Buby, el mozo de AMIA que amaba cantar tangos, murió en el atentado y el hallazgo de un cassette hará vivir para siempre

Bernardo “Buby” Mirochnik trabajaba en la mutual judía cuando el 18 de julio de 1994 se produjo el atentado en el que fueron asesinadas 85 personas. Su hobbie era cantar y bailar tango. Años después, su hijo Omar halló una grabación suya, que hoy es parte del homenaje de AMIA a 27 años de un horror que aún no tiene justicia. El video que lo recuerda

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Buby Mirochnik, el mozo de la AMIA que cantaba tangos

A Buby le encantaba cantar tangos. Los silbaba mientras caminaba por los pasillos de la AMIA, donde trabajaba como mozo. Los entonaba, de forma amateur, en alguna fiesta privada o reunión familiar. Y en su casa se animó, alguna vez, a grabar “La última copa” -uno de sus preferidos- en un cassette.

El 18 de julio de 1994, como todos los días, Bernardo “Buby” Mirochnik, de 62 años, salió del departamento en planta baja de Villa Crespo donde vivía desde que se había separado de Rebeca, rumbo a la AMIA, donde estaba empleado hacía poco más de una década. Entraba a las seis de la mañana. Se cambió en el subsuelo, adonde habían llevado la cocina porque estaban haciendo refacciones y se puso una chaqueta azul. Un rato después desayunó con los otros dos mozos: Martín Cano y Jacobo “Cacho” Chemmanuel. Hoy, ante la consulta de Infobae, Cano recuerda que “yo siempre compraba galletitas ‘pepas’ en el kiosko de enfrente y tomaba mate cocido. Buby tomó café. Después, él agarró una bandeja para servir a los directivos y en el sector de sepelios. Y yo, un carrito para llevar a los oficinistas. Fue la última vez que lo vi… Cuando regresé me puse a lavar la vajilla con Cachito y ahí voló todo”.

Buby era uno de los empleados más queridos de la AMIA. Aquí, en una fiesta, cantando tangos.

A las 9.53, un coche bomba explotó frente al edificio de Pasteur 663. Todo se puso negro. Enseguida, el polvo, los gritos, los pedidos de auxilio… Cano y Chemanuel quedaron separados por una pared, resguardados por una columna. “Después supe que a Buby lo agarró bajando por la escalera del primer piso al subsuelo… Con Cachito lo llamábamos pero él no nos escuchaba. Nosotros lo oímos pedir socorro por tres horas. Hasta que no oímos más”. Buby estaba bajo una puerta. Así recuerda que lo vio Fernando Souto, uno de los rescatistas que sacaron de ese encierro a Cano y a Chemmanuel. Jacobo falleció días después en el hospital de Clínicas.

Buby, en la cocina de la AMIA.

Buby tenía un sobrino, Alejandro, que trabajaba en el departamento de prensa de la AMIA. Volvía de comprar los diarios, subió al ascensor y allí lo sorprendió la explosión derrumbó el edificio. Este hombre estuvo ocho horas bajo los escombros, hasta que gracias a Lupo, el perro adiestrado por Juan Carlos Lombardo, lo pudieron hallar y rescatar. También tenía tres hijos: Patricia, Omar y Fedora Inés. Omar, que tenía 24 años entonces y aún vive en el mismo edificio donde lo hacía su papá, recuerda que fueron al hospital cuando se enteraron que habían rescatado con vida a un mozo. “Pero era Jacobo. El jueves (tres días después del atentado) nos llamaron de la morgue para reconocer su cuerpo”.

Cuando Omar nació, la familia vivía en San Justo. Hasta que tuvo “5 o 6 años” estuvieron los cinco allí. Buby ya trabajaba de mozo junto a su padre, Natalio, en eventos como cumpleaños y casamientos. Cuando se separó de su primera esposa, Buby se mudó a Capital. Allí comenzó una relación con Josefina, una mujer que conoció en su trabajo como mozo, con la que pusieron una empresa dedicada a ese rubro. Omar cuenta que “tenía mucho oído para la música. Escuchaba jazz cantado, le gustaba mucho Louis Armstrong. Pero su pasión era el tango”. Tanto es así que ponía a sus hijos sobre sus rodillas, cuando eran chiquitos, y los hacía escuchar nuestra música. Y cuando estaba en pareja con su tercera mujer, Julia, “iba a bailar los sábados a Flores y a Caballito”.

