La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) celebra cada 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación para conmemorar la fundación de la organización en 1945. Se organizan eventos en más de 130 países de todo el mundo, convirtiéndolo en uno de los días más celebrados del calendario de las Naciones Unidas. El propósito de esta conmemoración es crear consciencia en todas las naciones sobre el problema alimentario a nivel mundial y fomentar la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.
Con el fin de difundir sus objetivos para el 2050, estos desafíos se plasmaron en 17 metas para un desarrollo sustentable, y cada una de ellas se aborda cada año. La multiplicidad de temas que involucran los desafíos -que van desde reducir las inequidades de género, hasta fortalecer las instituciones- exhiben que, para lograr una mejor alimentación, se necesitan más que requerimientos nutricionales.
La forma en la que la FAO plantea resolver esto es a través de la generación de mejores medios de producción de alimentos
"A pesar de que 'Hambre cero: a valores abstractos, acciones concretas', el lema 2018, puede sonar a utopía, es preciso tener en cuenta los retos globales para un mejor futuro, puesto que conciernen a instituciones, gobiernos y también acciones colectivas ciudadanas", analizó la investigadora en Sociología de la Alimentación Liliana Martínez Lomelí.
Para ella, "si no se detecta cuáles son los retos, difícilmente se puede atacar un problema", ya que "para lograr un desarrollo sustentable, los desafíos están encaminados a poner el foco sobre los temas de desigualdad, pobreza, cambio climático, degradación del medio ambiente, prosperidad, paz y justicia". Aunque parecen valores abstractos, las acciones concretas hacia estos temas están intrínsecamente ligadas a cuestiones sobre cómo alimentarse mejor, de una manera que satisfaga los requerimientos para tener una mejor salud; que el acceso a estos no sea privilegio de unos cuántos; que las maneras de producir alimentos sean amigables para permitir un mejor desarrollo en todos los sentidos.
Y tras asegurar que "para 'mover' un sistema de salud, para mejorar la alimentación de la población, quedarse en retos que solo involucran a la comida no resuelve los temas de base en los que una mala alimentación es la punta del iceberg de las problemáticas relacionadas con ella", Martínez Lomelí señaló que "el desafío elegido para este año por la FAO nos llama a replantear la forma en la que producimos, compartimos y consumimos comida". La forma en la que la FAO plantea resolver esto, es a través de la generación de mejores medios de producción de alimentos. "Se dice además que, si las mujeres agricultoras tuvieran mejor acceso a los recursos que los hombres, el número de personas con hambre en el mundo podría reducirse hasta 150 millones de personas", planteó la investigadora.
"Esto nos hace pensar que, para imaginar una mejora en los medios de producción, no hay que pensar en fondos monetarios, ni en apoyos institucionales –que son importantes- sino también en las condiciones sociales en las que los alimentos son producidos -consideró la experta-. Asimismo, un incremento en la inversión a través de la cooperación internacional, en la infraestructura rural y en el desarrollo de tecnología para el uso de plantas y animales puede incrementar la capacidad productiva de países menos desarrollados".
Hambre cero significa trabajar juntos para garantizar que todos, en todas partes, tengan acceso a los alimentos seguros, saludables y nutritivos que necesitan
Además de pensar en los medios de producción, es imperativo pensar la forma en la que estas instancias pueden ser articuladas para que los alimentos producidos pueden llegar de manera efectiva al consumidor. Aunque el ideal es que sean frescos, las logísticas de transportación pueden resultar insuficientes, por lo que otro gran reto que involucra a actores de la iniciativa privada es la innovación y desarrollo que permitan que mejores productos lleguen a más personas para asegurar las propiedades de frescura.
Este reto involucra a todos los actores de las cadenas de consumo, y por lo tanto, debe alertar sobre el papel que todos -como individuos, instancias públicas o privadas- debemos tomar a fin de lograr un crecimiento y desarrollo no solamente económico, sino social.
Según la médica especialista en nutrición Virginia Busnelli (MN 110351), "el hambre cero significa trabajar juntos para garantizar que todos, en todas partes, tengan acceso a los alimentos seguros, saludables y nutritivos que necesitan". "Para lograrlo, debemos adoptar un estilo de vida más sostenible, trabajar con otros, compartir nuestro conocimiento y estar dispuestos a ayudar a cambiar para mejorar", aportó la directora del centro de endocrinología y nutrición Crenyf.
"Los gobiernos deben crear oportunidades para que se produzcan mayores inversiones del sector privado en agricultura, al tiempo que impulsan programas de protección social para las personas más vulnerables y conectan a los productores de alimentos con las zonas urbanas -ahondó Busnelli-. Tras un período de retroceso, el hambre mundial vuelve a aumentar".
En la actualidad, más de 820 millones de personas sufren de subalimentación crónica, según el último informe de El estado de seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018 de la FAO.
"Los conflictos, el cambio climático con fenómenos meteorológicos extremos, la recesión económica y el aumento de los niveles de sobrepeso y obesidad están transformando el progreso logrado en la lucha contra el hambre y la malnutrición", analizó Busnelli, para quien "mientras millones de personas padecen hambre, 672 millones de personas sufren de obesidad y otros 1.300 millones tienen sobrepeso. El mundo se planteó el desafío de lograr el 'hambre cero' y una mejor nutrición para 2030. Pero los gobiernos no pueden lograrlo solos: todos debemos participar".
En conmemoración del Día Mundial de la Alimentación, la propuesta es incorporar cinco porciones de frutas y verduras al día para tener una alimentación más sana y prevenir enfermedades crónicas como las cardiovasculares, algunos cánceres, diabetes y obesidad, entre otras.
En la actualidad, más de 820 millones de personas sufren de subalimentación crónica
Según la FAO, el consumo actual estimado de frutas y verduras es muy variable en todo el mundo. En el país, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, el consumo diario de frutas y verduras es muy bajo en relación a lo recomendado y menos del 5% (4,8%) de la población consume cinco porciones diarias entre frutas y hortalizas.
Para ello la Secretaría de Gobierno de Salud de la Nación recomienda consumir la cantidad recomendada entre frutas y verduras a lo largo de un día. Incorporar cinco porciones de 80 gramos cada una, dos porciones pueden ser de verduras y tres de frutas. Para esto se recomienda que la mitad del plato en almuerzo y cena tenga verduras. Lo ideal es consumirlas crudas para conservar todas las vitaminas e incorporar variedad de colores. A su vez se pueden incluir frutas como postre o entre comidas: frescas, en ensaladas o asadas con cáscara.
Fotos: Adrián Escandar
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