El aceite de oliva es considerado uno de los alimentos más saludables del mundo y forma parte esencial de la dieta mediterránea, reconocida por sus beneficios en la prevención de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, crónicas y degenerativas. El aceite de oliva es una fuente rica en ácidos grasos monoinsaturados, antioxidantes y vitamina E, que ayudan a proteger el corazón, reducir la inflamación y mejorar el perfil lipídico en sangre.
En el Perú, el Ministerio de Salud (Minsa) y el Seguro Social de Salud (EsSalud) promueven la adopción de hábitos alimenticios saludables, recomendando el consumo moderado de aceites vegetales de buena calidad como el de oliva, dentro de un plan de alimentación balanceado. Sin embargo, a pesar de sus múltiples propiedades beneficiosas, existen ciertos grupos de personas que deben evitar o limitar el consumo de este aceite, ya que no en todos los casos resulta inocuo.
¿Quiénes no deben consumir aceite de oliva?
Aunque el aceite de oliva es ampliamente recomendado, no todas las personas pueden consumirlo sin riesgos. Algunos grupos que deben evitarlo o consumirlo con precaución son:
- Personas con alergia al aceite de oliva o a la aceituna: aunque es poco frecuente, existen casos de reacciones alérgicas que pueden manifestarse con síntomas digestivos, cutáneos o respiratorios.
- Quienes padecen diarrea crónica o síndrome de intestino irritable: el aceite de oliva tiene un efecto ligeramente laxante, por lo que su consumo en exceso puede agravar los síntomas.
- Pacientes con cálculos biliares o problemas de vesícula: el aceite de oliva estimula la producción de bilis, lo que puede generar dolor o cólicos en personas con litiasis biliar.
- Personas con pancreatitis: debido a su alto contenido graso, puede aumentar la carga sobre el páncreas y empeorar la inflamación.
- Quienes deben seguir dietas bajas en grasa por indicación médica: en estos casos, incluso las grasas saludables deben restringirse o ser reemplazadas.
Alternativas de aceite para quienes no deben consumir aceite de oliva
Para quienes no pueden consumir aceite de oliva, existen otras opciones de aceites vegetales que también ofrecen beneficios para la salud:
- Aceite de canola: rico en ácidos grasos omega-3 y con bajo contenido en grasas saturadas. Es una alternativa versátil y ligera para cocinar.
- Aceite de girasol alto oleico: contiene ácidos grasos monoinsaturados y vitamina E, lo que ayuda a proteger las células del daño oxidativo.
- Aceite de linaza: especialmente útil como aderezo, ya que no debe calentarse. Su alto contenido en omega-3 lo convierte en un aliado para la salud cardiovascular.
- Aceite de sacha inchi: originario de la Amazonía peruana, es una fuente importante de omega-3, omega-6 y omega-9, y puede ser un sustituto ideal en ensaladas o preparaciones frías.
- Aceite de coco (con moderación): aunque tiene más grasas saturadas, su consumo controlado puede aportar beneficios metabólicos.
Diferencia entre el aceite de oliva y otros tipos de aceite
El aceite de oliva posee características únicas que lo distinguen de otros aceites vegetales:
- Proceso de extracción: el aceite de oliva extra virgen se obtiene mediante presión en frío, lo que preserva mejor sus antioxidantes y nutrientes. Otros aceites suelen pasar por procesos de refinación más agresivos.
- Composición en grasas: el aceite de oliva es especialmente rico en ácidos grasos monoinsaturados, a diferencia de otros aceites como el de girasol o maíz, que contienen mayor proporción de grasas poliinsaturadas.
- Propiedades antioxidantes: contiene polifenoles y vitamina E, que le otorgan un efecto protector frente al daño celular y al envejecimiento prematuro.
- Sabor y aroma: el aceite de oliva extra virgen aporta un sabor característico y más intenso que lo diferencia de los aceites neutros como el de canola o soya.
- Usos culinarios: si bien soporta temperaturas medias, es ideal para consumirse en crudo, potenciando ensaladas, verduras y pan. Otros aceites, como el de canola o girasol, suelen usarse más para freír o cocinar a altas temperaturas.