Las dos versiones del colonialismo reinante

Solo el radicalismo y el peronismo tienen historia, ideas y expresan un tiempo de logros en nuestro pasado. Ambas fuerzas tienen un enorme espacio para su desarrollo

Compartir
Compartir articulo
Movilización de La Cámpora a la Plaza de Mayo
Movilización de La Cámpora a la Plaza de Mayo

La historia tiene sus tiempos, los pueblos a veces renacen de sus cenizas. Recuerdo la dictadura de Onganía, duró dos años sin reacción, hasta parecía que ese franquismo retrogrado se hubiera instalado para siempre. Habían derrocado a Perón, a Frondizi y finalmente a Illia, se sentía que acababa el relato de los “democráticos”. Y en el 68 estalló “el Cordobazo”, luego, de pronto, todo se politizaba.

Como docentes vivíamos con asombro ver a los jóvenes lanzados a la política como si lo social los convocara como lo definitivo. El debate se enriquecía día a día y los sucesos del Mayo de París nos convocó a lo universal. Duele recordarlo, pero habitábamos un país mucho más justo que el de hoy, teníamos industria, sobraba trabajo, la pobreza rondaba el cuatro por ciento, la deuda no era un tema, la sociedad se integraba y desarrollaba.

Así hasta el golpe del 76, aquel tiempo cuando la dictadura asesina y endeuda en nombre de la modernidad y los herederos de semejante atrocidad inventan el relato del estallido del plan Gelbard y Celestino Rodrigo. Un cuento para economistas de barrio que imaginan la destrucción de la industria como un detalle del devenir colonial. Del otro lado, los guerrilleros inventan demonios que los liberan de haber asesinado en plena democracia.

Había dos demonios, uno era Martínez de Hoz y su destrucción de la industria, otro la guerrilla y su destrucción de la democracia. Lo peor de todo es que ambos sobrevivieron y son tan solo dos vertientes de un fracaso.

Solo el radicalismo y el peronismo tienen historia, ideas y expresan un tiempo de logros en nuestro pasado. Ambas fuerzas tienen un enorme espacio para su desarrollo y la experiencia política que las convierte en riqueza conceptual. El marxismo infiltrado en algunos sectores gobernantes y el economicismo que limita el pensamiento de una parte de la oposición son las dos versiones del colonialismo reinante. Nuestros mayores resistieron con dignidad los intentos de invasión mientras tanto algunos de los nuestros festejan como modernidad o globalización toda pérdida de libertad e identidad, versión del cipayo travestido en una patética versión del progreso.

La ideología de los bancos impuso su concentración desmesurada, los comercios que definían una cultura asignaban una identidad y contenían buena parte de nuestra clase media están hoy en manos de “cadenas” donde el propietario es un inversor desconocido y es atendido por un empleado de indigno salario. El comercio libre muere en manos de la ideología del triunfador expresada en fuerzas políticas que aplican su materialismo destruyendo nuestra cultura. Los marxistas imperantes vislumbran todo en manos de la burocracia estatal, la derecha de siempre aplaude que los bancos se queden con todo, solo el peronismo y el radicalismo pueden defender una mirada que proteja a los sectores medios que representaron en distintos momentos de la historia.

La gran mayoría del PRO repite su cantinela moralista y antipopular para imponer la distancia entre pobres y ricos, para tomar los subsidios como sostén de la miseria que ellos mismos generan. El PRO tuvo su oportunidad de ser post peronista mientras triunfó la eterna línea de derechas con su permanente anti peronismo. Nuestra democracia nació radical, luego se impuso como peronista y del otro lado, los golpes de Estado expresaban el poder de los negocios. Eso duró hasta que la última dictadura decide convertirnos en país dependiente, destacando lo financiero y destruyendo nuestro desarrollo industrial. Ese pensamiento se replica con Menem y con Macri mientras sólo en el compromiso del Estado sobre lo privado podemos diferenciar a Néstor Kirchner.

Festejamos una democracia cuyos números son calamitosos, permanente crecimiento de desocupación, deuda y pobreza. ¿Qué festejamos? La libertad de elegir al político que desarrolle con mayor suavidad nuestro empobrecimiento, dista mucho de expresar un espacio virtuoso. Lentamente los ciudadanos dejan de votar en la misma medida en que toman conciencia de que no votan al que les mejore su nivel de vida sino al que si triunfa se va a ocupar de mejorar el propio.

El kirchnerismo perdió en dos años más de cinco millones de votos, en estos dos años que quedan alguno de fuera de esa fuerza va a intentar recuperar la historia peronista e incentivar la sociedad productiva. En el PRO de pronto advierten que el devenir no era un paseo, que los radicales ya nunca más iban a repetir el acompañamiento pasivo a un nuevo fracaso. De las tres fuerzas en juego, los radicales son los que están mejor ubicados, su fractura sin duda implica la voluntad de sacarse de encima la tutela de sus socios y actuar libremente. El PRO con Larreta inició su lento debilitamiento, la jugada de cambiar actores de distrito no sólo no fue exitosa, sino que lastimó la relación con los radicales que jugaron obligados y terminaron ganadores.

Creo que los radicales y los peronistas pueden sin duda recuperar aquella mística europea de los social-demócratas y los social-cristianos. Los del PRO sólo pueden seguir enamorados de Miami, lugar geográfico y destino intelectual del egoísmo individualista. El Gobierno carece por ahora de rumbo, el peronismo debe buscar solución entre sus escasos vencedores o una nueva ruptura como fue la exitosa división que logró la Renovación. Sufrió dos plagas, la liberal con Menem y la marxista con los Kirchner. Los radicales supieron regalarnos algunos revolucionarios oxidados y sólo cayeron en la tentación conservadora que lejos estaba de alcanzar el vuelo de Alvear. Y al PRO le pasó lo mismo que a todos los golpes de Estado que ejecutaron sus antepasados, terminaron asumiendo que la codicia y el economicismo no alcanzan para sustituir la ausencia de vocación política.

El peronismo necesita volver a ser la expresión de una fuerza respetable por los que piensan distinto. Ese era el objetivo central del Perón del retorno y la verdadera traición de los que se auto titulan “La Cámpora” para elegir la pequeñez y negar la grandeza. El peronismo nunca fue resentido ni anti nadie, soñó y ejecutó su propio proyecto. Necesitamos devolver ese rumbo nacional y productivo al concierto político. Un peronismo respetable para los no peronistas. Lo otro es sectario y excluyente, “gorila”, dicen que “de izquierda” pero es sólo el color del pelaje.

SEGUIR LEYENDO: