El coach Sergio Ledesma, en este encuentro con Pamela David para su su ciclo PamLive, nos ayuda a comenzar a desandar el camino hacia las certezas.

—Sergio, empecemos hablando de Somos lo que conversamos, que es el título de tu libro.

—Hace tres años apareció mi libro en escena, y en ese momento mi intención era transmitir mi experiencia de 20 años trabajando como coach. Me ha tocado trabajar con gente muy diversa; empresas, organizaciones. Muchas experiencias. En todos esos lugares me di cuenta de la importancia de las conversaciones efectivas y saludables, que sirven para ambas partes, y que deje de aparecer esa sensación de: “Ay, ¿por qué no dije tal cosa?”. Y se me ocurrió hacer esta especie de manual.

—Si pudiéramos diseñar qué evitar en las conversaciones, como latiguillos que no son saludables, ¿se te ocurre algún ejemplo?

—Existen cuatro ejes. El pretexto: lo previo al texto. ¿Viste que asociamos el pretexto con excusa? Pero también es un “¿para qué?”. El primer paso es ese. Y si lo podés escribir mejor: “¿Para qué querés tener esta conversación?”. Y visualizar el resultado de la conversación: “¿Qué quiero que pase y para qué?”. El segundo es el contexto: cuándo y dónde voy a tener la conversación. El tercer punto es el texto en sí mismo, la conversación. Y el cuarto es el subtexto, lo que sentimos mientras conversamos pero no lo decimos.

—¿Podemos tener algún ejemplo de algo que deberíamos modificar?

—Hay que ponerle el foco al pretexto y al subtexto porque aparecen cosas: en la parte derecha del cerebro aparece lo que digo, y en el izquierdo la parte de mis sentimientos. Esa conversación interna puede afectar el curso de la conversación que tenemos.

—Con el pretexto vienen la actitud y la atención.

—Yo me pregunto por qué hay tantos cursos de oratoria y no de escuchatoria. Hay que aprender a escuchar para entender, no para responder. Hay que escuchar con curiosidad a ver si puedo captar lo que pensás y sentís en esta conversación.

—Hablamos de la consciencia emocional. ¿Qué es realmente?

—Yo llamo consciencia emocional a frenar un poco en el contexto en que estamos viendo, porque estamos bombardeados de información que nos genera angustia, miedo y enojo. Hay algo que tiene que ver con cómo funciona nuestra cabeza, donde respondemos de forma instintiva. La palabra consciencia es la única que nos permite frenar el mecanismo que se dispara solito, para entender lo que está pasando y no negar las emociones que estamos viviendo. ¿Viste que hay personas que te dicen: “Bueno no pienses eso, pensá en cosas lindas”?

—¿Y qué se hace con la angustia?

—Entender que la angustia no es mi totalidad, sino algo que siento ahora. Lo segundo, darle legitimidad a la emoción, no negarla ni intentar esconderla. Lo tercero es desafiar la historia que me estoy contando.

—¿Cómo hacemos para gestionar las emociones negativas? Uno tiene la opción de seguir envuelto en eso que te hace mal, o salir. ¿Cómo hacemos para salir?

—Porque es una historia. Hay personas que reaccionan de forma diferente frente a un mismo hecho. Eso tiene que ver con la narrativa que me estoy contando. Hay que aceptar esa emoción, atravesarla, no buscar entretenerme, e ir a fondo. Una vez que estoy ahí, intentar entender si esa historia que me estoy contando, es la única. Para muchas culturas, la muerte es diferente. Algunos tienen rituales, y para otros es muy doloroso.

—Quiero leerte algunos de los mensajes. Nos escriben: “Nos atrapan mas las emociones negativas”. ¿Esto es un concepto, no?

—En primer lugar, hay que desafiar la interpretación de emociones negativas o positivas. Y no somos los únicos que tenemos emociones; las mascotas también. No hay emociones positivas o negativas. Yo las llamo emociones de bienestar y de malestar.

—¿Y qué hacemos con las de malestar?

—Las emociones de malestar generan algo. No hay que negarlas, y hay que entender que no es una totalidad, que no es todo mi ser. Y luego, entender mi historia. A veces es difícil hacerlo uno solo, por eso algunos especialistas hacen preguntas que nos llevan a ese lugar.

—Me pasaba que tenía un cuento que me creé, donde yo sentía que era víctima, pero era la protagonista. Estaba convencida de que era víctima, antes de hablarlo con vos. ¿Cómo hacemos para dejar de ser víctimas y comenzar a ser protagonistas?

—Me interesa trabajar este tópico, en esta época. Tenemos muchas excusas para ponernos en papel de víctimas. Lo que identifica a la víctima es la queja: “El mundo contra mí”.

—Creo que todos tenemos situaciones complicadas, pero vamos a detectar a las víctimas, que son las que se quejan.

—Sí, los que culpan a los demás, a algo externo, sobre lo que les pasa. La palabra clave es responsabilidad: la habilidad de responder. ¿Cómo respondo frente a las situaciones que me tocan vivir? Y eso es una elección de cada persona. Hay personas que frente al mismo desafío culpan a otros, y otros se hacen cargo del problema y sienten que lo pueden modificar: “Algo puedo hacer, en vez de quejarme”. Pasemos de la protesta a la propuesta.

—¿Cómo hacemos para darnos cuenta?

—Cada persona vive diferentes situaciones de diferentes formas. Yo hablaba de estas cosas y una persona me decía: “Perdí a mi hijo y siento dolor en el pecho”. Y yo la abracé, que fue lo que me nació, y le dije que validaba su dolor. Hay culturas que hacen interpretaciones diferentes de la muerte y esa es la prueba mas cabal de lo interpretativo. Hay personas que tienen que hacer el duelo necesariamente largo, pero algunos lo transitan de forma mas rápida.

—Cada caso es muy particular.

—Creo que no hay que poner el foco en lo que no podemos manejar. Las circunstancias del afuera no las puedo controlar. Debo tener control de lo que me pasa con lo que pasa. Los que están en rol de víctimas culpan al afuera.

—Acá nos escriben: “Es mas fácil ser victima” ¿Es mito o realidad?

—Claro que es mas fácil. Ser protagonista es hacerse cargo de algo que nos sucede, y saber que puedo hacer algo para modificarlo.

—Pero es un espanto: te quedás en la rueda y no salís más...

—La palabra consciencia atraviesa todas las situaciones. Si no somos conscientes, echamos las culpas afuera. Desde chicos naturalizamos esto de “no hacernos cargos” y apelamos al “no es mi problema”. Hay situaciones y situaciones.

—Creo que este espacio en donde leemos los mensajes de los seguidores, sirve para todos en general. Y nos piden tips: ¿qué ejercicios hacemos para ser protagonistas de nuestras vidas y dejar de ser víctimas?

—Primero tomar conciencia y reconocer que lo malo que me pasa lo pongo afuera como que “no tengo nada que ver”. Una vez que me doy cuenta de eso me pregunto si quiero tener una vida diferente, y hacerme cargo de lo que si quiero controlar: de qué manera respondo frente a lo que me toca vivir. Si respondo quejándome, el poder lo tiene el otro. El discurso del “yo no tengo nada que ver” nos deja en impotencia. Vas a ver que la mayoría de las situaciones dependen de cómo lo tomes, y eso te vuelve poderoso, te da poder.

—En cada caso tengo que ver cómo respondí.

—Exacto. Y protagonista no significa ser Superman. El protagonista puede hacer pedidos, reclamos, contar con otras personas que lo ayuden. No recargarte sola vos con todo, no irte al otro extremo.

—Acá nos dicen: “Mi pareja no se hace cargo de nada”.

—Yo le preguntaría si lo habló con su pareja, y le diría que si ya lo hablaron, no fue efectivo. Quizás no estuvo bien diseñada la conversación, quizás no era el lugar indicado, el momento indicado.

—Hay que buscar el momento del día en el que estamos mas lúcidos para tener una conversación que sea efectiva. Vamos a hablar de este contexto de la cuarentena, que es un momento en el que tenemos tiempo de sobra para analizar si lo que hacemos es lo que nos gusta o no. La vida nos cambió a la gran mayoría. Se que estas dictando un curso de forma digital que se llama “Reinventando la rueda”.

—El curso cuenta con 10 módulos en los que exploramos los recursos y talentos que tienen las personas. Y pensar al servicio de qué quieren poner sus recursos. Es una metodología que te permite avanzar y armar tu nueva hoja de ruta, donde seas consciente y protagonista de tu vida.

—Al comienzo de la entrevista pensaba: con tu trabajo cotidiano, ¿te estás ganando la vida o la estás perdiendo? ¿Se puede encender esa llama, que a la vez no coincide con el trabajo?

—Sí, a mucha gente que hizo el curso le dio la posibilidad de frenar y pensar algo distinto para cuando esto termine. Lógicamente, algunos están aferrados al trabajo y muchas veces por miedo. Pero pueden ir pensando lo que realmente quieren. Todo el tiempo estamos tironeados entre el miedo y el entusiasmo. Es un buen momento para pensar: “¿Yo quiero esto para mi vida?. A partir de ahora soy consciente, antes no me daba cuenta y tomaba decisiones que me trajeron hasta acá”.

—El acelere que teníamos en la rutina antes, y que no parábamos la pelota, o no tomábamos las riendas por la comodidad. Pero, ¿hasta dónde es comodidad?

—Hay que pensar: “¿De quién depende que hagas un cambio en tu vida?”. Hay que lidiar con el miedo y la resistencia al cambio, y lidiar con la zona de confort. Todos tenemos miedo, pero el entusiasmo es mayor y te la jugás, porque vas a estar más conectado. No es magia, es un proceso.

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