El cassette donde Buby Mirochnik grabó el tango "La última copa"

La música era su compañía en todo momento: “Siempre decía que si alguien lo filmara en su casa pensaría que estaba loco porque mientras barría, con la música puesta, se ponía a bailar con la escoba o el escobillón. Hacía dos o tres pasitos y seguía”. Añade Omar que “cuando pasó de ser mozo a maitre, y el ritmo de las fiestas donde era contratado pasaban por él, si se sentía cómodo con el ambiente también cantaba algún tanguito”.

Cuando Buby murió asesinado en la AMIA, los hijos repartieron sus objetos. Omar se quedó, entre otras cosas, con una valijita negra que contenía los cassettes que escuchaba su padre. “Yo escuchaba uno un ratito y lo guardaba. Y un día, unos cinco años después que murió, dejé un cassette hasta el final de un lado. De pronto el sonido cambió y pensé que algo estaba mal. Y de repente, era mi papá cantando un tango… Fue una sorpresa, una emoción. Es que no decía nada el cassette, ni ‘grabación de Buby’, nada, eso se lo agregué yo para no volver a perderlo… Yo me decía ‘menos mal que no los tiré’, porque ya habían aparecido los CD. Después me fijé y era lo único que había grabado…”

Buby Mirochnik, de chaqueta azul, en la cocina de la AMIA

Pasaron muchos años desde entonces, y este 2021, por el 27º aniversario del atentado, la AMIA decidió homenajear a las víctimas del atentado con la acción “Vivirán tanto como nosotros porque los recordamos” que se difundió a través de sus redes sociales. Omar recordó ese cassette -en el que Buby canta ‘La última copa’, un tango de Canaro y Caruso- y los acercó a la mutual judía.

Enseguida, Elio Kapszuk, director del área de Arte y Producción de la institución, tomó la posta y decidió la creación de una pieza audiovisual, que fue bautizada “Conversación para no olvidar” y rinde homenaje a las 85 víctimas del atentado.

Buby con dos de sus cinco hermanos: Saúl y José.

Del video, que tiene producción general de AMIA y la productora El perro en la Luna -y anticipa Infobae-, participan los tres hijos de Buby. Patricia escribió, hace unos años, un testimonio para la AMIA. Es lo que lee Fedora: “Un día mi papá agarró el grabador, el micrófono y aquí está esta cinta donde está grabada y donde quedó el recuerdo de su voz y su pasión por el tango. Cuando cantaba tango se emocionaba mucho, lo vivía, lo sufría, lo sentía creo que en su alma. Hay algo especial en el tango, hay algo que une a las personas, con sus vidas, con sus vivencias, con sus emociones”. Quien la escucha es Osvaldo Pereda, un cantor de tangos que tiene 89 años, la misma edad que tendría Buby hoy. El hombre -que fue convocado por AMIA para este homenaje-, le dice: “Trataremos por un rato de devolverte algo, algo de lo perdido”, y comienza a cantar “La última copa”, que se funde con la voz del propio Buby, grabada en aquel cassette.

Buby, con su hijo Omar

Dirigida por Andrés Antonio Cedrón, realizada en blanco y negro, la pieza “se sirve del gran poder que tiene la música para transmitir sensaciones y generar nuevas emociones, y recreamos una conversación simbólica, entre padre e hija, que fue imposibilitada por el horror desatado por el accionar terrorista. La voz de Buby Mirochnik, registrada hace más de 30 años atrás, nos permitió generar un hecho artístico que denuncia la herida abierta que sigue siendo hoy, para toda la sociedad, el atentado aún impune contra la AMIA”, señala Elio Kapszuk.

El 18 de julio de 1994 se produjo el atentado a la AMIA. Murieron 85 personas. Pasaron 27 años, y todavía no hay justicia.

En el video, Omar -bandeja en mano- interpreta a su padre. “Hace poco, antes de llevar el casette a la AMIA, volví a escucharlo. ¿La verdad? Cantaba bien mi padre…”. Ahora, la voz de Buby, aquel mozo de la AMIA que el terror segó, cantará para siempre.

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